SOCIEDAD
“EN ESTA ESCUELA CASI NO SE GRITA”
La pedagogía Waldorf propone un enfoque educativo diferente, que cada vez más familias elijen. Un jardín de infantes donde hay talleres de filosofía y una primaria sin calificaciones ni exámenes, son dos de los ejemplos en la ciudad de Buenos Aires.
Por Úrsula Asta (@ursuasta), Paula Amatista (@PaulaAmatista), Sandra Acosta (@sabdraleda), Erika Silva (@7Erika) y Mabel Gill Ojeda (@MabyGillOjeda)
La puerta abre espacio a una angosta y acogedora escalera, que a priori no parece salirse de lo común. Al llegar al hall de entrada, ese último peldaño da la bienvenida a un lugar con olor a hogar. Las paredes están decoradas con colores y plantas. Hay flautas, violines y guitarras. De fondo se escuchan risas, corridas. Al salir al patio, hay más vegetación, flores, muchas macetas. Además, un grupo de niños que corren sin uniformes. Aunque todo indique lo contrario, es un colegio.
Las aulas de jardín de infantes tienen juguetes hechos de lana, fieltro y madera. Casi todo es así: las mesas, las sillas, los autos de juguete. En una pared descansan telares que los nenes usan como primer acercamiento a las matemáticas. Permiten conocer la sincronicidad y la alternancia. De la misma manera, las aulas del nivel primario poseen mesas y sillas de madera, los respaldos son de lana. En todo el colegio se evita el plástico. Cada pizarrón tiene dos alas, como si fueran una ventana que al cerrarse forman un segundo pizarrón. Allí, cada docente se encarga de hacer un dibujo con todas las tizas de colores del tema que se trata en esa semana. En este caso, un San Martín con la Cordillera de los Andes de fondo ilustra el espacio de los estudiantes de quinto grado.
La pedagogía Waldorf lleva más de setenta años en el país, y sigue creciendo. Basada en la filosofía de Rudolf Steiner, que fue creada en 1919, esta forma de enseñanza postula a las personas como seres tripartitos: cuerpo, alma y espíritu. Así, se educa a niños y niñas integrando todos los aspectos. La metodología también propone el juego como herramienta de enseñanza, como un móvil para incentivar tanto las capacidades creativas como las madurativas.
El colegio Juana de Arco surgió de una de estas experiencias pedagógicas. Tiene jardín y colegio primario. Abierto en 1994, contaba apenas con 36 niños. Hoy son 220 los chicos matriculados y para 2015 se planea abrir el secundario. Juana de Arco es el único colegio Waldorf de la Ciudad de Buenos Aires que posee, además de nivel inicial, educación primaria. Llegó al año 2000 con 48 niños, y al 2008 con 148. Cada año son más de 40 las familias que quedan afuera por no tener cupo. Por esa razón son varios los proyectos para abrir nuevas escuelas.
¿A qué se debe el impacto de estos colegios? La directora de la institución, Lucía Martínez, junto con la ex directora, Marta Furchi, detalla el trabajo del día a día en un lugar donde no existen las calificaciones y los exámenes aparecen recién en séptimo grado. “Tenemos la currícula oficial. Respondemos a los planes de estudio oficiales. La diferencia no es qué enseñamos, sino cómo lo hacemos”, sonríe Martínez. La filosofía antroposófica, la ciencia del hombre, es el apoyo teórico filosófico que tiene este tipo de colegios. De esta manera se trata de acompañar al niño en sus etapas de crecimiento divididas en septenios. “El primero es el jardín, donde no se hacen trabajos intelectuales hasta los siete años, ya que a esa edad todavía se encuentran en crecimiento todos los órganos internos y creemos que esa energía vital debe estar depositada allí. Le siguen la primaria y, después de siete años, la secundaria”.
Como este lugar, hay otros en la provincia de Buenos Aires. Sólo cuatro de ellos poseen nivel secundario. Asimismo, la pedagogía Waldorf se encuentra presente en algunos otros lugares del país, como Córdoba, San Luis y Río Negro. En la Ciudad porteña, por su parte, si bien hay una sola escuela, hay varios jardines que han ido aumentando la cantidad de alumnos en sus aulas. Es el caso del colegio Horizontes, que tiene una pintoresca vista a la estación Coghlan de tren.
Ubicado en una construcción que data de los años 20 -una gran casona estilo inglés con parque al frente y árboles en el patio-, este espacio fue creado en 1968 y desde entonces respetan su lema de cabecera: “Aprender creando, crecer pensando, hacer sintiendo”. Es fácil de identificar por qué las arcadas de los ventanales están pintadas de naranja brillante.
“Hemos tomado un poco de cada uno de los que pensaron la pedagogía de una forma diferente y creamos este proyecto, donde los niños son protagonistas. Desde el jardín toda la enseñanza es a través de lo lúdico, lo artístico y trabajamos para formar personas capaces, sensibles y creativas”, enfatiza Teresa Falcón, directora de la institución. Las aulas no albergan a más de 15 chicos, siempre según el nivel y no la edad. Eso hace que todos se conozcan, y que los docentes puedan seguir de cerca el desarrollo de cada niño. Entre sus características, esta es una “escuela integradora”, según su directora. A ella concurren estudiantes que tienen necesidades educativas especiales, como trastornos motores, epilepsia, retraso madurativo, entre otros problemas de aprendizaje.
Este jardín brinda a los niños, así como lo hace el Juana de Arco, talleres de filosofía. Esto permite desarrollar las habilidades del pensamiento y de escritura. Hacen sus propios libros. En la oficina de la dirección de Horizontes hay estanterías repletas de libros hechos por los chicos. “Ellos hacen los diseños, los arman y hasta los cosen”, detalla Falcón sin esconder orgullo.
La creatividad y el arte son propios de esta pedagogía. En el colegio de Villa Crespo, las jornadas se dividen en tres módulos y las primeras dos horas son las más importantes del día: “Se trabaja con el ritmo y, con movimientos, se hacen cantos, rimas. La segunda parte tiene que ver con el pensar, que es el contenido propiamente dicho, con todas las materias comunes”, señala su ex directora. Después, es el turno de la parte más narrativa y relacionada con el sentir. Otro rasgo distintivo a nivel curricular es que la enseñanza responde a épocas, hay tres o cuatro semanas de matemáticas, otras cuatro de lengua y así todo el año. No es por horas.
El aprendizaje responde a una estructura vivencial en los colegios Waldorf. Hay excursiones todas las semanas. El Juana de Arco suele llevar a los chicos a almorzar al Parque Centenario, que está a pocas cuadras. “Tratamos de educar al niño en su plenitud, no solamente su cuerpo o la inteligencia, sino más bien integralmente”, postula Furchi. Desde la educación del alma, se los provee de un colchón emocional, “Los chicos son más abiertos, resistentes a las frustraciones y también se trata de educarlos para la salud”, dice. Y agrega: “Te voy a decir lo que dijo mi hijo a los 15 años: La escuela Waldorf te desestructura el pensamiento”. Estas características generan críticas de sectores que dicen que este tipo de educación carece de límites. Según Lucía Martínez se los “educa para la libertad”, lo que no quiere decir que no existan límites, o una dinámica con roles y rutinas instituidas.
Una de las razones por las cuales los padres se vuelcan hacia este tipo de emprendimientos que ya llevan varios años en Argentina, se debe a que salen de la educación tradicional. Se busca así, un trato más personalizado hacia el niño. La directora del colegio Juana de Arco indica que para tratar la individualidad de cada chico, se mantiene un mismo docente durante los siete años de escolaridad. Se logra una situación de cercanía muy diferente a la que se acostumbra. Además, la búsqueda de las familias también tiene que ver con encontrar un ámbito de afecto para sus hijos: “Los nenes necesitan mejor trato, con mucho afecto. En esta escuela casi no se grita. Eso es fundamental”.
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La pedagogía Waldorf nació en 1919 y su historia es muy particular. Durante ese año, el pensador y científico alemán Rudolf Steiner visitó una fábrica de cigarrillos: la Waldorf Astoria. Una vez allí, con una coyuntura política y social bastante delicada, el científico habló sobre la necesidad de un cambio social. Para explicarlo, expuso la necesidad de cambiar la forma organizativa y desarrolló su teoría de la “Tri formación social”. Una vez concluida la charla con los trabajadores de la fábrica, su dueño, Emil Molt pidió a Steiner que creara una escuela para los hijos de los obreros.
Con una teoría revolucionaria tanto para su época como para el siglo XXI, el científico expresó que para llevar adelante este proyecto ponía cuatro condiciones: “Que la escuela estuviera abierta a todos los niños; que fuera para ambos sexos; que comprendiera hasta el 12º grado; que quienes están en verdadero contacto con los niños, es decir los maestros, tuvieran la conducción pedagógica de la escuela con la menor interferencia posible por parte del estado”. De esta manera, cinco meses después se inauguró la primera institución educativa Waldorf, que recibe su nombre por la fábrica de cigarrillos. Años más tarde estas escuelas fueron prohibidas por el régimen nazi en la década del ’30.
SOCIEDAD
“La Catedral de Francisco”
Cientos de fieles dejaron sus oraciones y ofrendas en el templo que vio pasar a Jorge Bergoglio como cardenal primado de Buenos Aires. Cómo fue la despedida al “Papa de los pobres”.

A esa hora en la que Plaza de Mayo se deja ganar por la noche y los autos iluminan junto al alumbrado público, las escalinatas de la Catedral Metropolitana se convirtieron en un altar urbano. Velas encendidas, otras ya derretidas; ramos de flores frescas apoyados sobre las columnas que tienen pegadas banderas argentinas y papales, rosarios, estampitas, camisetas de San Lorenzo y cartas escritos a mano. Sobre Rivadavia, un retrato en tiza del Papa decora el asfalto como si su figura emergiera desde ese suelo que alguna vez lo vio caminar.
Detrás de las cámaras de TV de los medios nacionales e internacionales, y de los vendedores de recuerdos sobre las escalinatas, hay un murmullo bajo que envuelve. Gente que reza, que conversa en voz baja o que simplemente está. Turistas, creyentes, algunos que no se identifican con ninguna fe. Todos llegaron allí por alguna razón. Edgardo y Jazmín, una pareja peruana que observa en la entrada de la Catedral, comenta que estaban de visita cuando sucedió la muerte del sumo pontífice. “Era muy humilde, incluso ahora, en su despedida. Esperamos que el próximo Papa siga su legado, pero sabemos que en nuestra vida no veremos otro latino”, dice ella.

Unos pasos adentro del templo, un perro callejero duerme justo debajo de la cartelera que anuncia las misas y ceremonias especiales a la ocasión. No estorba el paso. La gente lo rodea, lo mira e incluso le toman fotos como si también él formara parte de esta escena serena y devota.
Adentro, el ambiente se vuelve más íntimo. Los pisos de mármol y las paredes macizas contienen la emoción de quienes ingresan. Aquí ya no hay medios de comunicación ni vendedores ni ruidos molestos. Solo pasos lentos y un murmullo que acoge.
Al final del pasillo de la nave principal, a pocos metros del altar donde Bergogliocelebraba misas, un escritorio exhibe un libro abierto. La gente se acerca a firmarlo, a dejar un mensaje, una oración. Al lado hay un cartel escrito con letras simples: “Francisco. Recibir la vida como viene”. Detrás, custodiado por cadetes de la Policía Federal vestidas de gala, un cuadro del Papa con su tradicional túnica blanca y su cruz plateada. Al costado, la mitra y el báculo que él utilizó cuando era cardenal primado de Buenos Aires. Todorodeado de coronas de flores blancas sobreel piso.
Frente a ese altar se detiene Daniel, un joven brasileño que también reflexionó con ETER Digital sobre los desafíos del porvenir: “Francisco fue un hombre del futuro que luchó por los que no tienen voz. No creo que haya otro como él. Quien lo suceda tiene una tarea inmensa: sostener un legado difícil de olvidar”.
Sentada sobre los viejos bancos de madera, una mujer llora hasta con el cuerpo. Se tapa la cara mientras a su lado un hombre la abraza y un niño mira sin entender demasiado. La imagen se repite varias vecesen otros bancos: la del duelo compartido en familia y entre generaciones.
A pocos metros, tres hombres se detienen frente al mausoleo de José de San Martín, que esta vez tiene menos protagonismo que de costumbre. Hoy todos los ojos y gestos parecen estar dirigidos a Francisco.
El reloj se acerca a las 20 cuando los policías que rondaban por los pasillos anuncian el cierre de la Catedral. Pero afuera el recuerdo sigue. Una señora mayor, de pelo corto rojizo y mirada vivaz, camina con paso seguro hacia un móvil de televisión: es conocida como “La Señora de los Velorios”. Pero esta vez no vino exclusivamente por eso. “Yo vine hoy por él. Era una persona muy humilde. En las misas de San Cayetano saludaba uno por uno sin importar la cantidad” de gente que hubiera, recuerda. Orgullosa de que haya sido argentino, Mari reivindica la relación del Papa con su Patria: “No me molestó que no volviera a Argentina. Su misión acá ya estaba cumplida”.

La Catedral Metropolitana, la Catedral del Papa, no parece estar triste sino más bien emocionada, como si supiera que Francisco no se irá del todo. Que lo que deja no cabe en una tumba sino en los gestos, palabras, luchas y convicciones que muchos fielestomarán como bandera.
Desde la vereda hasta el altar, este lugar que alguna vez fue la casa de Bergoglio hoy vuelve a serlo. Por una noche al menos. O al menos por esta despedida, por la historia que empezó en estas baldosas donde ahora se vuelve a rezar por él.
SOCIEDAD
Sabe la Tierra: comunidad, sostenibilidad y compromiso
La feria que tiene como objetivo cuidar la tierra y generar un vínculo entre los pequeños productores y los consumidores “rescatando la relación humana más allá de la compra-venta” está por cumplir 15 años. Conocé cómo se originó el proyecto que tiene en la actualidad mercados semanales en la Ciudad, Vicente López y Necochea.

La feria que tiene como objetivo cuidar la tierra y generar un vínculo entre los pequeños productores y los consumidores “rescatando la relación humana más allá de la compra-venta” está por cumplir 15 años. Conocé cómo se originó el proyecto que tiene en la actualidad mercados semanales en la Ciudad, Vicente López y Necochea.
Va cayendo el sol en el Parque Las Heras y la primavera se hace notar con su típica brisa de la última hora de la tarde. La esquina de French y Coronel Díaz es una postal de domingo: en el frente se alzan los puestos de la feria de consumo consciente más famosa de Buenos Aires, con sus toldos blancos y sus características mesas forradas de arpillera en las que se lee su emblema: “Sabe la Tierra”.
De fondo, el atardecer. La calesita que completa el cuadro da sus vueltas finales despidiendo a los niños que ríen y juegan hasta el último minuto antes del cierre. Los feriantes siguen vendiendo. El ambiente huele a fruta, a inciensos, a la vainilla de los postres caseros que ofrece uno de los puestos. Cada sección tiene sus olores, sus colores y sus sabores, según los productos que ofrecen, y son tan intensos que parecen elaborados para que los consumidores puedan llevarse un pedacito de naturaleza a sus hogares citadinos.
Seguramente cuando Angie Ferrazzini pensó este espacio que uniría a pequeños productores, emprendedores y artesanos para conectarlos con el público, no se imaginó que terminaría gestando toda una propuesta cultural que ofrecería desde mercados itinerantes que recorren la ciudad hasta talleres de cocina y horticultura.
Hoy, quince años después, la creadora de esta organización cuenta que Sabe la Tierra recibe cada mes alrededor de cincuenta mil personas en los más de cincuenta mercados y festivales que se presentan en diferentes barrios y ciudades. “Somos un equipo de 30 personas que creemos en otra forma de producir y de consumir”, contaba en la Charla TED que presentó en Necochea en 2023.
Y agregó en esa presentación: “Se me ocurrió crear un mercado de productores donde se pudieran encontrar los productores con los consumidores, promover el bien común y generar lazos de confianza. Esta fue la idea inicial para el proyecto hace 20 años”.
Como suele suceder con los grandes soñadores que cambian realidades, Angie comenzó a vivir su sueño en su propio jardín: no contaba con el capital necesario para sostener una gran exposición en un centro de convenciones como habría querido por ese entonces, pero eso no la detuvo. Con el propósito firme y la visión clara, esta exponente de la cultura naturista convirtió su casa en el espacio que sostendría el puente entre las dos puntas del mercado sustentable: productores y consumidores. Hoy, ese mismo puente se extiende a lo largo de trece locaciones distribuidas por todo el país.
“Venimos porque nos gusta comprar productos orgánicos y porque nos encanta el ambiente de la feria”, dice Candela, una joven que pasea con su familia y se detiene en cada stand observando con atención los productos exhibidos. Como ella, muchos de los clientes que visitan el lugar son fieles a la filosofía de la organización, que tiene seguidores desde sus inicios, cuando solo podía encontrarse en su primera locación formal: la estación San Fernando del Tren de La Costa. Desde allí fue expandiéndose como lo hacen los fenómenos culturales cuando saben atender necesidades sociales.
Más de mil puestos de trabajo generados demuestran que Sabe la Tierra no es solo un modelo de consumo responsable, sino también de economía sustentable. Este mercado consciente abre sus puertas para que cualquier emprendedor pueda desarrollarse y ofrecer productos de calidad. Tal es el caso de Luisa, el talento detrás de los mejores tequeños de la zona, que cautivan paladares de todas las edades en la carpa de comida venezolana.
Luisa recibe a las personas que se detienen en su mesa con una amabilidad especial, invitándolos a degustar un bocadito de empanadas típicas de su país. Con una sonrisa amplia acompaña el son caribeño que lleva en el habla. Cuenta que vive en Argentina hace cinco años y que forma parte de la feria hace tres; y que gracias a este espacio es capaz de mantener a su familia y que incluso pudo pagar un viaje de visita a su entrañable Caracas.
“La feria nos cambió la vida. Estamos agradecidos por esta fuente de trabajo que nos permitió lograr la anhelada estabilidad económica”, afirma emocionada. Esta emprendedora, que supo sobreponerse a los embates de la expatriación e insertarse en el mercado laboral de nuestro país a través de su vocación en la cocina, es un ejemplo del impacto que tiene en los trabajadores este espacio de comercio justo y consciencia. Para esta comunidad, los valores agroecológicos y el compromiso fueron la clave del crecimiento.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
Además en ETER DIGITAL:
Consumo de alimentos procesados: el tabaquismo del siglo XXI
SOCIEDAD
Cómo fue la toma de estudiantes en defensa de la UNTREF
En octubre del año pasado, luego de una resolución del Centro de Estudiantes de la universidad pública, se decidió hacer un plan de lucha en contra del hostigamiento a la comunidad universitaria y las políticas de desfinanciamiento del actual Gobierno.

En octubre del año pasado, luego de una resolución del Centro de Estudiantes de la universidad pública, se decidió hacer un plan de lucha en contra del hostigamiento a la comunidad universitaria y las políticas de desfinanciamiento del actual Gobierno.
“Universidad tomada” advierte una bandera en la puerta de la Sede Lynch de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF). Son las ocho de la noche de un miércoles de octubre en el barrio de Sáenz Peña y la vereda de la sede abunda de información.
Una clase abierta donde los alumnos sentados en ronda en pupitres azules escuchan atentamente al docente. A metros, estudiantes se reúnen distendidamente algunos de ellos con sus mochilas, mientras otros cargan bolsas con acolchados y sábanas para pasar la noche en su casa de estudios.
La UNTREF se encuentra tomada con vigilia hace exactamente siete días luego de la Resolución Interclaustro -realizada el 10 de octubre de 2024- donde participaron docentes, no docentes, estudiantes y graduados.
La decisión fue una toma organizada que garantice la continuidad de las clases y que incluya un plan de lucha para visibilizar el reclamo presupuestario por las universidades nacionales. “Estuvimos todo el fin de semana organizando el cronograma, nos acostamos a las 4 de la madrugada para levantarnos a las 7”, comenta Lucho Borzatto, estudiante de la Licenciatura en Logística e integrante del centro de estudiantes.
A lo lejos se escuchan los murmullos de otra clase abierta que sucede en el sum del edificio, donde se encuentran el buffet y la fotocopiadora. Las luces son tenues porque el docente proyecta diapositivas para el desarrollo de la clase. En simultáneo, alumnos salen de sus aulas, algunos vuelven a sus hogares, otros se reúnen en allí o en la vereda para pasar parte a sus compañeros sobre su desempeño en los parciales. Las paredes del establecimiento aún conservan afiches pegados de otras cátedras y no faltan los carteles con consignas como “No caímos en la universidad pública, la elegimos”.
“La gente camina como un caballo por acá, no habitamos la universidad, muchos venimos a cumplir, siento que eso está cambiando”, comenta Lena Blanco, estudiante de la Licenciatura en Gestión del Arte y la Cultura mientras toma el último sorbo de mate. Está sentada delante de la bandera de su carrera que pintaron para la Marcha Federal Universitaria de abril. Además, expresa su sorpresa al ver la cantidad de carteles pegados en las paredes: “Antes no se podía poner nada, no encontrabas ninguna expresión más que las típicas que hay en los baños”.
Alrededor de 200 alumnos de la UNTREF se organizaron y formaron comandos divididos en distintas áreas. “Tomar la universidad no es joda”, indica Lucho y agrega: “Requiere de mucho trabajo y sacrificio”. Y así es, los comandos se dividen por área: prevención y logística, agenda cultural, documentación audiovisual, comidas y alimentos, higiene, prensa y comunicación, entre muchas más. De esta forma, se suman a los cientos de miles de estudiantes involucrados en el plan de lucha a lo largo y ancho de todo el país.
A partir del veto del Presidente Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario, las tomas en las facultades brotaron como pasto después de la lluvia. Un relevamiento de la FUA (Federación Universitaria Argentina) indicaba en ese entonces que ya eran más de 30 edificios tomados, mientras que asociaciones civiles como Argentinos por la Educación afirmaban más de 80.
Incluso fue un momento donde algunas universidades fueron tomadas por primera vez, como fue el caso de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). La amenaza por el desmantelamiento de las universidades nacionales puso en alerta a todos los estudiantes en cada rincón del país y los convocó a organizarse para defender su futuro.
*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.
Además en ETER DIGITAL:
Pablo
12/11/2013 at 10:54 pm
Los felicito por la interesante nota, me hicieron comprender mejor que significa la educación waldorf
Ingrid
22/11/2016 at 2:35 am
Mi hijo hoy tiene 10 años y es hijo unico esta finalizando su 4° grado y estamos entre él Marcelo, mi marido Adrián y yo Ingrid buscando opciones de colegios secundarios que le den la posibilidad a marcelo de desarrollar todo su potencial intelectual espiritual y artistico entre otras cosas y que lo prepare para la vida desde un lado ” mas real ” siendo el mismo. La nota nos sirvió mucho para entender un poco mas el significado de la educacion waldorf. Si bien falta aun para ese paso, el de la secundaria, nos sentimos en la necesidad de ir conociendo un poco mas cada dia de uds. Agradecidos de la informacion que brindan. Y si pudieran orientarnos con info sobre la escolaridad secundaria estariamos agradecidos.
Marcelo. Adrian. Ingrid