El sol se esconde en Almagro, aún el cielo se ve celeste, sin nubes y una pequeña brisa avisa que el verano se despide. A pesar de ser un pasaje empedrado, hay muchas personas en la calle. Un perro ladra y se escucha fuerte y claro un: “Callate”.
Por Florencia Ferreiro
Por la vereda pasa caminando una mujer con su carro de compras. Apenas se le puede ver la cara porque lleva un barbijo blanco. Se escucha “La guitarra” de Los decadentes. La música viene de un departamento en planta baja que tiene la ventana abierta de par en par. Adentro se ve un muchacho “en cuero” y con un pucho en la mano cantando la canción. La siente.
El bar de la esquina está tapado con bolsas de nylon negras. Pero enfrente, sobre corrientes, el panorama es diferente. La cola del Farmacity se mezcla con la de “El puente”.
Las personas mantienen la distancia reglamentaria. Sus cuerpos hablan. Algunos, incómodos, revolean los ojos para todos lados, otros no paran de mirar su celular, también están los que dejan un espacio mayor al de un metro porque les cuesta acercarse al de adelante cuando la fila avanza. Muchos llevan guantes y otros solo la bolsa de las compras.
El comercio permite solo cinco clientes dentro del local, y ofrece alcohol en gel para el ingreso. Una mujer tose en la fila, y la tensión del señor detrás de ella se siente sin siquiera mirarlo. Cada persona espera cuarenta minutos para ingresar.
En la calle, una pareja camina de la mano mientras pasea el perro. Absurdamente, hay una camioneta estacionada en doble fila. El supermercado anuncia el cierre y las personas se dispersan. El cielo celeste oscurece.
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