Alton Voss estaba considerado entre los jóvenes más prometedores del fútbol americano en Estados Unidos, pero se hizo adicto a la oxicodona, casi se muere, robó un auto y terminó preso. Para su rehabilitación vino a Argentina y se convirtió en el mejor jugador que se haya visto en el país.
Por: Ignacio Carmona (@nachocar2) y Leandro Krysa
Alton Voss estaba solo y tirado en su cuarto, rodeado de los trofeos y medallas que había ganado a lo largo de su promisoria carrera. Tenía un cinto atado en el brazo y una jeringa en la mano. Ya le había errado seis veces a las venas, por lo que la sangre comenzaba a manchar su remera y el piso. Finalmente acertó y la euforia lo invadía. “Unos segundos después, sentí mi corazón latiendo más fuerte que nunca. Pensé que me iba a morir de un paro cardíaco”, describió Voss en Tampa Bay Times, a tres años del hecho.
Este mariscal de campo, nacido en 1988 en Michigan, era una de las grandes promesas del fútbol americano universitario. ESPN lo definía como un jugador con chances de ser muy bueno y que sólo podía perfeccionarse. Rivals.com lo clasificaba como uno de los mejores 25 mariscales de 18 años. Después del interés de más de una docena de universidades, eligió comprometerse con la del Sur de Florida.
Fue en aquella etapa de su vida que se hizo adicto a las pastillas de oxicodona y carisoprodol. Truchaba exámenes médicos cada mes para conseguir más sustancia, y después de su experiencia cercana a la muerte, Alton decidió ir a Holland, Michigan en búsqueda de un amigo cercano. “De repente tuve el presentimiento de que iba a ganar la lotería. Así que, drogado como estaba, fui trotando hasta el kiosco más cercano a comprar un boleto”, relató al canal WZZM13.
Cuando llegó al lugar vio a un hombre que había salido de su auto para hablar por teléfono y lo había dejado en marcha. A Alton le pareció lógico subirse y manejar. Así condujo 15 minutos por la ciudad hasta que llegó al cementerio. Las drogas dejaron de surtir efecto y bajó a la realidad. “Salí del auto, caminé hasta una tumba y me pareció que lo que tenía que hacer era rezar. Era la primera vez en mi vida que lo hacía. Pedí perdón”. Fue ahí donde lo encontró el policía Joe Slenk, que estaba buscando el vehículo robado. El oficial lo describió como alguien realmente sombrío, parco, que hizo exactamente lo que pidió cuando lo arrestó. La abogada Jane Patterson se hizo cargo de su caso, y después de una semana en la cárcel sugirió que el delincuente fuera a hacer un tratamiento de rehabilitación a Buenos Aires.
En junio de 2011 el jugador más descollante que haya visto la Liga argentina llegó para empezar su proceso de rehabilitación en el MCI Abasto. No fue hasta 2012 que se incorporó al equipo de Cruzados. Iban a ser sus primeros partidos en mucho tiempo, pero no era lo mismo jugar en Michigan o Florida que en Comunicaciones, donde se desarrolla la competencia local. Voss lideró a su equipo a una campaña que los tuvo invictos hasta la final, donde perdieron después de un colapso increíble en los últimos minutos. Hubo revancha y Voss formó parte de la Selección argentina que venció a Uruguay en el Silver Bowl de ese año. Aquella fue la única temporada del estadounidense en el país, ya que antes de la edición 2013 terminó con su rehabilitación.
“Alton se ganó un lugar con todos nosotros, y lo sentíamos cercano. Después del partido con Uruguay hasta le habíamos hecho una canción. Fue una lástima no poder jugar más con él”, le explicó a ETER Matías Crespo, uno de sus ex compañeros.
La capacidad de Voss de superar los problemas y su talento le valieron para ser convocado nuevamente en 2013 por una universidad, la Grand Valley State University.
Hasta el día de hoy da charlas motivacionales y juega en el equipo de su nueva facultad. Así se despidió de la Argentina vía Facebook: “¡Hoy es el día! Pasé los dos últimos años en Argentina para curarme y crear una nueva vida. Esta experiencia es algo que voy a recordar toda la vida. Crecí para convertirme en el hombre que había perdido de vista. Amo a todos en el MCI y a todos mis nuevos amigos argentinos. ¡Gracias!”.
Hoy en día, Voss vive junto al oficial que lo arrestó y su familia. Joe Slenk explica que un día un amigo suyo le dijo que su hijo estaba en Buenos Aires haciendo su rehabilitación y que uno de los compañeros era un buen jugador de fútbol. El policía buscó a Voss en Google y se dio cuenta de que era el mismo joven que había arrestado. Se pusieron en contacto por Skype y Slenk quedó impresionado por la transformación. Voss describió la relación en Tampa Bay Times: “Me hubiera resultado imposible pensar en ser amigo de un policía. Terminó siendo como un hermano”.
——————————————
A lo largo del tiempo muchos profesionales han sufrido diferentes tipos de adicciones que repercutieron en su carrera.
El caso más emblemático es el de Diego Maradona, que dio positivo por primera vez de cocaína en marzo de 1991. Uno de sus biógrafos, Jimmy Burns, así como el propio ídolo en su libro Yo soy el Diego, confirmó que los primeros contactos del jugador con esta droga tuvieron lugar en su estancia en el Barcelona. El primer positivo fue en el Nápoles de Italia y se saldó con una sanción de 15 meses. Su doping más recordado fue el 30 de junio de 1994. Cinco días antes Argentina había vencido a Nigeria por 2 a 1 en el segundo partido del Mundial de Estados Unidos. Tres años después, cuando militaba en Boca, volvió a dar positivo. Los años siguientes de su carrera fueron una pelea constante contra su adicción, que en 2000 lo llevó a La Habana, invitado por Fidel Castro, para rehabilitarse. Maradona, según él, superó su dependencia y años después iniciaría una carrera como entrenador.
Esteban Dietz, licenciado en Actividad Física y Deportes analizó en Minutouno.com: “La fama les puede ir en contra a los deportistas, es una de las causas principales. Están concentrados todas las semanas, viajan mucho tiempo, ganan mucho dinero, tienen autos lujosos. Todo puede repercutir si no tienen un buen entorno que los contenga”.
Spencer Haywood, ex jugador de la NBA, se convirtió en adicto a finales de los 70. En un entrenamiento con Los Angeles Lakers llegó a quedarse dormido y fue despedido. Se rehabilitó y ahora recorre Estados Unidos dando charlas acerca de los problemas de las drogas. “Crazy White Boy”, dice el enorme tatuaje que tiene el estadounidense Erik Ainge en su espalda. “No recuerdo cómo llegó ese tatuaje a mi cuerpo”, dice el ex mariscal de campo, adicto en recuperación a las drogas y calmantes.
Agregar comentario