En la era digital nada quedó al margen, el mercado de imágenes eróticas se expandió y con él la difusión sin permiso. Un paralelismo entre el ciber flashing y las nudes.
En pleno 2022 muchas personas continúan dando por sentado lo que el otro quiere o busca, sin consultarle previamente. Quienes poseen pensamiento crítico entienden que preguntar es fundamental para tejer vínculos y sortear situaciones de la vida cotidiana. Saben que sin el aval del otro surgen hechos terribles como abusos y violaciones. Pero sin irnos tan lejos, hay distintas situaciones que no se ponen en foco y que, con la virtualidad, se multiplicaron.
¿No pedir consentimiento es parte del formato del morbo?, ¿qué se puede hacer cuando te vulneran?, ¿cuándo se va hacer algo al respecto?, ¿qué herramientas existen para hacerle frente?.
¿Qué es el ciber flashing?
Las mujeres particularmente en edades tempranas, fueron históricamente sujetas a obscenidades y abusos, acoso callejero, manoseadas o a ser protagonistas de visualizar exposiciones grotescas de miembros masculinos. Esta última con las nuevas tecnologías, no perdieron la capacidad de trasladarse de ambiente, no solo sucede en la calle, ahora también esta exposición de partes íntimas, se comparte en las redes sociales. Con la pandemia este hecho se incrementó siendo 8 de cada 10 mujeres —según la encuesta de la Fundación Avon—, víctimas de la recepción de este material que no solicitaron pero que, por decisión del dueño del órgano sexual, tuvieron que ver. Este hecho genera violencia no solo por el claro caso de ciberacoso que se reproduce cuando envían una imagen de tal magnitud sin consultar, también promueve el miedo cibernético y la incomodidad del uso de las redes.
Malena Sol Diz tiene 21 años, trabaja en una cafetería y vive en Buenos Aires, fue una de las víctimas del ciber flashing, antes de que se conociera con ese término. Sucedió hace más de 5 años, en su plena adolescencia. Ella recuerda cómo fue el episodio: “Estaba hablando con un chico, una conversación normal y de la nada me mando una foto de su pene”. La joven gastronómica rememora que se quedó helada, se cuestionó si ella le había dado alguna señal errónea porque, como de costumbre, tras actos aberrantes las mujeres suelen repensar si son culpables, cuando en realidad solo son amedrentadas.
El ciber flashing ocurre en todos los ámbitos, edades y clases sociales. Todavía no hay una explicación determinada si es por morbo o “calentura” pero la realidad es que poco se habla sobre cómo repercute en quienes tienen que soportarlo. Malena después de 5 años recuerda patente cómo tuvo que atravesarlo sin que nadie le brindara herramientas de contención o apoyo, siendo solo una adolescente frente a un hecho que la marcó demasiado.
¿Qué son las nudes?
Estas siempre existieron pero particularmente en la pandemia se masificaron al tener que adaptarse al aislamiento. La nueva manera de generar vínculos sexo-afectivos eran las apps de citas y las redes sociales en su totalidad, de allí nacen las nudes, una práctica que en la actualidad se continúa reproduciendo. El término significa una imagen de partes, o del cuerpo completo donde el contenido es explícito y el mismo se envía a las personas con un interés erotico, amoroso, sensual, etc. Previamente se consensúa el envío y la recepción de las mismas. Las nudes fueron un tema de debate ya que varios casos se conocieron por ellas como pornovenganza, donde estas fotos se difundieron sin el consentimiento de las personas que son las propietarias y quienes las poseen, las utilizan para amenazar, manipular y violentar a costa de sus propios intereses.
Agustina Gonzalez, una porteña de 22 años, expresa abiertamente mandar nudes, aunque cuenta que el proceso para enviarlas le es difícil, “las veces que le mande nudes a una persona lo recuerdo como una mala experiencia” menciona la joven administrativa. En su cabeza siempre estaba presente el pensamiento de “¿y si las difunde?, ¿si se las pasa a sus amigos y le llega a mi familia o al trabajo?”. Recuerda un momento que debería haber sido algo divertido, transformado en una situación tensa que la hizo sentirse mal.
Agustina analiza, ”el miedo es que no hay ninguna seguridad de que la otra persona no lo vaya a difundir”. Dice que no hay certezas para que no le hagan daño cuando se enojen.
Muchas noches Gonzalez luego de enviarlas se fue a dormir pensando que haría en ese lugar, denuncia que “no hay una herramienta que apoye a las mujeres frente a estos casos”.
El ciber flashing y la difusión de contenido erotico sin consentimiento, son dos opuestos que se unen en un paralelismo concreto. Ambos hechos perjudican específicamente en su mayoría a mujeres. Siendo estos dos actos claros de una sociedad machista y patriarcal. En gran parte de los casos, los hombres envían las imágenes de sus miembros y también difunden el material de aquellas mujeres que depositan no solo su cuerpo, sino además la confianza de su imagen. El punto clave al que nos remitimos con estas similitudes es la omisión del pedido de consentimiento, la violacion completa de la privacidad y el nulo sentido de empatía. Siempre protagonizado por masculinos con un alto sentido de la autoridad frente a estas ocasiones y el resultado es una pérdida no solo del autoestima femenino, se agregan miedos, persecuciones y algunos hasta deben tratarse psicológicamente para superarlos.
“Todo se vuelve virtual, el trabajo, el médico, encontrar pareja e incluso el acoso”, considera Josefina Santos, estudiante de 3er año de la carrera de Sociología en la UBA.
La futura socióloga hizo un recorrido sobre el acoso y el ciber flashing, habla sobre que mucha gente todavía no entiende lo que es el acoso callejero y cree que mucho menos van a poder identificarlo con la tecnología de por medio.
Josefina concluye que la gente no toma conciencia de lo que generan los clicks “el anonimato es una herramienta clave para estas prácticas, mucha gente le saca mérito por el hecho de ser virtual y eso es avalar la impunidad”. Además formula que quienes deberían estudiar y trabajar las violencias de la virtualidad, no brindan respuestas de ningún tipo a las personas que las sufren detrás de las pantallas. Menciona que “la violencia se duplicó, no solo se encuentra en las calles, ahora está presente en internet”. Como militante feminista define: “esto tambien es un nuevo debate para discutir, lucharlo y ponerlo en la agenda pública”.
¿Qué se puede hacer cuando se difunden dichas imágenes?
En Argentina actualmente no hay ninguna ley que regule o penalice los hechos de ciber odio, tanto en el ámbito del contenido sexual como en otros. Recién en julio del 2022 llevaron al congreso dos proyectos de ley sobre estas prácticas, la ley “Belen” y “Olimpia” ambos llevan el nombre de una mujer víctima de los actos que se mencionaron.
La ministra de mujeres, género y diversidades, Elizabeth Gómez Alcorta durante la presentación dijo: “La violencia de género en entornos digitales es uno de los grandes temas de esta época en la agenda”. La funcionaria agregó que, con las normas vigentes, “una extorsión es una extorsión, y no importa el medio”, pero, como suele suceder en los temas de violencia de género, cuesta mucho que los jueces o la misma policía tengan la capacidad de escuchar que en esta práctica hay una extorsión principalmente a las mujeres y a los colectivos LGTBIQ.
No hay una definición que sea exacta para hacer justicia sobre estos casos, ya que para lograr un veredicto los sucesos tienen que tener un fuerte acompañamiento.
El caso de Olimpia en México, luego de que un masculino difundiera sus fotos, fue el puntapié necesario para comenzar una lucha constante que llevó a que en su país se apruebe la ley que contempla estos actos como delitos, con penas de hasta 6 años. Siendo México el primero en LATAM en sancionarlos y Olimpia un ejemplo para las demás naciones sobre resistencia y compromiso.
En cambio en Argentina, el caso que conmocionó a la sociedad fue el de Belén San Roman, una joven de Bragado, localidad de la Provincia de Buenos Aires, que a sus 25 años en el 2020 se suicidó, espués de que su pareja difundiera un video sexual.
El padre de la víctima, estuvo presente el día del proyecto de ley en el congreso y mencionó: “Ojalá que todo el calvario de mi hija ayude a otras mujeres”, expresando un pedido clave para las mujeres que sufren ciberacoso o pornovenganza.
Más allá de que existe un terrible vacío legal en estos términos, en Argentina desde el 2015 se consolidó una marea verde de mujeres y disidencias que militan por los derechos de las mujeres y del colectivo LGBTIQ+, que tejen no solo reivindicaciones para luchar, también ofrecen espacio de contención y asesorías de género, legales y más para aquellos que las necesiten. Esto logra que muchas circunstancias trágicas sean distintas e incluso se ganen batallas imposibles ante una justicia misógina.
No solo el consentimiento es fundamental para tener una relación o un vínculo con una persona, también debería ser un eje clave para el desarrollo de la sociedad. Que desde pequeños inculquen sobre preguntar y responder en base a lo que se quiere. Pidiendo permiso para accionar en actitudes que pueden repercutir en terceros. Para eso hay que ser conscientes y empáticos con otros, transmitirlo constantemente, para así no solo ahorrarnos catástrofes, también aprender a naturalizar la comunicación, la empatía y el respeto.
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