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CON-CIENCIA


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En la primera edición argentina de Campus Party, la fiesta más grande de tecnología, participaron cerca de 5000 personas por día. Se llevó a cabo entre el 26 y 30 de octubre en Tecnópolis. Los “campuseros” pudieron participar de actividades, talleres y charlas sobre tecnología. Grandes referentes expusieron sobre distintos temas y dieron charlas informativas y motivadoras. Además, se presentó el primer catálogo de videojuegos argentinos. Pero también estuvieron presentes inventores de varios rubros que buscaban generar interés en los participantes del evento. Los siguientes cinco casos son los que su objetivo principal no era lo económico, sino que, persiguieron un enfoque social, educacional, ecológico o artístico.

MÚSICA POR MANO PROPIA

“Mirá, esto solo tiene siete tornillos”, dice Ignacio González señalando un contrabajo hecho a partir de un kit como los de aeromodelismo. Además, junto con un equipo de desarrolladores en Buenos Aires, está presentando una guitarra y un Slide (una cuerda con un micrófono que se toca con un anillo de metal). Con su hermano que vive en Roma crearon Vinbox, una empresa que promueve la creación de tu propio instrumento. Apuntan a vender estos kits en ambos países.

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En Vinbox fabrican con impresoras 3D las partes necesarias para hacer el instrumento. Estas se venden junto con los micrófonos necesarios para que cada uno lo pueda ensamblar en su casa paso a paso. “De chiquito me gustaba armar aviones y me daba muchísima satisfacción”, recuerda González. Usó su pasión como disparador y combinado a sus estudios en electrónica y diseño gráfico creó este proyecto.

Los instrumentos los diseñan ellos a partir de material reciclado con maderas de calidad, con alta durabilidad y de fácil obtención. El Slide cuesta $ 1500 y la guitarra $ 3500. La accesibilidad es clave, ya que reconocen que les cuesta convencer a la gente de hacer manualidades. El contrabajo todavía no tiene precio. “A fin de cuentas tienen un precio más accesible que un contrabajo comprado y tiene todo el cariño de que lo armás vos mismo”, concluye González antes de seguir tocando su instrumento.

BRAZO SOLIDARIO

“Cada uno llegó por un lado distinto, nos juntamos por causas distintas y el proyecto nos unió”, dice Anabella Di Stefano detrás del brazo que diseñó. Buenos Makers Social Club busca resolver la mayor cantidad de problemas que personas con discapacidad enfrentan día a día. Ellos diseñaron TenazAyuda: un brazo robótico creado para ayudar a Belén, que sufre artrogriposis múltiple, una enfermedad que afecta sus cuatro miembros. El brazo es controlado por una interfaz sencilla, parecida a un joystick. El grupo está compuesto por siete personas: tres diseñadores industriales, una experta en impresiones 3D, un ingeniero en sistemas, un ingeniero mecánico y un ingeniero electrónico.

“Faltaron cosas que no se pudieron resolver y recién en noviembre vamos a poder entregar el brazo a Belén en Mar del Plata”, admite Di Stefano ya que la distancia interfirió en la especialización del invento, que debía ser entregado a fines de septiembre. Como segunda etapa planean replicar el brazo para alguien en Capital y así tener una devolución más rápida y más cercana del conocedor de la discapacidad.

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Si bien el plano del brazo es de código abierto y cualquiera lo puede descargar y llevar a cabo, Buenos Makers no quiere frenar ahí. “Lo que buscamos es que le llegue a la persona el objeto terminado”, dice Di Stefano, ya que con la complejidad y el costo de las impresiones 3D, no muchos pueden construirlo por sí mismo.

ROBODIDÁCTICA

“Yo juego, otros educarán”, dice David Wald, rodeado de pequeños robots que no paran de moverse en la mesa. Una docena de estos pequeños monstruos se mueven involuntariamente. Todos son creaciones propias y Wald los mira orgulloso. Está presentando a Robertito, su último invento, que tiene una capacidad educativa mayor que sus predecesores. A través de un software por el que se dictan las acciones y actitudes del robot una persona puede aprender conceptos básicos sobre programación.

Junto con Datal, empresa que ofrece servicios y tecnologías de la información, buscan un lugar en el mercado para robots educativos que enseñen a personas de todas las edades sobre configuraciones de software simples. “Esto no es para un programador experimentado, sino un software de programación de movimientos y funciones con instrucciones simples de apretar botones”, dice mientras pone a Robertito sobre un circuito dibujado sobre la mesa.

Wald trabajó 18 años como director de Fasten, empresa de energía, y 25 años en Datal, electrónica. Ahora quiere enseñar sobre estos temas a las nuevas generaciones. “Veo muy desaprovechada la robótica en la Nación”, dice y admite que no puede dejar pasar la oportunidad de enseñar al respecto. “Yo inventé y jugué toda mi vida, fabriqué máquinas a vapor, molinos eólicos. Cuando mis nietos vienen a casa se abalanzan sobre mis inventos”, cuenta alegre. Para terminar describe su eureka: “Hay interés y curiosidad que hay que transformar en negocio”.

RE-VESTIR

“Cuanto más hagamos más vamos a reciclar”, dice Jessica Pullo con una mesa llena de sachets de leche frente suyo y dos maniquíes de guardaespalda vestidos con material reciclable. Biótico es un proyecto de indumentaria con tres ejes: reutilización de material descartable, una concientización ambiental y una industrialización saludable.

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“No estamos con la tendencia, no es sustentable. Por eso hacemos slow fashion”, dice orgullosa Pullo, que no tiene como objetivo hacer vestidos para ser tirados apenas termine la temporada. Busca exactamente lo opuesto, al utilizar materiales que no se biodegradan fácilmente sus prendas son resistentes al paso del tiempo.

Pullo le pide a las confiterías de su barrio que le guarden los sachets y ella los pasa a buscar personalmente. Luego con ayuda de Asociación Laboral Para Adultos con Discapacidad Intelectual (ALPAD) los limpian, enjuagan y despintan. Así se cortan y se confecciona una tela modular que facilita la diversidad de aplicaciones en tamaños y estilos. Todo a mano, sin utilizar maquinaria que perjudique el medio ambiente. Los usa para generar mayor conciencia ambiental y para demostrar el impacto que tiene el mundo de la moda. Fueron al Foro Mundial de la Paz para “comunicar sustentabilidad y la problemática ambiental de la indumentaria”.

GANAS > INTELIGENCIA

“El otro día me saqué un 20 en un parcial”, dice modestamente Marcos Bruno, de Mendoza, detrás de una mesa meticulosamente ordenada que lo único que contiene es una hoja A4 recortada y un microscopio personal. Marcos trabaja con Centro Metropolitano de Diseño (CMDLab) y en conjunto con la Universidad de Stanford está trabajando para traer a Argentina microscopios personales y creados a partir de una hoja A4 y una lente.

Pero con 21 años recién cumplidos no es el primer proyecto de Bruno. En el 2015 fue convocado a Mars Desert Research Station (MDRS), de la NASA, para llevar a cabo un diseño de un Rover creado por él y un compañero. Durante su tiempo en Estados Unidos aprovechó para meter sus manos en otro proyecto: detección de cáncer uterino por medio de los microscopios personales.

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“Es la democratización de la ciencia. Ahora toda la humanidad puede tenerlo cuando antes solo una sola persona con recursos podía”, dice emocionado por el prospecto de todos los nuevos descubrimientos que se van a poder hacer con el acceso a más personas. La primera tanda de microscopios viene con dos lentes de 10x y 40x cada uno y se pueden combinar para proveer 400x, pero se está trabajando para sumar otra de 140x.

“Ahora cualquier persona puede tenerlo y descubrir el mundo microscópico que lo rodea”, dice con una sonrisa. Dentro de uno o dos años cada alumno va a tener su microscopio en el bolsillo. Y Bruno siempre resalta que no es ningún erudito y que no hace falta un coeficiente intelectual alto para llevar a cabo estos proyectos: “Soy la prueba viviente de que la inteligencia no hace falta, sino ganas de hacer algo. Solamente eso”.


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