Julio Gauna tiene 38 años y juega en Deportivo Paraguayo, equipo de la última categoría de Ascenso del fútbol nacional, mientras se prepara para reanudar los entrenamientos de cara al un nuevo torneo.
Por Ezequiel Gude y Matías Gutiérrez
Desde el 20 de marzo, Argentina se encuentra bajo emergencia sanitaria y el aislamiento social preventivo y obligatorio es una realidad que afecta a todos los ciudadanos. Julio transita la cuarentena en su casa, en la localidad de Bella Vista. Actualmente se encuentra aislado porque su abuela de 92 años, que vive al lado de su casa, padece de COVID-19. A pesar de ello, lució distendido y respondió cada pregunta con buena predisposición.
-¿Cómo te encontrás físicamente y cuál es la condición actual del equipo?
-Hace poco dejé de entrenar y con mi hermano comenzamos un emprendimiento de ropa en la calle Avellaneda. Cuando nos den el visto bueno para reanudar las prácticas vuelvo a mi faceta de jugador. Mis compañeros nunca dejaron de entrenar. El gerenciador del club nos facilitó un espacio para comenzar a movernos para no perder el ritmo y estar preparado para la vuelta.
-Se nota que sos una persona que cuida su físico. ¿Cómo sobrellevás todo este tiempo de aislamiento sin poder entrenar ni jugar a la pelota?
-El primer mes y medio de cuarentena entrené a morir en la puerta de mi casa hasta que una vecina me denunció. Tuve que dejar de hacerlo porque me traía problemas con los vecinos. Una noche vino un policía a notificarme de la denuncia. Es un barrio de gente mayor y al principio había mucho desconcierto y poca información respecto al virus y a las formas de contagio. Hace poco reabrí la escuelita de fútbol, ahí tengo el espacio y los elementos para ejercitarme. Estoy tranquilo porque había hecho una gran pretemporada y me voy a poner en forma.
-¿Cómo fue la reapertura de la escuela de fútbol que dirigís?
-Pudimos volver con muchos protocolos. En el predio donde trabajamos tenemos tres canchas y podemos dividirlos en grupos de hasta nueve personas. Los padres de los niños firman una declaración jurada para informar que no estuvieron en contacto con personas contagiadas y antes de comenzar les tomamos la temperatura. Sanitizamos todos los elementos que se utilizan y mantenemos el distanciamiento para minimizar la posibilidad de transmisión del virus.
– La situación económica de los clubes de Ascenso es complicada y uno de los ingresos que los jugadores reciben son los viáticos. ¿Tuvieron problemas para cobrarlos? ¿Qué tipo de auxilio reciben?
-La situación de los clubes no es buena y la mano viene complicada para todos. El gerenciador de Deportivo Paraguayo montó una empresa para vender alcohol en gel y nos propuso vender el producto para repartir la ganancia entre nosotros. Los fondos que conseguimos se los dimos principalmente a los que todavía no habían cobrado los viáticos. Yo me las rebusco. También hice trabajos de albañilería y ahora estoy con todas las energías en el emprendimiento con mi hermano.
Julio Gauna cuenta con más de 20 años de trayectoria. Su debut como profesional se produjo en Sportivo Italiano en 1998. En todo este tiempo, pasó por Atlas, Sarmiento de Junín, Leandro N. Alem, Deportivo Riestra, entre otros. Disputó un total de 514 partidos y convirtió 122 tantos (0.22% de gol por partido). Su carrera es una muestra de sacrificio y constancia para lograr sus objetivos.
-¿Qué sacrificios tuviste que hacer por ser jugador de fútbol?
– Mi debut se dio a los 16 años y fue una alegría enorme porque era lo que soñaba y por lo que me esforcé desde chiquito. Siempre fuiresponsable y dejé muchas cosas de lado por ser futbolista. No me fui de viaje de egresados por jugar una final a pesar de que mi familia lo había pagado. Mi carrera me llevó por muchos lados y no me quejo de todo lo vivido, sino que al contrario, estoy muy agradecido.
-¿Qué recordás de aquella final que significó perderte el viaje con tus compañeros de escuela?
-Era una final contra Chacarita en Quinta División. Habíamos juntado peso sobre peso para poder pagarme el viaje a Bariloche, pero justo coincidieron las fechas y yo creía que tenía que quedarme con el equipo en ese momento tan importante. Se jugó un partidazo y perdimos 3-2. Ese día hice dos goles pero no alcanzó para coronarnos campeones. El rival contaba con Alejandro Fresco y ese día hizo trestantos. Ese partido lo presenciaron ojeadores de la Selección Juvenil y lo convocaron a él.
-¿En qué club te sentiste más cómodo?
-Todos los equipos me dejaron algo. En Alem tuve la suerte de ser campeón. En Riestra a mi familia la trataron de maravilla. Jugué mucho tiempo en Atlas y es como mi casa. En todos los lugares que estuve traté de manejarme de la mejor manera y dejar las puertas abiertas para poder volver.
-¿Qué experiencia te dejó haber formado parte de un club tan mediático como Atlas?
-Es un club que hoy se hizo grande gracias a esa exposición y a las campañas que hicieron los diferentes planteles. Es muy lindo jugar con la presión de saber que todos los equipos te quieren ganar. Me hubiera gustado quedar en la historia por haber ascendido, pero lamentablemente perdimos tres finales y no se nos dio. Además, tuve la suerte de enfrentarme al club del que soy hincha.
-¿Qué recordás de aquel partido contra River?
-Me preparé especialmente para ese partido. Quería demostrarle a mi familia y a mucha gente que yo podría haber llegado a Primera División. Estuvimos una semana concentrados en Salta. Sentimos y vivimos las cosas que hacen los jugadores de la máxima categoría. Ese partido fui capitán y en el túnel, antes de salir a la cancha, estaba al lado a Ponzio y no lo podía creer. Estaba muy feliz de haber llegado y mucha ansiedad por jugar el partido. Es el día de hoy que me acuerdo y se pone la piel de gallina.
-Sos un referente y un jugador con trayectoria. ¿Qué le recomendás a los jóvenes que comienzan sus carreras?
-Antes que nada que sean buenas personas, eso es lo más importante. La vida te puede llevar por diferentes caminos y uno tiene que ser siempre buena gente. También tienen que aprender y tener la humildad para ser suplentes. En Deportivo Riestra tuve una etapa en la que estuve mucho tiempo en el banco y eso me marcó. Aprendí a apoyar al grupo desde el lugar que me toque.
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