María Alejandra Fernández, exjugadora de Las Gigantes, está en primer año de Periodismo Deportivo y habló sobre su carrera como deportista ante los próximos egresados. Ella quería comentar por TV y ahora descubrió que le gusta escribir… y no solo de su deporte.
Carcarañá, provincia de Santa Fe. En esa ciudad -ubicada sobre la ruta 9-, que hoy tiene poco más de 16 mil habitantes, se tejieron los sueños de deportistas que terminaron cumpliendo sus objetivos de trascender haciendo lo que les apasiona. Son los casos de los futbolistas José Sosa, Federico Vismara, los Lux (Javier y Germán), y también de la basquetbolista María Alejandra Fernández.
A sus 45 ya cumplió aquellos sueños de vivir del básquetbol, de jugar en distintos equipos del país y del exterior, de representar a la Selección (como jugadora primero; como jefa de equipo, más adelante) y también de formar una familia, con su pareja y dos preciosas hijas que ya empiezan a tirar al aro con cierta eficacia y pasión. Ahora va en busca de otro: comenzó a formarse para ser periodista deportiva y estudia en Eter. “Llegué al periodismo cansada de pedir la oportunidad de comentar por tele como lo hacen algunos exjugadores hombres y no tener esa chance. Pero en la escuela empezó a cambiar mi cabeza y ahora siento que también me gusta expresarme sobre otros deportes, y que también me atrae escribir”. La frase la sentenció Ale, en una rica charla que tuvo con el grupo de tercer año, que está a punto de egresar. Fue en una de las últimas mañanas del año en el aula Tomás Eloy Martínez.
Al llegar, tras su clase de Técnicas Gráficas con el profe Claudio Mauri, Alejandra se acomodó y fue ella quien preguntó primero sobre la carrera; hasta pidió consejos a sus compañeros y compañeras del año superior que estaban por entrevistarla. Luego sí comenzó la charla.
-Contanos sobre Carcarañá y tus primeros pasos en el básquet.
-Carcarañá es mi pueblo, o mí ciudad, que está a unos 50 kilómetros de Rosario. Yo empecé en el club Campaña. Cuando le dije a mi mamá que quería jugar al básquet como mi hermano, me dijo que eso era de hombres. Pero arranqué igual. Enseguida me di cuenta que era lo que me gustaba. Luego me vinieron a buscar de Provincial de Rosario, que jugaba la Liga Nacional. Viajaba esos kilómetros y era cansador, pero también lo disfrutaba.
-Y llegaste a la Selección también.
-Sí. A mis 15 años me citaron a la primera Preselección de Cadetas de Argentina. Tenía que venirme a Buenos Aires, pero mis viejos decidieron que primero tendría que terminar la escuela. Cuando terminé el secundario sí me pude venir al Cenard. Jugué en Sunderland, Obras, Platense, Vélez… en Vélez, seguramente, es el club con el que quedé más arraigada sentimentalmente. Fueron años hermosos los que pasé allí. En todos los clubes lo disfruté.
-¿Fue difícil el comienzo?
-Claro. Hoy me parece que es más sencillo desde todo punto de vista. Antes no había becas. Recién arrancaron en 2005 o 2006. Antes era todo a pulmón y las familias se tenían que hacer cargo de conseguir los pasajes, de todo. Era amateur. Hoy, cualquiera de las chicas que llegan a la Selección ya viven del básquet. Al llegar hoy, la jugadora de hoy tiene su beca, su obra social, imagínate nosotras no teníamos nada, no teníamos utilero.
-¿Qué te dejó tu paso por clubes del exterior?
-Muchísimo. Son experiencias buenísimas. Mi hija más grande ya dijo que en algún momento le gustaría vivir afuera y yo le expresé que lo que se aprende es incalculable. Te forma desde todo punto de vista. Vivir en España, más allá de los viajes con la Selección, fue algo que me ayudó a formarme como persona. Hace 20 años había países que te llevaban para jugar seis u ocho meses en sus ligas. Eso no solo en Europa y Estados Unidos, sino que también pasaba con México, Bolivia…
-¿Cuál fue “el” partido de tu vida?
-No fue uno que gané. Fue cuando la Selección de Estados Unidos tuvo que bajar a jugar la clasificatoria para los Juegos Olímpicos del 2008. Nos habrán ganado por cincuenta puntos, más o menos, pero enfrentar a jugadoras de la WNBA fue lo mejor que me pasó. Se nos escurrían por todos lados.
-¿Y la Copa del Mundo del 2006, en Brasil?
-También. Nosotras llegamos al Mundial sabiendo la zona difícil que teníamos. Casi le ganamos a Brasil, después le ganamos a España y a Corea. Terminamos primeras en la fase de grupo, el equipo estaba muy bien. Al final terminamos en el noveno puesto. Ese fue mi tercer Mundial, siempre disputar un torneo de esa magnitud con la celeste y blanca es un orgullo. En ese momento sabíamos que era importante lo logrado, pero con el tiempo comprendimos que cada vez será más difícil lograr o superar ese puesto en un Mundial. Orgullosa de ese equipo, que, sin nada, organizando la gira con las cubanas, conseguimos los micros y hoteles, vendimos las entradas y conseguimos hasta un pequeño viático para cada una.
-¿Cómo fue tu retiro de la actividad?
-Fue cuando con mi marido decidimos tener hijo. Ahí decidí dejar. Estuve como jefa de equipo en la Selección. Pero había viajes y momentos en los que tenía que dejar a las chicas a cuidado de familiares. Entonces también me alejé de ese puesto.
-¿Qué análisis hacés de la actualidad del básquet femenino nacional?
-Sinceramente, creo que no es ve reflejado en los resultados el progreso que ha tenido desde lo económico. Y no le encuentro el porqué. Además, hay otras cuestiones que no entiendo. Por ejemplo, Renault es sponsor del masculino y el femenino. La empresa nos da a las dos ramas por igual. Sin embargo, cuando viene, por ejemplo, Gabriel Deck a país, hay una camioneta a su disposición en Ezeiza. Y lo lleva al mejor hotel. Cuando llega una de las chicas eso no pasa y se va en Uber al Cenard. Es raro… Siempre digo, se mejoró para mejor algunas cosas y otras cosas siento que han retrocedido. Como el nivel, para mí el nivel hoy del básquet femenino es bajo.
-¿Cómo y cuándo decidiste estudiar Periodismo Deportivo?
-Llegué al Periodismo cansada de pedir la oportunidad de comentar por tele como lo hacen algunos exjugadores hombres y no tener esa chance. Yo lo escucho a Fabricio (Oberto) y lo hace muy bien. “¿Por qué no puedo tener yo esa chance?”, pensaba. Pero ahora, en la escuela, empezó a cambiar mi cabeza y ahora siento que también me gusta expresarme sobre otros deportes, y que también me atrae escribir.
-¿Hacés deporte hoy en día?
-La verdad que no. Es real eso que dicen que el deporte de alta competencia no es saludable. Si salgo a correr, a mí me duele todo. Eso es por años de forzar el cuerpo. Estás en la rueda, no te das cuenta y seguís, aunque el cuerpo diga basta.
-¿A qué persona te hizo conocer el básquet que te haya dejado boquiabierta?
-Muchas. Pero lo que más me impacta es que cuando, por ejemplo, en el Cenard nos cruzamos a los más grandes de todos los tiempos como Gaby Sabatini, todos los chicos de la Generación Dorada como Manu (Ginóbili), Chapu (Nocioni) y Luis (Scola)… a muchos y te saludan como a un par. Es así. Ahí somos todos iguales.
-Por último, ¿podés hacer un balance de lo que el básquet te dejó para tu vida?
-Es una forma de vida. Pude conocer parte del mundo, pude representar a mi país y sentir que era admirada por un montón de nenas que se acercaban a vernos cuando girábamos por distintos lugares del país.
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