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ÉLITE, PERO AMATEUR

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La maratonista argentina habló con ETERDigital sobre cómo financia su carrera deportiva y la manera en que continúa entrenando en tiempos de pandemia.

Por Matías Trabichett

Luján Urrutia es una atleta argentina que se destaca en las pruebas de ruta: Media Maratón y Maratón. Cuando tenía 15 años, comenzó a correr. Motivada por sus compañeros de escuela, tomó la decisión de anotarse en la carrera Tandilia, una de las más importantes de su localidad. Logró, con una preparación básica, imponerse en su categoría. A partir de su buen desempeño, un entrenador vio su talento y decidió llevarla a un nuevo mundo: vivir (o intentarlo) del atletismo.

La tandilense logró el campeonato nacional de Maratón en 2016, participó en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y se quedó con el primer puesto de la Tandilia en cuatro ocasiones consecutivas (2013, 2014, 2015 y 2016).

Como suele ocurrir, en un deporte que no es profesional y con poco apoyo, Urrutia tuvo que buscar otro empleo para subsistir y poder costearse los gastos de los viajes. Hoy, desde hace dos años, cuenta con el apoyo de la marca de ropa New Balance.

-El atletismo no es un deporte profesional, ¿cómo y con qué medios podes financiar tu carrera deportiva?

-Corro para la empresa deportiva de ropa New Balance. Acá, donde resido, cuento con dos empresas que me ayudan: una ortopedia muy grande (Ortopedia Tandil) y con el apoyo de Raúl Escudero, titular de la Asociación Mutual de Empleados Municipales de Tandil y dueño de varias farmacias y clínicas de la región. Ellos siempre me dan una mano. Son una gran ayuda para asistir a las carreras, voy como invitada. Cobro un fijo y también la premiación, si es que gano.

-¿Cómo llegaste a ser patrocinada por New Balance?

-Me llamaron por resultados. A medida que participé en distintas carreras, me hice conocida. En mayo se van a cumplir dos años que firmé.

Estoy muy feliz. No solo me dan la indumentaria, también la libertad para poder elegir en que competiciones disputar. No me obligan a nada. Ellos organizan distintas maratones, entre ellas, se encargan de los preparativos de la Maratón de Londres. Me llevaron a la carrera, fue cumplir un sueño.

Es decir, contás con apoyo de privados, ¿nunca se te acercó algún dirigente del ENARD?

-Claro, es así. Solo una vez. Fue durante un poco tiempo, cuando clasifiqué a los Juegos Panamericanos de Lima 2019. La percibí durante cuatro meses. Para revalidar la beca tenía que ganar una medalla. Como no la obtuve, me la sacaron.

-Con el aislamiento social, preventivo y obligatorio perdiste entrenamientos donde corrías más kilómetros, ¿de qué manera no perdés tu estado físico?

-Estuve haciendo bici fija y elíptico. Como tengo todas las herramientas para hacer fuerza, pude desarrollar la rutina sin ningún tipo de problema, así que lo complete con fortalecimiento abdominal. Le di mayor importancia a la alimentación y la flexibilidad. Empecé a cocinar más seguido. Pude elongar, algo que no hacía antes. No le prestaba atención por falta de tiempo. Principalmente, me volqué a distintos ejercicios para mejorar la técnica de carrera.

Todos los días buscaba algo distinto para hacer. Mi objetivo fue mantenerme activa. Era obvio que el nivel que tenía lo iba a perder. Por eso, no me va a costar tanto volver porque mantuve la parte aeróbica.

-Al estar en un país que no cuenta con condiciones para desarrollar tu disciplina de igual manera que en otras partes del mundo, ¿dónde llevás a cabo tus entrenamientos?

-Ahora voy a volver a tener los entrenamientos largos. A partir de hoy (lunes) está permitido salir y realizar actividad física. Voy a regresar a las pistas y a los parques, que es donde hago mi rutina porque no cuento con la posibilidad de un centro de alto rendimiento. Realizo dos días de pista y tres de fondo en rutas. La parte de gimnasio la voy a seguir manteniendo.

Al ver a las atletas de Buenos Aires siento desventaja. Ellas cuentan con diversos sponsors, se pueden dedicar de lleno al entrenamiento y capaz allá están las condiciones adecuadas que yo no cuento acá.

-¿Qué medidas serían adecuadas para que un deportista amateur pueda vivir de su actividad sin preocuparse? ¿Cómo está la situación del atletismo actualmente?

-Es muy difícil poder vivir del deporte. A la hora de buscar marcas en el exterior, siempre recurrimos a la venta de empanadas o rifas. Hacemos un montón de cosas para poder representar a nuestro país. Nosotros tenemos un gran compromiso, falta apoyo. Por ejemplo, la pista donde entreno es municipal, la usan todos. Le falta mucho cuidado. Durante mucho tiempo, entrenamos sin luz, los baños son un desastre.

Hay muy poco acercamiento de dirigentes. Nuestro deporte tiene mucho por mejorar. Principalmente, para perfeccionar el nivel competitivo, hay que realizar concentraciones de entrenamiento y competir al máximo nivel internacional y no sentir la presión de que si todo no sale 10 puntos nunca más vas a tener esa chance.

Tener una serie de entrenamientos y competencias sirve para dar un salto en el exterior. Es importante contar con los recursos económicos y, a veces, de la intervención de la Confederación Argentina de Atletismo, única fuente de financiación, y no es necesario para todos.

Hacés mención a la falta de apoyo y los medios que recurren, al momento de ir a competir, ¿quién se encarga de los gastos generados por los pasajes y el alojamiento?

-Cuando se trata de carreras importantes dentro del país, voy como invitada. Me pagan la inscripción, el viaje, el hotel y los viáticos. Decido asistir a una por mes.

A nivel internacional, que voy a buscar marcas para clasificar a otros eventos, me las pago yo. Sale de mi bolsillo o de la gente que me da una mano en Tandil.

-Tanto para los viajes o para poder colaborar, ¿tuviste un acercamiento con alguien de la intendencia o de la Secretaría de Deportes? ¿Qué sucede con el apoyo que recibe tu deporte en tu ciudad?

-Nunca sucede eso. En Tandil ningún deportista tiene apoyo del intendente. Siempre dicen que no hay fondos necesarios para nosotros. No nos respaldan para lograr las marcas o clasificar a torneos. Tampoco nos brindan becas ni nada que se les parezca. Tenemos que buscar a empresas privadas o poner plata nuestra.

-Hiciste una gran actuación en la maratón de los Juegos Panamericanos de Lima. El deportista amateur lo vive de otra forma. Llegaste llorando desconsolada, ¿eso representó un desahogo por qué tuviste que lograr la clasificación en una carrera donde no fuiste inscrita por error?

-Fue muy emocionante desde el día que llegué hasta que me fui de la Villa Olímpica. El día de la Maratón era muy fuerte. Me veía entre las 18 mejores de América y no lo podía creer. Tuve varias emociones.

Llegué a estar por la clasificación que había logrado en la Maratón de España. Me enteré, tres semanas antes, que no había sido inscripta por error. Desde Argentina no me brindaron respuesta. En Facebook existe un Mercadillo de Dorsales de España. Se lo compré a una persona que se había lesionado y, por eso, pude correr.

-Los dirigentes de la CADA, ¿saben realmente la situación de los deportista a  la hora de tomar decisiones miran para otro lado?

-No, desconocen nuestra situación. Hay dirigentes que fueron atletas y ahora son entrenadores. No son objetivos. En la toma de las decisiones, siempre tiran a favor de sus propios corredores. Además de que siempre dicen que no hay muchos fondos para todos.

Hablás de lo económico, ¿es difícil hacer una diferencia económica?

-Sí, no te salvas. Vivís día a día, no podes hacer una diferencia en el atletismo. Voy a correr fuera del país a principio de año, generalmente eligió a Uruguay. Como hay control antidoping, muchas corredoras no asisten. Es una de las pocas donde la premiación es muy grande. Capaz podes hacer un rédito económico. Después en las otras, son carreras normales. Equivalen a un sueldo que  puede tener una persona ejerciendo un empleo.

-¿Pensás que el gobierno les da la espalda a los atletas del interior y no reciben el apoyo necesario?

-Sí, totalmente. Te acompañan cuando conseguís una marca o el pase a un Juego Olímpico. El tema es que tendrían que ayudar a que lleguen más personas. Estaría bueno que te den una mano para no realizar tantos sacrificios, como sacar plata de tu bolsillo. Que más deportistas puedan cumplir su sueño con el aval de ellos y no que aparezcan cuando ya pasaste un montón de situaciones adversas. Siempre se manejó así el atletismo. Es una lástima que se acerquen cuando tenés el resultado.

-Siendo una deportista amateur en la Argentina, ¿cómo se consigue llegar a los rendimientos que alcanzaste con un presupuesto menor respecto a los que tienen los de elite?

-Con la ayuda de las personas que te rodean. Mi entrenador sacó más de una vez plata de su bolsillo para que pueda trasladarme. También de la gente que me se me ha acercado.

En 2017, cuando fui a obtener la marca para el Mundial de Alemania, yo trabajaba en un complejo de campañas. Al volver, me quedé sin el puesto. La gente de mi ciudad me acompañó. Me han brindado mucho apoyo.

-Y hoy, ¿te dedicás de lleno al atletismo o tenés un trabajo fijo para vivir?

-Hace tres años que me decido a correr. Puedo entrenar doble turno, a prestar mayor atención en mis objetivos y viajar a competencias internacionales. Tengo más tiempo a comparación de otros años.

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“La verdad está en lo que se trafica vía la risa”

Del interior del portero eléctrico sale una voz cálida. “Ahí voy”, la misma voz que a través de una sonrisa indica el camino. Sobre la pared, tras la inmensa biblioteca, un gato Ramón mira desde la cómoda silla donde descansa. Su dueña es la psicoanalista y escritora Alexandra Kohan. Con una mirada crítica y un estilo libre de imposturas, presenta su último ensayo El sentido del humor, donde navega por las aguas de los fallidos, los desvíos y las risas.

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Del interior del portero eléctrico sale una voz cálida. “Ahí voy”, la misma voz que a través de una sonrisa indica el camino. Sobre la pared, tras la inmensa biblioteca, un gato Ramón mira desde la cómoda silla donde descansa. Su dueña es la psicoanalista y escritora Alexandra Kohan. Con una mirada crítica y un estilo libre de imposturas, presenta su último ensayo El sentido del humor, donde navega por las aguas de los fallidos, los desvíos y las risas.


¿Hay algo de la actualidad que te haya impulsado a escribir sobre el humor?

Hay algo de la actualidad que me interesa destacar en un momento particular. Cuando escribí lo del amor efectivamente había muchísima proliferación de discursos prescriptivos alrededor del amor, eso me incomodaba mucho. Lo del cuerpo surgió más por la pandemia y lo del humor, si bien es un asunto que me importa hace más de 20 años y es un tema al que vuelvo. Los últimos años se han vuelto muy solemnes y entonces me interesaba agarrar eso. Son temas que en la actualidad cobran una forma particular que me interesa discutir.

En tu libro menciónás que para vos no hay transmisión ni práctica del psicoanálisis sin risas. ¿Por qué, cómo pensás el rol de la risa en el análisis? 

La risa, el humor, son una de las cosas más emancipadoras que existen en el sentido incluso de lo instantáneo. En ese instante en el que se produce la risa algo se afloja, algo se alivia y ese alivio, por más que no se pueda constatar de manera duradera, abre y produce que pasen cosas que no pasarían. Sin la risa uno está agarrado a sus ideas, a su imagen, a sus prejuicios, a sus cosas y la risa rompe ¿no? Rompe ese modo en que cada uno de nosotros está agarrado a eso que cree que uno es y me parece que la risa en el consultorio ocurre bastante. 

En el capítulo “Usted me ofende” hablás sobre la ofensa como una reacción de nuestros tiempos. ¿De qué forma crees que nos limita la indignación a la hora de producir reflexiones o de generar debates a través del humor?

La ofensa y la indignación son dos formas del impedimento. Todos nos hemos indignado y nos hemos ofendido pero desde ahí no se puede hacer nada, solo queda detenernos y regocijarnos en la propia ofensa y la propia indignación. Son sentimientos bastante individuales y morales, “yo me ofendo, yo me indigno”, existen y no digo que está mal que existan, lo que digo es ¿qué hacemos con esos sentimientos que son muy morales cuando lo que el humor viene a proponer es otra cosa? Es una salida del impasse el humor, nos saca de esa paz del impedimento porque suspende la moral, no porque es amoral, sino porque la suspende. 

¿Crees que ofendernos y pensar que tenemos razón nos trajo donde estamos ahora?

A lo que nos llevó “me ofendo y yo tengo razón” es primero al aislamiento y a la rotura de los lazos comunitarios, no digo que eso sea lo único obvio, ni tampoco es tan directo causa efecto. Creo que si vos te encerrás en que vos tenés razón, en tu indignación y en quién tiene razón, se vuelve una lucha uno a uno y eso no tiene nada que ver con lo colectivo. Lo colectivo es justamente lo que no segrega las diferencias, lo que admite que tengamos razón vos y yo al mismo tiempo, aunque digamos cosas contrarias, como si dijera “vos tenés tus razones, yo tengo las mías, juntémonos y pensemos qué hacemos”. Para los procesos colectivos no importa quién tiene la razón, importa cuál es la fuerza que podemos obtener para para ir en contra de aquello que nos está destruyendo.

Entendiendo al humor también como ficción ¿Por qué crees que nos empeñamos en leer la ficción como una realidad fáctica?

La crisis del humor está cerca de la crisis de la lectura en el sentido de cómo leemos, cómo nos relacionamos con eso que leemos, cómo leemos todo un acontecimiento político, una ficción, una ciudad. La posibilidad de leer implica también entregarse a lo que no se sabe y sorprenderse. Si vos vas a leer una novela y confundis al autor con el narrador y crees que todo lo que hizo es expresión de lo que piensa el autor ya estás leyendo mal porque una ficción pretende ser leída como ficción no como realidad. La ficción tiene efectos de verdad, por supuesto, pero no de realidad. Mucho menos de la realidad de lo que piensa un autor. Para mí el humor va en la misma línea de la ficción. No sabemos qué verdad se articula en ese humor. La verdad no está en lo explícito del humor, está en lo que se trafica vía el chiste, la risa.

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A 17 años del Bronce de Los Pumas

En la Copa del Mundo de Francia 2007, Los Pumas lograron dos hechos históricos: ganarle dos veces al local y volver con la primera y única medalla de bronce en un mundial. En este informe, revivimos a través de algunos de sus protagonistas cada momento de aquella hazaña. 

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En la Copa del Mundo de Francia 2007, Los Pumas lograron dos hechos históricos: ganarle dos veces al local y volver con la primera y única medalla de bronce en un mundial. En este informe, revivimos a través de algunos de sus protagonistas cada momento de aquella hazaña.

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Juan Pablo Buscarini: “Hoy ya no hace falta hipotecar tu casa para filmar una película”

El premiado director argentino dio su perspectiva sobre el estado de la industria del cine, la evolución del medio de la animación y los peligros de la inteligencia artificial.

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El premiado director argentino dio su perspectiva sobre el estado de la industria del cine, la evolución del medio de la animación y los peligros de la inteligencia artificial.


A lo largo de sus 24 años como director de cine familiar, Juan Pablo Buscarini ha explorado diferentes propuestas narrativas y lenguajes estéticos; desde adaptaciones literarias, hasta películas que combinan animación 3D con actores de carne y hueso, como fue el caso de “El Ratón Pérez”, ganadora del Goya 2007. 

-¿Cómo aumentó tu interés por contar historias a medida que fuiste evolucionando vos y el mundo audiovisual?

-El interés no viene de mis padres. Mi mamá era profesora de literatura y mi papá fabricaba zapatos y carteras, pero yo desde chico soy fanatico del cine. Sin embargo, en su momento decidí estudiar ingeniería porque tenía facilidad para las matemáticas, e hice la carrera completa, pero con el tiempo empecé a soñar con formar parte de esa industria. Lo veía así; como una industria. Entendía que era un trabajo. Quizá no estaba pensando necesariamente en contar historias. A los 28 años tomé mis ahorros y me fui a hacer un master de animación a Inglaterra.

-Tu filmografía tiene un foco en el cine familiar. ¿Cómo describirías al niño espectador de la época de “El Ratón Pérez” en 2006 respecto a este de 2024? 

-Cuando hice “El Ratón Pérez” llevaba a mis hijas chiquitas al cine para ver qué películas familiares estaban dando y a ver quién iba a tener que fumarse ver. A mí me encantan las películas de Pixar porque venden igual cantidad de entradas para chicos que para adultos. Pero el streaming cambió todo. Hoy el espectador está fragmentado, desconcentrado. Una cosa es tratar de ganarte a los niños en una sala de cine y otra en las casas que pueden distraerse y pausar la película cuando ellos quieran.

-¿Entonces qué motiva ir al cine hoy en día? ¿Y para vos qué valor tiene el streaming?

-Antes las películas funcionaban con el boca en boca. Hoy en las reuniones de producción te dicen que hay que “eventizar”, un megaestreno, porque si no la gente no va. Total, después pueden verla en Netflix. A mí la combinación de streaming con salas de cine, en la que una película se estrena, y luego llega dos meses después a una plataforma, me parece una buena. Ahora los filmes originales de plataformas se piensan activamente para que les guste a todos por igual, independientemente de la región o la visión del realizador, y eso genera que se pierda identidad.

-Tu cine abordó un arte que es tan delicado y tan humano como la animación, incluso llegando a mezclar 3D y Live-Action. ¿Cómo vivís el arrasador avance de la inteligencia artificial? 

-John Lasseter, director de Toy Story, decía que pensar que la animación 3D la hace una computadora sola es como pensar que la stop motion la hace la plastilina sola. La computadora es una herramienta. Respecto de la Inteligencia Artificial, me asusta más que la realización de la animación, que incluso podría traerle oportunidades a artistas independientes, es el tema de la escritura de los guiones, que es la génesis creativa de cualquier proyecto cinematográfico. Detrás de toda decisión creativa hay un montón de reflexión. No quiero que se desvalorice eso. Una Inteligencia Artificial nunca va a poder hacer lo que hace Hayao Miyazaki. 

-Adaptaste al cine la novela infantil “El inventor de juegos”, de Pablo de Santis, con quien co-escribiste el guión, donde el protagonista tiene pasión por los juegos de mesa. ¿Qué te motivaba del proyecto entonces y que cambiaría si lo estuvieses afrontando ahora?

-Al día de hoy, el libro se sigue leyendo en los colegios. Creo que eso pasa con todas las buenas historias. La novela tiene muchos elementos que abren la imaginación y te recuerdan esos momentos agradables e íntimos, en familia, todos concentrados y compartiendo. El libro le hacía tributo a eso y yo quería que la película también lo haga. Creo que si la tratara de hacer hoy me dirían que es raro que no haya pantallas ni celulares por ningún lado.

-¿Creés entonces que hoy habría que poner videojuegos en vez de juegos de mesa?

-Si se hiciera eso, el protagonista ya no se sentaría a jugar con el abuelo, a que él le enseñe cómo jugar. El abuelo estaría en otra habitación. 

-En el ambiente artístico crece la preocupación por el desfinanciamiento del INCAA. ¿Te sucede lo mismo?

-Argentina tiene la característica de la oscilación y de ir de un extremo a otro. Cuando yo terminé el secundario estaban los militares, había un montón de censura en el cine. Después vino la ley de cine 95 y logró que se produjeran muchísimas películas. Más allá de que a veces puede haber un interés un poco personalista en las películas, es clarísimo que el diagnóstico y la decisión del gobierno actual está profundamente errado. 

-¿Qué le dirías a un joven que quiere dedicarse al cine en este país?

-Que deben aprovechar este momento de democratización que trajo la era digital, que es excelente. Se puede filmar una película profesional con un IPhone. Hay una abundancia de recursos como nunca antes. Hoy ya no hace falta hipotecar tu casa para que puedas filmar una película.

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