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Laureano Barrera: “Hay un lugar que merece Chicha en este país y en la historia de los derechos humanos”


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El periodista y docente de ETER publicó recientemente su primer libro, “La casa de la calle 30, una historia de Chicha Mariani”, un perfil histórico construido a partir de charlas íntimas con la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo. 


Laureano Barrera está sentado en el patio de la librería-bar Eterna Cadencia en el barrio de Palermo. Cuenta el proceso de investigación y escritura del libro que lleva en las manos, La casa de la calle 30, una historia sobre Chicha Mariani. Laureano dice: “Esta es una historia de Chicha, entre tantas”. Su anhelo es el de aportar a la memoria colectiva, a la memoria del país. Su mayor deseo es que Clara Anahí pueda alguna vez encontrarse en este libro sobre su propia abuela que la buscó hasta el final.

Laureano, periodista y docente, dio a conocer la historia de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel “Chicha” Chorobik de Mariani, después de investigar durante siete años, y en Eterna Cadencia lo hizo un día antes del 24 de marzo, a 46 años de la última dictadura cívico-militar-eclesiástica.

El libro La casa de la calle 30 narra la historia de la fundadora y segunda presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Un grupo de tareas atacó la casa de la ciudad de La Plata donde vivían su hijo Daniel Mariani, su nuera Diana Teruggi, ambos militantes Montoneros, y su nieta de tres meses Clara Anahí. Diana fue asesinada en ese momento, Daniel un año después y Clara Anahí fue secuestrada. Laureano despliega la historia de Chicha y a través de ella del país en un perfil maravilloso.

Rodeado de largas estanterías e instrumentos que decoraban la sala, Barrera dio la bienvenida a todos sus espectadores cerca de las 19. Con el micrófono en frente y sentado en medio de una mesa rectangular dió lugar a sus invitados para que compartieran sus experiencias luego de leer el libro: el periodista de investigación Ricardo Ragendonfer, la comunicadora social Adriana Meyer y el juez federal Alejo Ramos Padilla.

Laureano Barrera agradeció a su editora Leila Guerriero y a cada uno de los invitados. Al concluir, miró a los ojos a Elsa Pavón, que se encontraba con su familia en una pequeña mesa al final del salón, y dijo que uno de los mejores reconocimientos sobre el libro fueron las palabras de Elsa: “Estuve con Chicha en cada página que leí”. El legado de Chicha Mariani se sentía latir entre los relatos y atravesaba cada hueco del espacio y su deseo “no me puedo morir sin encontrar a Clarita” renació cuando todo el auditorio se hizo parte de la comunidad que sigue buscando a Clara Anahí.


“Abuelas se fundó en 1981, yo fui a la casa 40 años más tarde”. En 2006 Laureano entrevistó a Chicha por primera vez y sintió un fuerte lazo que los conectaba. “Después de un rato de conversación descubrimos que teníamos un vínculo parental que nos unía muy atrás en el árbol genealógico” contó. El 8 de junio de 2014 se juntaron para una nueva entrevista que desembocaría en una crónica sobre su infancia, pero luego de tanta intimidad el periodista explicó que se dio cuenta que debía escribir su historia de vida completa, no solo una crónica.

Barrera se encargó personalmente de entrevistar a todos sus familiares más cercanos, sus lugares de pertenencia, sus archivos personales, sus cartas manuscritas. Pero sobre todo, de compartir momentos con “Chicha”, la abuela de Clara Anahí, una de las nietas que no pudo conocer aún su verdadera identidad, víctima del operativo de la Calle 30, en La Plata. 

Desde entonces, escribir la historia le llevó siete años hasta publicarlo, habían creado una relación muy apegada que iba más allá de solo tomar testimonio sobre sus palabras. Mariani le abrió acceso a un remanente de cartas que tenía guardadas que se convirtieron en la principal fuente del libro. “Esas cartas eran más honestas que la memoria y tenían la herida abierta. La memoria las cicatriza pero ellas no se pueden cerrar”, expresó. Guiado por el deseo de contarle al mundo esta historia de vida, generó que Chicha le abriera las puertas de su pasado de par en par, lo cuál llevó a que la recopilación principal de información simplemente fluyera. Agregó: “Esas cartas permiten saber quién era ella, contado por sus vínculos, por su historia, contado por ella”.

“Hablar con Chicha es una experiencia de la que no se sale de la misma forma de la que se entra”. El escritor profundizó en su investigación sobre cómo fue pasar el tiempo con una de las fundadoras de Abuelas, desde compartir una taza de té hasta acompañarla en sus quehaceres diarios. Con absoluta devoción y respeto, el escritor relata mediante este libro, un ejemplo de lucha y perseverancia.


Durante la presentación hubo lugar para reflexiones acerca del proceso de escritura del libro de Barrera.

Ricardo “Patán” Ragendorfer, manifestó que “la escritura es a veces un acto de ilusionismo”. 

“¿La vida imita a la literatura o la literatura a la vida?” se preguntó. La respuesta es una paradoja que atraviesa el trabajo de todo escritor, sin embargo al reflexionar sobre la crónica periodística “Patán” señaló que “así como al escribir una novela el autor debe buscar que los hechos narrados parezcan reales, el truco de escribir una crónica, algo que realmente sucedió, consiste en hacerle creer al lector que está leyendo una novela”. “Este libro cumple la sagrada tarea de mantener viva la memoria y contiene una multiplicidad de planos y saltos en el tiempo”, expresó. 

Ramos Padilla, quien fue por muchos años abogado de Chicha Mariani, contó que quedó cautivado por el texto, que leyó el libro completo en apenas un par de jornadas y destacó que “está escrito como hablaba Chicha”. 

Por su parte, Adriana Meyer consideró que la labor de Laureano Barrera era “un faro en un momento oscuro para el oficio” y elogió el trabajo de reconstrucción realizado por el autor a partir de cartas y diarios de Mariani: “En cada línea está ella”, resaltó Meyer.

Sobre el cierre de la presentación Barrera hizo una reflexión sobre el rol del periodista en un proyecto de este tipo, donde la admiración y el afecto personal se cruza con la labor como cronista: “Hay que tener el corazón caliente para entrevistar y la cabeza fría para escribir”, dijo, y remarcó la importancia de construir un retrato completo que refleje las luces y sombras de la figura a perfilar. En ese sentido destacó la libertad y las herramientas que le brindó Mariani para realizar su trabajo. “La justicia para los lectores es tener la historia de Chicha como ella me permitió hacerla”, afirmó.


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