Por Federico Sereno (@Serenofede) y Brian Ríos
Su trabajo durante la convocatoria de Ni una menos es el de mantener el orden y asegurar protección y tranquilidad. Sin embargo, son mujeres, ahora de uniforme, pero iguales a las que marchan de civil. Esas que sufren diariamente la desigualdad de género, ya sea por un piropo en la calle, un ascenso en el trabajo, por maltrato psicológico, físico o verbal de su pareja, algún familiar u otra persona del sexo opuesto.
“No estuve en la primera marcha por trámites que tuve que hacer en la policía y en ésta tampoco porque estoy trabajando, pero claramente si fuese por mí estaría presente como una más”, relata la oficial Aguirre, de 24 años, quien hace un año ingresó en la Policía Federal. Además contó: “En las fuerzas es mucha la discriminación hacia la mujer. Te tenés que ganar tu lugar, no es como antes, pero hay mucho machismo dentro de ella. Como por ejemplo, las mujeres van a servicios más aliviados o los conductores de la patrulla son siempre hombres”.
“Te cogería toda mamita, me dijo una vez un viejo”, cuenta una oficial que prefirió que no se publicara su nombre y a su vez reconoció que el uniforme pone cierto tipo de límites para aquellos hombres que creen que es agradable recibir un piropo de ese estilo. Pero, a pesar del acoso verbal que sufrió en la calle, asegura que no participaría de la marcha y se mantiene informada del tema gracias a los medios, los cuales después de la primera convocatoria lograron difundir mucho más la complejidad del tema.
La mayoría de las oficiales entrevistadas durante la marcha coinciden plenamente en que la convocatoria funciona porque da relevancia a un tema que antes estaba callado en la sociedad. Pero dudan de su eficacia, ya que los casos de femicidios siguen siendo muy altos en Argentina y coinciden en que los “hombres” que realizan estos atropellos ante un género más “débil” no le dan importancia.
“Yo sufrí violencia por parte de mi ex novio, con quien estuve cuatro años y lo dejé. Creo que muchas mujeres esperan mucho y no tendría que ser así”, cuenta la oficial Daniela Páez, quien no ve con buenos ojos la marcha y le resulta indiferente.
“Creo que es una cuestión de educación en la familia y en el colegio. No me parece que por una marcha que realicen, así sea masiva vaya a cambiar al tipo que tiene esa mentalidad. La mujer debería dejarlo a tiempo, pero no sucede y a mí me duele ver casos de femicidios en los medios”, sentencia la oficial.
Misma profesión, mismo género, diferentes opiniones. Pero en algo coinciden todas. Cuando se sacan la vestimenta profesional y visten de civil sufren mayormente el atropello realizado por distintas personas desconocidas del género opuesto. Todas reconocieron recibir piropos lindos o agradables cuando se encuentran con el uniforme, pero una vez sin él son víctimas de la misma sociedad machista.
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