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Cómo vivimos la pandemia


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Estudiantes y docentes de segundo año de la carrera Periodismo cuentan su experiencia educativa en ETER durante y después del confinamiento por coronavirus.


En el barrio porteño de Villa Crespo, sobre la calle Acevedo 262, se ubica una de las dos sedes de la escuela ETER. Ya desde la fachada, llama la atención el excéntrico color naranja de las paredes y un enorme ventanal que da a un estudio de radio. Ingresando por la puerta principal, podemos ver alumnxs entrando y saliendo, algunxs gritando, otrxs con pilas de hojas que se vuelan ante el mínimo movimiento. Un año antes, la situación era otra, completamente distinta: las aulas vacías, los típicos murmullos de pasillo no estaban, solo algunas cámaras encendidas por zoom y algunas voces tímidas que se animaban a esa normalidad.

“Fue un honor poder ayudarlos”

 En el primer piso a la izquierda, se encuentra la oficina de Administración Académica. Aquí trabaja India Molina, directora de la carrera de Periodismo, que nos contó cómo fue administrar la escuela en la pandemia.

 “La situación fue muy intensa, fueron meses y meses de trabajar 14 horas por día con el equipo docente, por suerte ya teníamos campus virtual y hacíamos cursos a distancia, pero fue complicado. Había hecho un curso de capacitación de educación a distancia y me sirvió para acompañar y aconsejar a los docentes”, dijo.

 Como todos sabemos, el contexto socio-económico de la Argentina durante el aislamiento obligatorio debido al COVID-19 fue muy duro. Pero desde ETER contuvieron a los estudiantes para que continuaran sus carreras. “Si bien hubo algunos desertores, a quienes continuaron se les brindó la posibilidad de prestarles una computadora. Se dieron 60 equipos con monitor, para nosotros fue un honor poder ayudarlos”.

 Superar obstáculos

¿Cómo producir un video por zoom? La planificación, los planos, las cámaras son difíciles de plasmar durante una pandemia. Verónica Rosales, profesora de Producción Audiovisual en ETER, explicó cuáles fueron los obstáculos que tuvo que superar para que sus alumnos pudieran llevar a cabo los trabajos prácticos propios de la materia: “Fue un desafío muy difícil, pero que supimos superar gracias a ETER y a la predisposición de los alumnos, pero nada se compara con la presencialidad y mirarse cara a cara”.

El uso del barbijo, alcohol en gel y el distanciamiento social son cada vez menos frecuentes a medida que pasa el tiempo. “La comunicación no es solo la palabra, también son los gestos y la comunicación no verbal, de a poco estamos volviendo a una normalidad completa”, argumentó Vero Rosales. Este año, ya en una presencialidad absoluta, los alumnos disfrutan de producir en el piso de ETER: la pantalla verde, los reflectores de luces y una cámara que intimida son los protagonistas en este estudio.

“No extraño nada de lo que pasamos en cuarentena”

Lucas Pedulla es periodista gráfico en Lavaca, donde también da clases tanto virtual como presencialmente y profesor de ETER en el área de Técnica Periodística y Autogestión.

En su experiencia personal, la virtualidad permitió traspasar fronteras, al poder asistir a cursos y a charlas sin la necesidad de la presencia física. “No solo pasó en Eter, también sucedió en los cursos que doy, que teníamos gente de Europa, Latinoamérica y además gente de todo el país cursando”, afirmó Pedulla. Así como expresó su experiencia positiva de la virtualidad también mencionó lo que se perdió con ella: “Lo que quita la virtualidad es esta cosa del cuerpo, a la hora de hacer los ejercicios de salir a la calle, entrevistar a comerciantes, que son ejercicios que hacemos durante la cursada, y eso impidió que pudiéramos hacer algunas actividades, que ahora hemos podido volver hacer”.

— ¿Cuál fue tu mayor desafío cuando dabas clases virtuales?

—El cuadradito negro. Ver eso y exigir que prendan la cámara fue un desafío clase a clase, hubo un día que me enojé con respecto al tema. Una cosa es que me lo hagan a mí, pero otra cosa muy distinta es cuando hay un invitado, que está compartiendo su tiempo, su conocimiento y su saber en la clase. Fue algo que no me gustó, me puso súper molesto y me pareció una falta de respeto para el invitado.

— ¿Hay algo que extrañás de la virtualidad y algo que te parece bueno que haya vuelto con la presencialidad?

—De la presencialidad, todo. Todo está buenísimo. La virtualidad te resuelve algunas cuestiones y está bien. No extraño nada de lo que pasamos en la cuarentena, sí saludo a estas nuevas cosas, estos nuevos formatos como la posibilidad de conectarte con gente, pero la presencialidad lo es todo, más para el oficio, hay algo ahí que es intransferible me parece.

Cursar sin riesgo

La pandemia de COVID-19 fue una etapa que cada uno sobrellevó de un modo diferente, en este caso Javier Alizeri, un estudiante de 22 años de la carrera de Periodismo en la escuela ETER, es paciente de riesgo y nos comentó sobre su cursada durante ese tiempo.

Al encontrarnos con él en la biblioteca de la escuela, lo pudimos ver con su barbijo negro puesto, porque si bien ya no es de uso obligatorio, él sigue cuidándose.

—¿Por qué sos paciente de riesgo?

—Desde chico me diagnosticaron asma, con lo cual tuve que tomar varias precauciones durante la pandemia. Además, porque también mis padres son de riesgo.

—¿Cuándo te vacunaste?

—En abril de 2021 y fue una sensación de tranquilidad para mí y mis viejos.

—Debido a esto, ¿te resultó más fácil adaptarte a la virtualidad?

—El hecho de ser asmático hizo que en algún punto me resultara más cómodo cursar virtual, pude organizarme mejor y no tuve problemas para relacionarme con mis compañeros. Aunque hubo materias que me resultaron difíciles de sobrellevar, sobre todo radio — concluyó Javier.

Los indispensables

El personal de limpieza está en la primera línea de la lucha contra esta pandemia, ya que son responsables de limpiar y desinfectar en profundidad las superficies y áreas que albergan gérmenes y virus potencialmente peligrosos.

Si bien al inicio de la pandemia el personal de limpieza no debía limpiar el establecimiento, cuando se declaró fase 2, empezaron las clases semipresenciales y fue necesario hacer una limpieza profunda.

—Trabajo en ETER hace seis años y cuando se inició la pandemia, cambió la forma en que limpiábamos los salones. Antes solo barríamos, cambiábamos las bolsas de basura y limpiábamos las mesas. Ahora es más complicado, los baños se limpian en cada turno y cada vez que sale un curso, nosotros entramos y rociamos alcohol, barremos, limpiamos las mesas y asientos con CIF y Lysoform líquido. También tenemos que cambiar las bolsitas de plástico que protegen los micrófonos, entre otras cosas, y al final del día se pasa el trapo en cada salón y pasillo —dijo Rocío, que tiene ya la tercera dosis de la vacuna.

Mientras no hubo clases presenciales, el personal de limpieza siguió cobrando su sueldo y también la asignación estímulo COVID-19. Ahora, con la presencialidad, es indispensable su tarea para el cuidado de los alumnos y el personal de la escuela.

Bar Migliore

A pocos metros de ETER, está II Migliore, un bar que ocupa la esquina de Acevedo y Camargo, en el barrio de Villa Crespo. El color rojo predomina; rojas las paredes por fuera, rojas las sillas en las calles, rojo el toldo y hasta el uniforme de lxs empleadxs. La mayoría son mujeres, pero detrás del mostrador casi todas las tardes está Juan, el encargado del restobar desde hace seis años. Es decir que vivió la pre-pandemia, el durante y el post, con todo lo que eso significa.

Mientras el encargado hablaba, oíamos las voces de los clientes; amigos, familias, parejas, todos sin barbijos. Todas las mesas estaban llenas, por lo tanto, las empleadas no paraban un segundo, anotaban los pedidos en sus libretas y los pasaban a la cocina que está en el fondo.

 —En la pandemia bajaron bastante las ventas, pero teníamos delivery take away. Recién ahora estamos retomando la normalidad— explicó Juan—. Nos agarró miedo porque se estaba trabajando muy poco, pero gracias al delivery pudimos mantenernos.

 Después de 14 meses de restricciones por la pandemia, el sector de la gastronomía es uno de los más golpeados. Según el último informe de la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica, en ese periodo desaparecieron unas 12.000 empresas. De ese total, unos 4.000 cerraron durante el año 2021.

 Hoy, todo aquello parece un mal sueño. En las mesas de Il Migliore, se desparraman los apuntes de un par de alumnos de ETER, la notebook donde una chica pelirroja termina el trabajo para Técnicas Gráficas y las inconfundibles charlas y risas que suelen ocurrir antes o después de clase.


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