La futbolista de Aldosivi, Xoana Massola, combate por visibilizar a un fútbol ignorado por muchos dirigentes y brinda apoyo a las más pequeñas del club. Desde Mar del Plata, reflexionó sobre los cambios que comienzan a ocurrir.
Por Matías Trabichett
La imagen es instantánea. Reiterativa con el paso de tiempo. Ella, con su juguete más preciado, la pelota. En la cancha, a fuerza de gambetas, escribió su sueño. Quisieron frenarla, pero no encontraron barrera para tapar su pegada. Xoana es jugadora de Aldosivi. Y mucho más, líder y bandera para las más chicas, que buscan jugar un picadito. Cada respuesta que brinda es milimétrica y precisa, como los pases que da en el campo de juego.
-¿Cuál sería el paso esencial para que el fútbol femenino comience a crecer al punto de que se pueda pensar en vender entradas para ir a los partidos?
–Como jugadora y persona que continuamente practicó, yo me siento siempre profesional por la manera en que me dedico, más de allá de que no tenga un sueldo o las condiciones que cuentan los profesionales para entrenar. Creo que viene mucho de arriba, de la parte política. Tienen que abrir las puertas y hacer conocer el fútbol femenino. No sé si va a rendir lo mismo la venta de entradas que en un partido de hombres porque llevan muchos años de ventaja. Pero el femenino siempre existió, pasa que nunca se lo mostró. Recién ahora, de a poco, va queriendo. Hay que darle la misma importancia que al masculino. Estamos siempre ahí, a un paso.
-Respecto a los entrenamientos, ¿cuentan con un lugar propio? ¿Por qué no se les permite el uso de la cancha principal?
-En Aldosivi, el año que pasó que la Liga Marplatense organizó por primera vez el campeonato del fútbol femenino. Nos dieron el predio, entrenamos en una cancha de once sintético. El club, cada vez que jugábamos de local, nos daba la que usábamos para entrenar. Otros equipos no tienen la misma ventaja, les dan la auxiliar. Si tenés suerte, no llueve o el canchero te lo permite, podés usar la de la primera de hombres. Eso no siempre es así.En Buenos Aires, que por ahí se está más cerca del profesionalismo, pero también les cuesta que la cedan. Las chicas de Boca, River y Racing jugaron pocos partidos en el estadio. Imaginen nosotras, que estamos más lejos de lo profesional. Pero por una cuestión que los de primera tienen una sola y cuesta mantenerla. Se la evita cargar de partidos para que los chicos la tengan en mejor condición.
-Además de eso, ¿cuentan con otros impedimentos?
-No, desde que la Liga agarró el torneo y los clubes comenzaron a participar, se empezó a darle mayor consideración. Nos dieron más cosas, nos hicieron más parte del club. Todos los años fue un poquito más. A nosotras, como entrenamos de noche, nos dieron la cancha que mencioné, iluminada, y el gimnasio. Por ejemplo, el primer día, el del debut, nos dieron una caja de frutas. Cosas que no pasaban y empezaron a suceder. No todos los clubes de Mar del Plata estamos en las mismas condiciones y no siempre recibimos lo mismo.
-¿Cuáles son los puntos favorables que podrían lograr con la profesionalización?
-Es un tema muy amplio. Creo que no lo conozco del todo, aunque participo. La oportunidad la deberíamos tener todas. Desde mi punto de vista de jugadora, es darle la posibilidad a alguien que quiera pertenecer a un club. Hay muchísimas chicas que juegan y que por no poder pagar la cuota se quedan jugando en la calle. Pueden ser futuras profesionales y nunca lo sabremos.
-Cuando fue anunciada la profesionalización, la AFA otorgó ocho contratos. ¿Se pensaron en las mismas medidas en Mar del Plata?
-No se tomó ninguna decisión. Nosotras tenemos el objetivo de poder jugar en AFA. Ya sea en la primera, la segunda o en la tercera porque tenemos condiciones. Necesitamos de recursos económicos para participar. El club nos apoya hasta ahí. Cuando se anunció la profesionalización y los contratos, en Aldosivi no cambió nada. Todos seguimos con un poquito de más entusiasmo a las más chicas. Las contagiamos para que no aflojen. Pasamos esa etapa porque somos las más experimentadas. La más grande tiene 35 años; la más pequeña, 5. Hay muchísimas edades. Lo que intentamos, como no bajan línea de arriba, es orientarlas nosotras para que no decaigan. Son cambios que estamos viendo ahora. Yo tengo 30 años, recién veo algo nuevo en el fútbol femenino argentino. Quizá tengan mejor suerte que nosotras. Desde el club no bajó una línea, sigue todo igual.
-¿Siguen realizando reclamos?
-Sí, nosotras no nos metemos tanto. Sabemos que hay gente que pelea por las jugadoras como el profe o los papás involucrados. Intentan que nos escuchen y nos apoyen. Pero hay gente que no necesita del femenino ni le brinda una oportunidad.
-¿Qué medidas considerás necesarias para que las jugadoras no se sientan excluidas?
-Pasa por una cuestión de humanidad, de compromiso. Si no bajan línea de arriba para poder crecer como institución, mucha gente queda afuera y no se entera. Hay que comprometerse, como así lo hacemos nosotras con tener la cuota al día, participar con los que nos diga el club, ir a entrenar en los horarios que sea, bancarnos lo económico. Creo que las jugadoras somos las que más interés mostramos que los que nos representan.
-Entonces, los dirigentes solo aparecieron para la foto…
-Exactamente. Fue eso. Para hablar unos minutos y decir “bueno, vamos a ver qué pasa en unos meses. Cuentan con nosotros, pero hasta ahí”. No hubo un acercamiento para saber lo que se precisaba. En nuestro caso, para participar en un torneo de AFA, necesitamos viajar. Para participar del torneo tenemos que entrar a la categoría B. Llegar implica que te traslades fin de semana por medio, porque te toca de visitante. Necesitás muchísimo dinero. Debemos pagar los viáticos y el hotel. Todo sale del bolsillo de las jugadoras, más la cuota para poder entrenar. Nos toca empujar a las más chicas, pero muchas veces a las más grandes no tenemos quién nos empuje de arriba. Ojalá que el acercamiento exista y dejen de ser palabras, y las que realmente la vienen peleando se lo ganen y puedan tener otras experiencias. Esto es nada más que experiencia, amistades en el fútbol. Poder lograr que algún representante o profe te vea y te dé la posibilidad de conocer otras ciudades y clubes.
-En el último tiempo hubo un mayor crecimiento de la actividad, no sólo con torneos relámpagos, también en las plazas o en las escuelas. ¿Por qué pensás que se dio?
-Yo creo que fue una revolución. Lo que pasó con las chicas de la Selección, que estuvieron en un Mundial y la AFA con la decisión del profesionalismo en Buenos Aires. Pienso que el fútbol femenino existió siempre y constantemente hubo mujeres jugando a la pelota. Ahora se está viendo siempre porque los medios de comunicación y las redes sociales comenzaron a mostrarlo. Los chicos de 7 años ya tienen perfiles, ven e incorporan muchos conocimientos. En las escuelas se abre el tema; se deja de separar fútbol para nenes y vóley para nenas. El profe de gimnasia lo va incorporando, ahí viene todo. Ni hablar el fútbol femenino con todo lo que se está viendo. Se está logrando que se vea. Prendés la tele o mirás en Youtube y tenés herramientas. Eso hace que comiencen a contagiarse.
-¿Podemos hablar de un deporte masivo?
-Sí, tal cual. Cuando yo era chica capaz existía, pero no tenía la misma difusión. A los 8 años tenía que jugar con todos varones. No había tantas mujeres. Había una o dos que se prendían para completar los equipos, no eran las apasionadas que hoy se ven. Te encontrás con chicas de 5 o 6, con pelota bajo el brazo, que te invitan a jugar. Es muchísimo el crecimiento, y va a haber mucho más.
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