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CONTRA EL VIENTO Y LAS OLAS


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Durante la etapa del Mundial de Fútbol, Guillermo Marro fue un héroe invisible. Nadador paralímpico argentino, formó parte de un equipo de siete nadadores de distintos países y con un objetivo en común: cruzar el Canal de la Mancha.

Magia en el agua

Por: Hernán Geréz Torres (@hgereztorres)

Mayo de 2014. Cada vez falta menos para el momento deportivo más importante en la historia de un futbolista. Se aproxima, está cerca. Los jugadores se preparan a su manera priorizando, cada uno a su parecer, lo físico, deportivo o psicológico. A miles de kilómetros de donde se encuentran las máximas figuras de la Selección argentina, en Pergamino, Guillermo Marro también hace lo mismo. A pesar del avanzado otoño, prepara su bañera con agua fría y se apronta para meterse. Pero antes redobla la apuesta: vacía cubeteras con hielo en el agua para aclimatar su anatomía a lo que podría llegar a encontrarse entre Inglaterra y Francia; es decir, el frío que podría calarle los huesos a este nadador paralímpico si decidiera nadar en el Canal de la Mancha.

Artrogriposis múltiple congénita. Un caso cada tres mil. Hace treinta años, cuando nació, Guillermo Marro tuvo la mala fortuna de ocupar ese lugar en la estadística. Él no puede hacer uso de sus piernas y se mueve sólo con muletas. Eso no le impidió dedicarse a lo que le apasionaba: la natación. Y quizá, la tozuda cabeza que tenía de niño (como la de todos los chicos), fue su as para formarse como profesional y conseguir medallas olímpicas consecutivas desde Sidney 2000 hasta Beijing 2008. “Empecé compitiendo con nadadores tradicionales. Creo que fue lo que más me ayudó. Competí con ellos hasta los dieciocho años”, cuenta. Quién iba a decir, que casi veinte años más tarde, iba a volver a sacar la carta de la entrega y fortaleza debajo de la manga. La necesitaba: Marro, nadador de velocidad en piscina, se enfrentaba en equipo con relevos a uno de los cucos de las aguas abiertas.

Junio de 2014. La Selección Argentina espera por Nigeria. Ya está clasificada a los octavos de final del Mundial. Acaba de ganarle a Irán de manera angustiosa. Cuando parecía que el partido se esfumaba con los resultados en cero, fijos e inamovibles, Lionel Messi exhibió una genialidad de zurda que superó a una masa de once jugadores iraníes. Por aquellos días, y otra vez a miles de kilómetros, hay otra masa que intenta detener a otro argentino en sus últimos minutos en acción.  Marro que se faja a brazadas con una ola. No tiene tiempo de ponerse a calcular su dimensión. Antes, intentó calcular la temperatura del agua y le salió mal. Se encontró con una temperatura dos grados por debajo de los dieciséis que él tenía en mente. Dos grados que en el momento se sienten y hasta se anhelan. Por eso ya no se detiene a pensar si la altura de la ola es de uno, dos o tres metros. Por su mente pasan otras cosas. El calambre en el brazo izquierdo, presente desde los quince minutos de iniciado el último tramo, le despierta la idea de abandonar y terminar con tanto sacrificio. La desesperada sensación (que en realidad es un hecho concreto) de estar nadando hace rato en el mismo lugar parece fomentar la idea de desertar.

Guillermo Marro
Foto: Gentileza Guillermo Marro

Pero el corazón puede más. Marro sólo tuvo que sacar su as bajo la manga. Entrega por el equipo y fortaleza personal. “Se me cruzó por la cabeza dejar ahí el cruce. Pero era una posta, un equipo. Si yo dejaba, se terminaba todo”. También es cierto que estaba avisado: antes de la hazaña se encargó de hablar con distintos colegas que le compartieron sus experiencias personales. Y le advirtieron que los 34 km iniciales serían en realidad 45 o más, cortesía de las olas y las corrientes.

Marro cumplió con creces una epopeya de tres mil metros. Por un lado, dice animado que para el año que viene hay un proyecto de hacer algo similar a lo realizado en el Canal de la Mancha. En ese caso, tendrá que tener una vez más a mano su as personal. Por otro, sabe cuál es su principal adversario en los años que le quedan de carrera, que seguramente incluirán los próximos Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro: “Yo creo que tres años más aguanto fácilmente. Las marcas me dan para estar todavía entre los diez mejores. Podría mantenerme. El tema es que me aguante la cabeza.”. El corazón ya sabe que puede más.

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Magia en el agua

Por: Leandro Maimó (@LeanMaimo)

Guillermo Marro es consciente de que puede seguir compitiendo en la natación a un nivel intenso y así lo vive actualmente en Pergamino, su ciudad natal. A menos de un año de los Juegos Parapanamericanos, se siente confiado porque sabe que está rankeado entre los mejores del mundo y porque viene de obtener una medalla de bronce en los 100 metros espalda del Pan Pacific de Pasadena, California.

El mago Marro, recibido de ese hobby en la escuela de Adrián Guerra, todos los días se entrena duro en un gimnasio y en la pileta, lo que más le gusta, pero no es un hombre de muchos descansos. A sus 30 años no es amante de relajarse para después meterse en la preparación de una competición. Él no para. “Creemos que podemos hacer una buena participación en Toronto el año que viene”, aseguró el aprendiz de Guerra, que pone el ojo en la quinta edición de los Parapanamericanos.

El último abanderado de la delegación nacional en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 sostiene que su último gran desafío como profesional serán los próximos Juegos de Río de Janeiro 2016. “Sería mi quinto Juego. Es bastante estar compitiendo en cinco seguidos, así que calculo que será mi último. Después, a lo mejor, vaya a otro mundial o no; depende de cómo venga la situación”, revela el deportista que compite para River.

Además de hablar de lo estrictamente deportivo, Marro reiteró lo importante que es lo psicológico para seguir compitiendo de manera profesional: “Hay que aguantar la cabeza, porque el entrenamiento en la natación es muy particular. Yo lo trabajo con todo el equipo de mi psicóloga porque necesito hablar toda la parte principal de la cabeza, pero también hay una entrenadora, una nutricionista, una masajista. Es toda gente que está conmigo y que me da aliento para aguantar un entrenamiento y competir”


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