Ya pasaron varios días de la cuarentena preventiva obligatoria, más de diez. Hay pocos lugares a donde se puede ir, pero hay algo: Antes de salir de casa, hay que chequear lo de siempre: llaves, teléfono celular. Ahora se le suma algo nuevo, los guantes. O tal vez barbijo. Estos son los nuevos accesorios de los argentinos, y de muchos ciudadanos del mundo, en tiempos de pandemia.
Por Sofía Bouzón
Son casi las cuatro de la tarde. El cielo está gris en Belgrano. En la intersección de dos avenidas, Monroe y Balbín, el tráfico se asemeja al de una ciudad más pequeña. Parece Mar del Plata en invierno, cuando no hay turismo. Solo algunos colectivos pasan. Están prácticamente vacíos. No hay ruidos de motor, no hay bocinas. Es miércoles, pero parece domingo. La peluquería y la tintorería de la cuadra tienen las persianas bajas. El caso del puesto de diarios es diferente, atiende la señora de siempre.
El supermercado chino más cercano a esa esquina está a dos cuadras. Aparecen algunas personas circulando por la vereda. En la puerta de un edificio hay una mujer de mediana edad. Limpia el ingreso con lavandina. Está muy seria, inmersa en la desinfección, como si el mundo se hubiera detenido alrededor. Parece muda, pero habla. “Hay mucha gente afuera”, comenta. Tiene razón. No es la única en la calle. Un hombre pasa con grandes auriculares. Viene abrazando una bolsa de tela grande repleta de comida. Otra señora mayor camina con su changuito. Está abierto y se ven las bolsas de plástico que contienen las frutas. Una pareja de adultos mayores está esperando que corte el semáforo para cruzar la calle. Los dos llevan barbijo. Están más cerca de la distancia sugerida por el Gobierno que es de al menos un metro.
En la entrada del “chino” hay un cartel, como esos que promocionan los próximos recitales. “Esta vez, lo mejor que podemos hacer es quedarnos en casa”, anuncia. En la entrada, pasando los lockers, está la línea de caja. Allí atiende una joven. Parece que, aunque sea un poco tarde, es la hora de su almuerzo. Está comiendo un plato de comida de un tupper. No está protegida, sus manos están desnudas. Por suerte frente al scanner hay un alcohol en gel. El que sí está resguardado es un hombre, parece el dueño del lugar, lleva puesto un barbijo en su boca.
Solo hay cola en un sector del supermercado, la fiambrería. Ahí todes respetan su turno manteniendo la distancia sugerida. La única conversación que se escucha es la del cliente con la persona que atiende allí. De las primeras marcas de queso ya no hay rastros, se las llevaron. También se han stockeado de pan francés, en el estante hay solo pan lactal. .
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