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“Lo único que me dicen por ser argentina es ‘Messi, Messi’”


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Camila Páez cambió Ciudad Evita por Doha y desde hace más de un mes vive y trabaja en el país que recibirá a más de un millón de turistas entre noviembre y diciembre. 

 

Camila Páez ya habitaba un ambiente de lujo y opulencia, pero no imaginaba lo que vendría. Mientras trabajaba en dos hoteles de primer nivel de Buenos Aires, el Sheraton Buenos y el Howard Johnson, recibió la propuesta de residir en Qatar por dos años con un empleo en la compañía de restaurantes Aspire Katara Hospitaly. El 10 de septiembre, a poco más de dos meses del inicio de la Copa del Mundo de la FIFA, la matancera inició la “locura” de vivir y trabajar en Doha.

¿Cómo se te presentó esta oportunidad de trabajar en Qatar?

La oportunidad apareció, así como caída del cielo, parece. Yo no me había postulado a nada, simplemente me llamaron y me ofrecieron el trabajo porque mi currículum estaba en una base de datos. En algún momento que estaba buscando trabajo, se ve que quedó y se fijaron que tenía experiencia en hotelería, en hoteles 5 estrellas y aparte un nivel de inglés intermedio. Entonces me preguntaron si quería hacer las entrevistas. Yo, de casualidad, dije: “Bueno, las voy a hacer”. Pensando en nada, simplemente para ver qué pasa. Primero era una entrevista virtual y grupal, que era al día siguiente de cuando me habían llamado. Nos contaron la propuesta, después nos hicieron presentarnos en inglés. Luego, teníamos que mandar el currículum en inglés actualizado y el analítico. A los pocos días me avisaron de asistir a la entrevista presencial. Me entrevistó el CEO de todas las operaciones de todos los restaurantes de acá, de la compañía. La entrevista duró cinco minutos en inglés y, luego, me avisaron de que quedaba seleccionada para viajar y ahí arrancó todo el tema de trámites.

¿Qué requisitos te pidieron para vivir y trabajar?

Ellos se encargaban de todo. Los únicos requisitos que me pedían eran tener el pasaporte al día, tener un nivel de inglés intermedio y el analítico, nada más. Ya con eso y habiendo pasado las entrevistas, ellos se encargaban de la visa de trabajo. Acá, tramité todos los papeles para tener el ID, sería como un DNI. De lo único que me tuve que hacer cargo es de los estudios médicos, los antecedentes penales y, después, todos esos documentos tenían que estar traducidos por un traductor público matriculado.

¿Trabajás con personas de diferentes países? ¿Cómo fue esa convocatoria a nivel mundial?

Sí, tengo compañeros de todas partes del mundo. Por ejemplo, en el lugar que estoy ahora que es un restaurante turco es provisorio hasta que abran el lugar latinoamericano donde vamos a estar todos los argentinos. Ahora, tengo compañeros de India, Marruecos, Túnez, Líbano, Turquía, Egipto, Indonesia y Filipinas. De hecho, son mis vecinos porque somos todos de la misma compañía y vivimos en el mismo barrio privado. Nos vemos en el trabajo y en el barrio. Los latinos fuimos de la última camada en llegar a Qatar. Los demás están hace tres meses y, algunos pocos, hace unos años ya. En el restaurante nuevo vamos a ser todos argentinos. Los managers son de México y Brasil. Algunos compañeros son de países como Moldavia y Sudáfrica.

¿Se vive con ansiedad la llegada del Mundial? ¿Es comparable con lo que es en Argentina?

La ansiedad que se vive en relación a Argentina es totalmente distinta. Acá es un tema de negocios. Qatar se está preparando para recibir gente por el Mundial, pero, especialmente, por lo económico, por lo que va a ayudar al país. Es un país bastante rico, pero nadie tiene que ver con lo futbolístico. ¡Acá no están locos por el fútbol! Cuando les digo que soy argentina, lo único que saben los árabes de fútbol es decir “Messi, Messi”, Messi o Maradona. Esto es nuevo para Qatar y para tierras árabes.

¿En qué aspectos podés reconocer la cercanía al Mundial?

Nos están preparando todo el tiempo. Siempre en el servicio hacemos un encuentro con todo el personal, y los gerentes nos mantienen al tanto de todas las cosas que pasan. Va a venir mucha gente y vamos a estar bastante atareados.  Los restaurantes se están agrandando. Están agregando puestos, tiendas y kioscos para recibir a la gente que va a venir al Mundial. Van llegando, de a poco, turistas. Me ha tocado atender a argentinos y colombianos, por ejemplo.

¿En qué consiste esa preparación para el Mundial desde tu puesto?

Más que nada, cómo lidiar con tanto trabajo.  En cualquier momento, vamos a tener horarios extendidos, no vamos a tener días libres, vamos a recibir muchísima gente. En la ciudad, cada día, aparece algo nuevo con respecto al Mundial. Decoración, luces con forma de jugadores, en el centro donde trabajo hicieron un techo con banderas. El subte tiene pelotas de fútbol. Pusieron muchas pantallas con el spot oficial, logos de la FIFA por todos lados. La canción del Mundial suena, también. Están preparando los Fan Fest. Inauguraron muchos restaurantes con comidas típicas de otros países. Muy movilizada la ciudad y sabemos que en un mes va a estar colapsada.

¿Los turistas que asistan deben ir con alojamiento reservado o lo pueden hacer allá mismo?

Todos los que vienen al Mundial ya tienen que haber reservado. De hecho, están todos los lugares completos. Por ejemplo, una de las mánagers de uno de los restaurantes de la compañía estaba, primero, alojada con nosotras, pero como no se podía mezclar con los empleados se tenía que buscar un lugar aparte y no consiguió. Otras de las cosas que se decía es que a muchas personas se las iban a derivar a Dubai, que está a 40 minutos en auto, y cuando tengan una entrada para un partido les van a permitir entrar dos horas antes.

¿Cómo te adaptaste a las altas temperaturas de Qatar?

Cuando llegué fue bastante sofocante. Venía de Argentina, donde hacía frío.  Entré al aeropuerto con aire acondicionado, igual que en los aviones. Desde el 8 de septiembre que salí al 10 de septiembre que llegué, fue todo normal. Pero cuando salí del aeropuerto de acá fue un calor que nunca había sentido en mi vida. Sofocante, húmedo, 42 grados que no podías respirar. Ese cambio, sí, fue fuerte. Ahora como estamos entrando en invierno se está poniendo mucho más lindo. Bajó un poco la temperatura. De día hace 33 grados y de noche, 24, 25, 26. Super lindo de noche. Se vive más de noche que de día. De día casi no hay gente en la calle y de noche sale todo el mundo. Hay lugares abiertos las 24 horas: verdulerías, peluquerías, farmacias. La gente sale de noche por el clima. En las calles hay aire acondicionado que sale del piso como por ejemplo unas galerías donde van los árabes a comer o tomar el té.

¿Qué pudiste apreciar de la manera de ser del qatarí en tu trabajo?

Por lo general no te dicen por favor ni gracias. Se dedican a gastar su plata, a subirlo en las redes. Por ejemplo, la mayoría pide mucha comida, saca foto, no come nada y hay que tirar todo. Están muy acostumbrados a eso. Nosotros tenemos que tratarlos como reyes. Eso es algo feo.

Desde el punto de vista religioso, ¿qué apreciaste en la vida cotidiana?

El choque de culturas fue fuerte porque no solo es estar entre árabes, que de hecho es el 20% de la población en Qatar, los demás somos de diferentes países. Es conocer otras culturas, también. Hablando puntualmente de los árabes, se rigen mucho por la religión. Tienen horarios para rezar. Son muy estrictos con ese tema; por ejemplo, a las 11:30 tienen que rezar, a las 15, también, a las 17:20. Las cuatro de la mañana es el horario más loco porque por ahí estás tranquilo a esa hora, acá casi no se duerme, y empiezan a rezar en altoparlantes, a entonar canciones árabes, oraciones a su dios.  En el restaurante en el que estoy hay habitaciones especiales de oración y, por ahí, el cliente necesita rezar y te pide que bajes la música. Deja la comida y va a rezar. Mucha gente, en espacio público, en el momento de rezar tira una manta y se arrodilla. Hay árabes con una especie de rosario que van contando las oraciones que van haciendo.

¿Cómo es el trato con la mujer? ¿Qué percibiste en este corto tiempo desde que arribaste a Qatar?

La vestimenta. Hay mujeres que se tapan toda la cara, otras el pelo y otras solamente se dejan ver los ojos. Es asombroso ver a las mujeres que se tapan toda la cara porque necesitan ayuda para caminar porque no ven bien. Ni siquiera se lo sacan para comer: he visto que se levantan el velo y comen por abajo. La mujer se tiene que tapar toda porque no puede mostrar curvas ni su belleza. Supuestamente están cuidando su belleza para que otros hombres no la vean, porque si el hombre piensa o tiene algún deseo sexual hacia la mujer, ya está pecando. Es algo grave en su religión, entonces la mujer siempre tiene que estar tapada. Algunas ni siquiera se maquillan. Por ahí ves a una mujer toda tapada con una túnica y el hombre está vestido normal. Ese es el trato que, para mí, no está bien. No es de igual a igual. En el trabajo me han dicho que no vaya del lado del hombre porque la mujer, capaz, se enoja en serio. Piensan que estás coqueteando con el marido. Son muy rigurosos con eso. Igualmente, hay otros que te charlan, que son simpáticos. Hay veces que vienen hombres con muchas mujeres. Eso pasa muy seguido acá. Los indios, por ejemplo, no tienen respeto por la mujer como lo tenemos entre nosotros, los argentinos. Por ejemplo, cuando tenemos que tomar la combi, que es un problema de todos los días, la gente de Bangladesh, de Sri Lanka y de la India te empujan, suben primero al bus y siempre hay un compañero que dice “ladies, ¡first!”, (¡mujeres, primero!), “por favor, no empujen”. Pero ellos no lo entienden, les da igual porque creen que la mujer es menos.

¿Cómo te manejas con tu forma de vestir? ¿Qué cosas están prohibidas?

Cosas que para nosotros son normales, como por ejemplo vestir pantalones cortos y mostrar los hombros, acá están prohibidas. Especialmente en lugares religiosos. Por lo general las turistas lo respetamos. Por ejemplo, yo voy al shopping y muestro los hombros, no hay problemas, pero si estás en lugares religiosos o en algunos supermercados donde va gente árabe, te piden que vistas cubriendo rodillas y hombros. Cuando fui al supermercado con un compañero y se me veían un poco las rodillas, a mí no me dejaron entrar y a él, que tenía pantalones cortos, sí. Por otro lado, tampoco está permitido tomar alcohol, solamente se puede en hoteles o lugares privados que tengan certificado para vender alcohol. Demostrar afecto en la vía pública está prohibido, también. Cosas que son normales para nosotros.


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