En épocas de cambios presurosos y cosas efímeras, hay chicas adolescentes y jóvenes que eligen volver al barroco y traer la cultura del siglo XVI a nuestros días. Y para hacerlo, se visten como muñecas antiguas. Aquí, el testimonio de una de las seguidoras del llamado movimiento “Lolita”.
Por Natali Toiw (@natali_toiw), Sol Goldin, Martina Dentella, Emmanuel Coria, Luis Reynauld y Martina Stelian.
El amor al detalle, la inspiración en iconos históricos como María Antonieta y Alicia en el país de las maravillas o salir a tomar el té, son algunas de las cosas que definen al movimiento Lolita como una alternativa social. Es de esta subcultura de la que Juliana se enamoró en 2007. “Lo que más me atrajo fue la estética. Yo amo la historia y siempre quise usar los vestidos que veía en las películas, y el Lolita era una forma moderna de reinterpretar eso”, cuenta Juliana o “Lessie”, como se la conoce en el movimiento.
Lessie es una de las Lolita originales del país. Estudia ciencias políticas en la UBA y tiene un blog de moda. Es amante de la historia europea y la literatura inglesa. A pesar de tener una vida por fuera de los vestidos, nunca deja de ser Lolita: “Hay sentimientos y sensaciones que no se pueden explicar a menos que los hayas sentido, y el Lolita tiene mucho de eso. La primera vez que te pusiste un vestido y saliste a la calle es algo que no te podes olvidar porque se necesita mucho valor para atreverse a hacer algo que puede atentar contra tu seguridad, porque la gente le tiene miedo a lo que no es usual o “normal”, hay que ser valiente y no es para todos.”
Cada una de ellas tiene su propia historia. Cada una puede contar por qué eligió este camino y lo sigue eligiendo. Algunas, por el simple gusto por la moda y otras porque ven más allá de la cuestión estética y sienten esa filosofía como una forma de vida. “Lo más visible del Lolita es lo estético, pero la gran mayoría de las chicas que forman la comunidad tienen alguna relación con el arte; sea música, costura o pintura. Hay mucho amor por la historia y la literatura clásica, por retomar costumbres antiguas que son de las clases aristocráticas europeas, como la ceremonia del té o usar parasoles para taparse del sol”, comenta Lessie.
El movimiento Lolita se inició en Japón entre los años 70 y 80, como una ironía respecto del papel que ocupaban las mujeres en una sociedad sumamente machista. Si bien los vestidos que se adaptaron no tienen inspiración en la moda japonesa como los kimonos, estos trajes Lolita nacen a partir de los movimientos Victoriano inglés, el pop estadounidense, el Barroco y el Rococó francés.
“Los vestidos en sí son considerados obras de arte, porque están llenos de detalles y cosas únicas, no es algo masivo, no hay millones del mismo vestido, las marcas hacen unos 200 para todos y listo; esto es diferente”, dice Juliana. Por eso las condiciones estéticas son bastante estrictas. “Hay reglas que mantener porque son las que definen la silueta y todo. Los estilos personales van evolucionando. La silueta básica consta de una falda acampanada a la cintura hasta las rodillas con una enagua abajo. Camisa, medias, zapatos y accesorios en el pelo”, agrega.
Si bien la comunidad Lolita es abierta y los estilos se personalizan con los enfoques, hay cosas que no se deben hacer, como usar minifaldas o cualquier otra prenda que implique mostrar mucha piel. Las telas y puntillas de mala calidad y las zapatillas, no solamente están mal vistas, sino que quedan estrictamente prohibidas.
¿Cómo puede uno conseguir un traje Lolita? Lessie explica que “en la gran mayoría de los casos los vestidos se compran en marcas que se especializan en eso o también los puede hacer quien lo va a usar. El corte y los detalles que pueda tener un vestido comprado en Japón via Internet, sin impuestos ni envío, cuesta aproximadamente 250 dólares. Hay más baratos y más caros, pero ese es el promedio. Sin contar camisas, medias,zapatos y accesorios. Un conjunto de pies a cabeza de marca japonesa puede llegar a salir 800 dólares. Pero no tiene por qué ser necesariamente una actividad costosa. “También se pueden comprar vestidos por subasta, segunda mano o rebajas en las tiendas, entonces alguno que originalmente salía 200 dólares, lo podes conseguir a 90”.
Dos veces al año la comunidad Lolita festeja el “Día Internacional del Lolita”, que se celebra en Europa, Australia y América, siempre el primer sábado de junio y el primer sábado de diciembre. Ese día las distintas comunidades suelen juntarse y hacer una actividad especial. “Vamos a tomar algo a una confitería o ver alguna muestra de arte. Lo típico es salir a tomar el té, pero cada uno hace lo que quiere cuando se junta con sus amigos”, comparte Lessie.
Uno de los mayores desafíos del Lolita, además de conseguir los vestidos, es enfrentarse a la reacción de la gente. “Hay de todo: el que te pide fotos, el que te las saca sin permiso, las que te preguntan si actuás en algún lado o por qué estas vestida así; las nenas que creen que sos una princesa; las señoras mayores a las que les encanta y los desubicados que gritan estupideces. La mirada de la gente es algo constante e inevitable, pero con el paso del tiempo cada vez te importa menos”, explica.
Hoy en día, a más de 40 años del inicio del movimiento, la definición de Lolita se reinventa y se re significa según quien se ponga los zapatos. Para algunas de las chicas estas muñecas modernas son la expresión de su femineidad, para otras una moda o un gusto estético. Sin embargo para Lessie, significa algo totalmente distinto: “Yo vengo de la escuela en la que el Lolita es una forma de vida. Yo soy Lolita siempre, todos los días, todo el tiempo, no sólo cuando tengo un vestido puesto. Para mí es una exteriorización de mi personalidad, de lo que me gusta y me hace feliz. Es un amor por detalles que capaz pasan desapercibidos a los ojos de otros. Es vestirme para mí y no para los demás, y ser enteramente yo”.
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ESTILOS LOLITA
El movimiento Lolita es variado en edades y también en estilos, pero los principales son tres: El Sweet, el Classic y el Gothic.
“El Sweet,- el dulce o tierno traducido del inglés- es lo pop, con colores pasteles, muchos moños, puntillas y diseños más infantiles.
El Classic que se considera el estilo más maduro porque suelen ser colores fríos, florales y cortes que son de inspiración victoriana o barroca
El Gothic que es el que primero apareció e hizo que se popularizara el movimiento, donde principalmente usan colores oscuros como negro o azul y motivos propios de la cultura gótica, como cruces y catedrales.”, explica Lessie.
A partir de esos tres estilos se fueron creando derivaciones que en realidad no se consideran como vestidos Lolita en sí, sino más bien como etiquetas puestas en la cultura occidental.
“Las Lolitas japonesas no hablan de estilos sino del foco del conjunto, por ejemplo inspirado en algún cuento, en algún color en particular. Las divisiones son algo occidental”, aclara.
Pero sería erróneo decir que solamente mujeres componen este interesante mundo; también hay hombres que se incorporan al amor por el arte, la belleza y la historia. Para ellos, la variedad estilística es limitada, pero pueden optar por el estilo Kodona, el Dandy y el B- Lolita.
El estilo Kodona, es infantil. Usan chalecos, camisas, pantalones por la rodilla, galeras y zapatos con punta redonda. El estilo Dandy, adopta características maduras que se inspiran en la era Victoriana y del Rococó. El B lolita son los chicos que visten el estilo Lolita de mujer. Ellos aclaran que no son homosexuales ni transexuales, sino que los enfoques femeninos les sientan mejor.
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