Mis Documentos, nueva edición del ciclo de conferencias performáticas curado por Lola Arias, en el Centro Cultural Recoleta.
Por Laura Ochoa
La pantalla sobre el escenario proyecta la imagen de un suvenir peruano hecho de barro, abierta desde la biblioteca de Windows. El artista de pie ante el micrófono narra, de manera de hacer cómica la preocupación y volverla convincente, la importancia de esa representación animal en su vida y lo mucho que la atesora. Entre archivo y archivo, ubicados en distintas carpetas de la sección Mis Documentos, él confiesa su obsesión: coleccionar por coleccionar. Acumula objetos que para los demás no sirven para reconfortarse, con un mensaje más profundo que siempre encuentra detrás de ellos.
Reacondicionado como sala de espectáculos del Centro Cultural Recoleta hace 30 años, el predio Capilla, que había sido inaugurado como capilla real del asilo de ancianos Hogar Viamonte en 1885, presentó el pasado miércoles 30 de agosto el estreno de la quinta edición de Mis Documentos, un ciclo de conferencias performáticas perteneciente a la vanguardia de la Lecture Performance donde artistas de distintas disciplinas ofrecen una investigación personal, una experiencia o una historia íntima que los obsesione.
“Es hacer aparecer trabajos más conceptuales, carpetas de documentos o archivos que tal vez uno tiene la oportunidad de trabajar, problematizar y compartir. El ciclo muestra cómo son los procesos, cómo trabaja cada uno, cómo piensa y también algo de la biografía y de las obsesiones de los artistas, que de alguna manera definen. Qué es lo que a cada uno le obsesiona y cómo es uno a partir de esas obsesiones”, explica la pionera de esta vanguardia artística en Argentina, y curadora del ciclo, Lola Arias.
Lecture Performance es una expresión sin traducción exacta que hace referencia a una conferencia o locución performática, es decir correspondiente a una puesta en escena de diversos campos artísticos y que conlleva un cierto grado de improvisación.
El género nació en los años 60 con Joseph Beuys y Robert Smithson, como una forma de convertir un discurso en una obra de arte. En los últimos años, el concepto se expandió al teatro, la danza y las artes visuales, transformándose en una variante del teatro conceptual. Artistas como Rabih Mroué, Tim Etchells, Xavier Leroy o Jérôme Bel reinventaron el género, hasta convertir las charlas no académicas en una forma de exponer y narrar investigaciones, procesos mentales y experiencias.
En Mis documentos, que finaliza el 13 de este mes, artistas de diversas corrientes realizan una muestra sobre un objeto cualquiera. La presentación propone indagar el movimiento artístico en búsqueda de un contagio entre el arte conceptual, la investigación y el teatro para crear un espacio donde puedan coexistir discursos, formatos y receptores de distintos sectores.
La actriz y directora opina: “Es un público totalmente heterogéneo, que viene de distintas disciplinas y que se interesa en distintas cosas, entonces permite un espacio de cruza de los nichos, del arte contemporáneo, de la literatura. En ese cruce se va armando la posibilidad de ver y pensar sobre lo que hacemos y por qué lo hacemos”.
Después de las primeras cuatro ediciones consecutivas en el Centro Cultural San Martín y con entrada paga, el proyecto no se realizó en 2016. Para esta nueva edición, Arias abrió la propuesta al público general e invitó a autores provenientes de la literatura, el teatro, el cómic, las artes visuales y el activismo.
Los obsesivos y Sus Documentos
En Nuestros queridos objetos, los dramaturgos y directores Walter Jakob y Agustín Mendilaharzu presenta las historias y el enigma detrás de los objetos que han acumulado a lo largo de su vida y expusieron el dilema entre por qué está aceptado que soltar es saludable y acumular, patológico.
“Lo que hicimos nos provocó una mirada introspectiva, tuvimos que hacer una revisión de aquello que nos atraviesa y nos importa a ambos del mismo modo, somos un dúo. Creo que el ciclo es una buena forma de investigarse, pensarse de un modo que es novedoso para uno mismo, exponer una zona límite, privada y un poco ridícula. Uno ve que el ridículo, que puede ser motivo de vergüenza, es también un momento que cuando es aceptado y uno es querido igual, siente que encuentra un lugar para estar en el mundo”, reflexiona Jakob.
En El dibujo tiene poderes, PowerPaola realizó un cómic en vivo sobre la relación del dibujo y lo sobrenatural. Ella compara las corrientes: “Fue un diálogo con el público, y la idea era poder involucrarlo. Este género es una comunicación directa, mientras que el dibujo es un trabajo muy solitario que no tiene la retribución instantánea que la performance permite. La idea de la meditación era que cada uno pudiese entrar en el presente personal, tomarse el tiempo de observarse a sí mismo, estar quieto y reposar todas las ideas que hacen que no se esté en el presente. El dibujo tiene eso, de remitir a la actualidad todo el tiempo”.
Como cierre del primer miércoles que ocupó la exposición, su referente y realizadora invitó a los espectadores a quedarse a brindar para festejar con vino tinto en vasos plásticos, la expansión de un tipo de arte poco explorado en el país y desde este año completamente gratis y disponible en la agenda cultural.
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