La edición anterior de los Juegos Panamericanos reflejó el mejor rendimiento del equipo nacional de natación en su historia tras obtener 9 medallas. En Lima 2019 se dio un momento curioso y feliz para el equipo argentino.
Julia Sebastián, Andrea Berrino, Santiago Grassi y Federico Grabich acababan de lograr el cuarto puesto de la carrera de Relevo 4×100 m Mixto Combinado en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Los periodistas argentinos esperaban por sus testimonios. A Grassi se lo notaba agitado, mojado y satisfecho, aunque ninguno de ellos sabía todavía cuáles eran sus parciales. A Grabich le salió una declaración: “Esto es muy positivo. Pero, obviamente, con una medalla hubiese sido mejor”. A Berrino se la veía con la mirada baja pero convencida de su trabajo en la pileta. Y Julia Sebastián explicaba a la prensa sobre la decisión oportuna de priorizar el descanso.
Fue ahí que recibieron la gran noticia, tanto los atletas como los periodistas. “¡Decime que descalificaron a uno!”, soltó Grassi a alguien del staff que se acercó a dar la buena nueva. Sebastián, que dejo de hablar, contuvo su grito de alegría, abrió grande sus ojos, se llevó sus manos a la cara y agarró sus cosas. Berrino se mordió los labios con una sonrisa que le dibujaba la cara. Y Grabich gritó: “¡Ahora… ahora venimos con la medalla! ¡A veces uno hace lo suyo y la suerte premia a los que buscan!”.
Los periodistas, en tanto, miraban sin entender.
Lo que pasó fue esto: el equipo estadounidense obtuvo el primer lugar; sin embargo, fue descalificado por un error técnico de uno de sus atletas. Brasil, que llegó segundo, escaló a la cima del podio, Canadá se trepó por detrás y Argentina, que había quedado cuarta con un tiempo de 3m50s53, subió al tercer escalón y se colgó la medalla de bronce. Entre sonrisas y aplausos, los atletas argentinos retornaron a la entrevista. Andrea Berrino tomó la posta: “Fue una sorpresa para nosotros, pero volvimos con la medalla”.
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