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ENTREVISTAS

Ernesto Larresse: “En mi niñez, por bailar o cantar tangos para entretener me di cuenta de que iba a ser actor”

Conociendo la vida del ganador del Premio Estrella de Mar a través de su carrera actoral que comenzó en Gerli (Lanús), de su militancia en el peronismo y por su lucha por los derechos LGBTIQ+.

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Conociendo la vida del ganador del Premio Estrella de Mar a través de su carrera actoral que comenzó en Gerli (Lanús), de su militancia en el peronismo y por su lucha por los derechos LGBTIQ+.


Votar al peronismo, declarar su ateísmo y dejar la carrera de Ciencias Económicas para estudiar teatro, son las tres cosas que revolucionaron la familia de Ernesto Larresse. La vida del ganador del Premio Estrella de Mar está cargada de destacables anécdotas que se entrelazan con su vasta trayectoria como actor.

Actor, director, dramaturgo y militante, en ese orden, afirma Larresse. Pero cambia de opinión luego de pensarlo un segundo: “No sé, no. Militante siempre, yo creo que antes de mi profesión incluso”. 

-¿Cómo te acercaste a la política?

-Vengo de una casa donde se hablaba mucho de eso. Mis viejos eran re gorilas, por diferentes razones. Por un lado, mi viejo era socialista, estaba en contra de (Francisco) Franco y lo asociaba con (Juan Domingo) Perón de alguna manera. Además, aunque él era obrero tenía una micro PYME con cuatro empleados. Entonces, a partir de la llegada de Perón imaginate: horas extras, aguinaldo, vacaciones pagas… Tuvo que empezar a gastar un montón de guita y teníamos que vivir muy al día. Y mi mamá, porque era muy católica, aunque el peronismo sea cristiano, luego la Iglesia se le puso en contra. 

Por eso, cuando 20 años después votó a (Héctor José) Cámpora, sus viejos no querían saber nada. El devenido actor se enamoró del peronismo aquella tarde lluviosa del 17 de noviembre de 1972, cuando Juan Domingo Perón regresó al país, luego de permanecer casi dos décadas exiliado. En aquel entonces contaba con 21 años y se sintió identificado con el peronismo. 

-¿Militaste en alguna organización en ese momento?

-No participaba activamente pero sí apoyaba profundamente. Fui a recibir a Perón a Ezeiza el 20 de junio del 73. Yo iba con la Juventud Peronista, FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) y Montoneros tirado cuerpo a tierra por las balas que tiraba el peronismo de derecha del otro lado. Me zumbaban las balas por la cabeza, fue horrible. También estuve en la Plaza el día que el viejo gritó “imberbes, váyanse de acá”. Me duró dos años la militancia, participaba bastante, de a poco me fui alejando y fue definitivo con la muerte de Perón el primero de julio del 74.

-¿Qué pasó que te empezaste a alejar?

La pata sindical había hecho una campaña de que FAR Montoneros estaba lleno de homosexuales y drogadictos. Entonces de camino en la siguiente marcha hacia Plaza de Mayo, yo iba llevando una caña que era parte de una pancarta. De ahí sale la columna gritando: “No somos putos, no somos faloperos, somos soldados de FAR Montoneros”. 

Yo estaba ahí, lo canto una vez, lo canto dos veces y me sincero: “Perdón, yo soy puto, fumo porro… yo estoy durmiendo con el enemigo”. Le pedí a un compañero que me tenga la caña, le dije que me estaba pillando y me volví por Diagonal Norte para el lado del Obelisco.

Pasó por el radicalismo y el socialismo, pero Larresse nunca se alejó de la política. Hasta que apareció Néstor Kirchner en el mapa. “A Néstor no lo voté, me parecía más de lo mismo”, afirma el actor, hasta que el entonces presidente anunció “Somos la generación diezmada, somos los hijos de Las Madres de Plaza de Mayo” y sintió que el peronismo lo volvía a convocar. 

-¿Tienen diferencias ideológicas con Alejandro Vannelli?

Las teníamos, pero actualmente estamos en el mismo lado. No por nada el libro que escribimos se llama Rechazo a primera vista. Yo cuando lo vi pensaba que era un cheto de Barrio Norte, lo escuchaba hablar y me sangraban los tímpanos (se ríe). Y yo para él era un pichi del conurbano, era un negrito zurdo. 

Ernesto y Alejandro fueron los primeros en casarse en la Ciudad, luego de la promulgación de la Ley de Matrimonio Igualitario en el año 2010. Ambos tenían mentalidades diferentes ya que se criaron en lugares muy distintos. Entre risas dice que Alejandro pensaba que todos los que vivían de Santa Fe para acá, eran pobres. También que tenía muy incorporado en su lenguaje la palabra “normal”, que Ernesto detestaba. “Él pensó que me estaba cambiando a mí, que me estaba civilizando, hasta que se dio cuenta que yo lo había cambiado a él”, afirma.

-¿Cómo era tu vida en Zona Sur?

-La típica vida en un barrio obrero. Un universo estrecho, todo el mundo se conocía con todo el mundo. En teoría no tenía hermanos, fui el único hijo del segundo matrimonio de mi papá. Tenía hermanos, pero nos llevábamos más de 20 años. Mis amigos eran mis dos sobrinos porque son más o menos de mi edad. 

Una gran aventura era cruzar la Avenida Pavón del otro lado para ir hasta las vías del tren y nos colgábamos en un vagón que estaba haciendo maniobras. ¡Mirá vos qué peligro! El chiste era colgarse y te iba llevando. Esa fue mi niñez, en Gerli, partido de Lanús.

-¿Cuál fue tu primer acercamiento a la actuación?

-En este barrio donde vivíamos, se cortaba mucho la luz, el servicio funcionaba fatal. Los adultos no podían escuchar la radio entonces, ¿quién los divertía? El nene. Prendían unas velas y me tiraban unas monedas para que yo bailara o cantara tangos. ¡Claro! ¿Cómo no voy a ser actor? Entonces, dije: “Yo tengo que ganarme la vida actuando”. 

Un compañero de clase lo invitó a Ernesto a ver un ensayo en Lomas de Zamora. Cuando entró al salón, sintió que estaba en su casa, que ese era su lugar. Empezó a hacer teatro los fines de semana como un hobby. Hasta que por un trabajo de cadetería, se topó con la Escuela Nacional de Arte Dramático. Se inscribió y aprobó el examen de ingreso, pero tenía que dejar cuarto año de Ciencias Económicas para meterse en el conservatorio y lo peor, contarles a sus padres. 

¿Cómo se lo tomaron tus papás?

-No tener el título era defraudarlos. Ya la había defraudado a mi vieja cuando le dije que no creía más en Jesucristo y que me iba de la Iglesia. Casi hubo que llamar al SAME porque le bajó la presión. Y a los 21 les dije que dejaba la facultad y me metía en el conservatorio. Me preguntaban ¿de qué vas a vivir? La típica… 

Y dos años después voté a Cámpora, una atrás de la otra. Pobres. Hice cosas que… no sé si fueron por valentía o insensatez, no sé cómo llamarlas y todo esto ocultando mi sexualidad. Pero cuando me vieron por primera vez en televisión, se les pasaron todas las nanas, aparte debuté como protagonista en Canal 9.

-¿Cuál crees que fue el papel que marcó un antes y un después en tu carrera?

-Que me haya cambiado la vida no recuerdo ninguno. Pero uno muy importante fue el reemplazo que hice de Pablo Alarcón en Drácula en Mar del Plata. Por ese papel me gané La Estrella de Mar a la revelación de la temporada ese verano del 80.

-¿Cuál fue la interpretación que más disfrutaste hacer?

La de Aquella Tarde de Agosto, me encantó ser Claudio. Estoy recontra casado con ese personaje.

Aquella Tarde de Agosto es una obra dirigida por Daniel Cinelli y protagonizada por Larresse y Gabriela Spezzano, que se estrenó en el 2023 en el Teatro Border. Es una precuela sobre Hamlet del dramaturgo de teatro isabelino William Shakespeare y aborda el vínculo entre Claudio y Gertrudis y la ambición por el poder.


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Ornella D’Elia: “El INCAA es autárquico, la idea de querer eliminarlo es ideológico”

La joven actriz opinó que los constantes intentos de atropello del gobierno de Javier Milei contra la cultura son también “una forma de matar nuestra historia”.

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La joven actriz opinó que los constantes intentos de atropello del gobierno de Javier Milei contra la cultura son también “una forma de matar nuestra historia”.


Ornella D’Elia (21) nació en Mar del Plata y creció en Tigre, donde se enamoró de la actuación. Promesa del cine y la TV argentina, a quien comparan mucho en las redes sociales con Angelina Jolie, hoy la rompe en la serie “Camaleón: el pasado no cambia”, donde interpreta a Delfina y comparte pantalla con La China Suárez y Pablo Echarri.

Anteriormente, protagonizó la película Los sonámbulos (2019) y participó en las novelas La 1-5/18 (2021) y Buenos chicos (2023), producidas por Pol-ka. También actuó en La ira de Dios (2022), entre otros proyectos.

-¿Cómo describirías la situación de la industria audiovisual hoy? ¿Creés que está recibiendo el apoyo necesario por parte del Estado?

-Hubo todo un tema inmenso con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). El INCAA es autárquico, la idea de querer eliminarlo es ideológica. Yo creo que hay cosas que van más allá de la financiación. Es una decisión política, es una censura permanente. Con la cultura no se juega así, y es también una forma de matar nuestra historia, porque para muchos es lo que nosotros somos, entonces ahí hay algo más allá político, que es más bien emocional.

-¿Sentís que este momento está más relacionado a decisiones políticas y económicas que con cuestiones artísticas?

-Sí, porque hay personas que se quedaron sin laburo, que tienen hijos, familia, y necesitan seguir adelante. Me importa mucho lo que está pasando con el cine, con mis colegas, mis amigos y la gente que quiero. Deseo que tengan oportunidades, que no la estén pasando mal y que algo que se construyó durante muchos años con tanto amor, esfuerzo y tanta vida puesta en esos proyectos quede completamente desvalido, por debajo de la baldosa.

-¿Cómo cambió la representación de las mujeres en la industria audiovisual?

-Qué difícil esta pregunta. Siento que desde que arranqué a actuar hasta este momento. En mi opinión, el cambio, o por lo menos me veo a mí, es que estamos más plantadas.

-A la hora de seleccionar un proyecto, ¿te inclinás por el guión, el director, el elenco, el mensaje que da? ¿Qué considerás que es lo más importante?

-Me fijo mucho en el guión, porque claramente es lo que va a llevar la historia. Pero también creo en quién está a cargo del proyecto; si me siento cómoda con esa persona, no me importa no conocerla. Si hay algo en su personalidad o en su forma de trabajar que se complementa con la mía, para mí eso es lo más importante.

-¿Cuál fue el proyecto que más te interpeló hasta el momento?

Los Sonámbulos, una película que hice con la directora Paula Hernández, me desafío bastante a nivel personal y profesional. Era una niña y el personaje pasó por un montón de cosas muy fuertes. Cuando leí el guión y cuando lo trabajamos con la directora y con la directora de casting María Laura Berch era impactante leerlo y actuarlo también.

-¿Por qué? ¿Qué recordás de ese personaje?

-No me olvido más que estábamos en el Festival de Mar del Plata, la película había terminado y la gente seguía sentada en la butaca y las mujeres de las primeras filas lloraban. Cuando se levantaron y me vieron, me abrazaron y sentí como cuando una persona está desgarrada y te dice ‘gracias’. No lo podía creer eso. Lo recuerdo como un buen momento, como algo lindo.

-¿Cómo preparás un personaje? ¿Ponés cosas tuyas?

– Siento que todo lo que alguna vez le di a un personaje existe en mí. La actuación tiene eso: te permite encontrarte todo el tiempo con algo nuevo, y ese algo siempre sos vos. Cuando estoy ensayando, en ese momento me pasa mucho que capaz salgo a la calle siendo ese personaje para ver también cómo me mira la gente, o me siento en una plaza para analizar cómo miro y no solamente lo que le pasa a los demás, sino cómo es que voy sintiendo cuando estoy en ese personaje y qué me sucede.

-¿Qué pasa con el después de una escena?

-Yo no puedo hacer una escena y estar desconsolada llorando, o de repente gritando en un ascensor, y cuando el director o la directora dice ‘corte’ que esté todo espectacular. Hay algo que te atraviesa. Y si no sentiste nada, no podés transmitir y eso se ve después cuando mirás una película, serie o lo que sea. Cuando ves a un personaje que está muy emocionado y no está llorando con lágrimas, pero realmente te llega. Eso busco transmitir.

-¿Cómo te llevás con las redes sociales?

-Las redes sociales son muy conflictivas porque nos creemos todo lo bueno y todo lo malo. No son parámetro de nada. Yo estuve con un montón de ataques de pánico y ansiedad, y nadie nunca en las redes sociales se enteró de que estaba pasando por ese momento. Era un espejo de una miserable realidad.

-Te comparan mucho con Angelina Jolie en las redes. ¿Cómo te sentís con eso?

-(Risas) Es verdad, me da un poco de vergüenza porque ella es una bomba, es la mujer más linda, pero no sé si me pasa algo específico.

-¿Tenés algún proyecto que puedas adelantar?

-Sí. Hay estrenos, muchas cosas lindas que todavía no salieron y que las estoy esperando con ganas. Una película de Luis Ortega, una serie y otra película. Después también hay bastantes cosas por apostar en España, que están ahí, pero prefiero ser más prudente con eso.

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Florencia Rodríguez: “Hoy el celular es el tercero en discordia en muchas relaciones”   

La tecnología proporciona acceso inmediato a información, permite formar comunidades y compartir intereses. Sin embargo, su uso excesivo se asocia a una mayor probabilidad de presentar patologías de salud mental.

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La tecnología proporciona acceso inmediato a información, permite formar comunidades y compartir intereses. Sin embargo, su uso excesivo se asocia a una mayor probabilidad de presentar patologías de salud mental.


En la era digital en la que vivimos, la tecnología forma parte del día a día de millones de personas, principalmente de los más jóvenes. Sobre el impacto que tienen las redes sociales, la licenciada en Psicología, Florencia Rodríguez, dice que perjudican las habilidades sociales ya que, cada vez más, “abundan los vínculos virtuales líquidos, superficiales”.

Ella se especializa en parejas, dependencia emocional y adicciones; a la vez que se enfoca en el comportamiento de los más jóvenes y sus vínculos. Además de profesional de la salud, es docente y creadora de contenido desde su cuenta personal

-¿Cómo repercute la tecnología en los vínculos?
-A nivel vincular, cada vez es más difícil conectarse en relaciones cara a cara. Muchos mantienen vínculos virtuales líquidos, superficiales, y desarrollan cada vez menos sus habilidades sociales. Además, logran terminar una relación con tan solo un clic. Hoy el celular es el tercero en discordia en muchas relaciones.

-¿Se puede desarrollar adicción a la tecnología y las redes sociales?

Sí, hoy se habla mucho de adicción a la tecnología. El uso de las redes sociales está generando un gran impacto a nivel personal y vincular. Por un lado, tener varias aplicaciones abiertas en simultáneo y recibir estímulos visuales, sonoros e información, genera un aumento en los niveles de dopamina, ocasionando un vínculo adictivo con el uso de los dispositivos. 

Cada vez se necesita más tiempo en pantalla para generar el mismo efecto, como si fuera una droga. Además de que el uso excesivo de pantallas hace que estemos en varios lugares al mismo tiempo, menos en el presente, en el aquí y ahora. Hoy, vamos a un recital y en lugar de disfrutar el momento, nos preocupamos porque nuestro tema favorito quede grabado en el celular. Entonces, en definitiva, no estuvimos en el recital.

-¿Esto se puede relacionar con patologías como la ansiedad o depresión?

-Sí, totalmente. La repetición de este circuito genera altos niveles de ansiedad y depresión. Todo pasa a ser aburrido fuera de las pantallas, y nos desconectamos cada vez más de nuestros vínculos y de nosotros mismos.

-¿Qué beneficios dirías que tiene el uso de la tecnología?

-El mayor beneficio es que podemos acceder a conocimiento sobre alguna temática específica o a un servicio de calidad desde cualquier parte del mundo. Cuestiones que, antes, para muchos eran inaccesibles. También nos permite estar informados de la realidad y de movimientos de diferentes países del mundo.

-¿Y respecto al ámbito social? 

-En cuanto a lo social, pienso que posibilita el armado de redes de apoyo, contención y también permite compartir intereses. Se generan muchas comunidades a través del uso de la tecnología.

 -¿Cuál es el impacto que tiene el uso de la tecnología en los adolescentes?

-Hoy todo está en internet, los chicos cada vez tienen menos herramientas para resolver problemas cotidianos, ya que no se preocupan en buscar los recursos, obtienen la respuesta rápida en Google. Esto se ve reflejado hasta en las tareas, hoy en día hay muchos docentes que cuando corrigen trabajos prácticos notan que se hicieron con Inteligencia Artificial (AI). En definitiva, se terminan viendo afectadas muchas de nuestras capacidades: el lenguaje, la concentración, la memoria…

-¿Cuáles son las edades más vulnerables para sufrir las consecuencias de un uso indebido?

-Si bien los adolescentes de entre 12 y 16 años son los más vulnerables a los efectos perjudiciales de las plataformas, todos los que no reciban acompañamiento y límites de parte de sus padres pueden sufrir las consecuencias de un uso indiscriminado. Hoy vemos muchos padres ocupados, pero pocos abocados a la crianza o brindando tiempos de calidad.

-¿Cómo debería ser el rol de los padres? ¿Deberían estar presentes o controlar el contenido al que acceden sus hijos? 

-Los padres son quienes deben regular el uso de las tecnologías según la edad. Y, sobre todo, deben enseñar con el ejemplo: si ellos están todo el tiempo hiperconectados, ¿cómo pedirle a sus hijos lo contrario? Deben limitar la cantidad de aplicaciones descargadas en los dispositivos, el tiempo de uso y utilizar las restricciones de edad de cada aplicación. Y también informar y educar para prevenir el grooming.

-Últimamente se está viendo un aumento en los casos de apuestas online.

-Sí, sobre todo en hombres. Cada vez hay más casos de ludopatía y se está dando en edades más bajas. Las aplicaciones de juegos o canales de apuestas virtuales son verdaderamente un problema. Los padres les dan a los hijos el uso libre de la tecnología sin ningún tipo de moderación, y esto los habilita a tomar este tipo de riesgos.

-¿Se observan diferencias entre hombres y mujeres en el uso de las redes y otros entornos tecnológicos como los videojuegos? 

-Sí, las mujeres son más usuarias de las redes sociales. Los hombres también utilizan mucho los videojuegos. 

-¿Por qué creés que se da la diferencia de género? 

Los hombres suelen estar más tiempo hiperconectados porque, en general, son quienes desarrollan menos recursos a nivel emocional, son más evitativos. Y precisamente el celular es una herramienta que les permite evitarse, no conectar con lo que les pasa. También se combina con que son más inmaduros emocionalmente y utilizan los videojuegos para continuar alojados en ese lugar de niños, para evadir las responsabilidades.

-¿Y en las mujeres?

-A las mujeres se les juegan más cuestiones de autoestima a través de las redes. Prevalecen mayormente los sentimientos de envidia y la competencia con otras mujeres, que lleva a una búsqueda constante de aprobación externa.

-¿Aprobación externa en forma de likes?

-Sí. Hace poco Instagram incluyó una opción para no visualizar los likes. Hoy, todo se negocia por un like. La pregunta es: ¿cuál es el límite?


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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Agustín Gómez Sanz: “La Revista Lazer era internet sin internet”

El primer redactor de la mítica revista de cómics y anime argentina habla sobre el legado que dejó la publicación respecto del humor y la cultura japonesa. 

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En julio de 1997, Leandro Oberto y Pablo Ruiz, fundadores de la editorial Ivrea, sacaron a la luz la Revista Lazer. La publicación tenía características que la diferenciaban del resto, como por ejemplo, su lenguaje coloquial muy marcado, su humor y, más adelante, el correo de lectores en el que se mantenía una conversación con quienes enviaban sus cartas a la editorial. 

A los pocos números de salida Agustín Gómez Sanz es contactado por Leandro para que, en principio, sea colaborador. Este llamado lo convirtió en uno de los primeros redactores de la revista hasta el año 2006, tres años antes del cierre de la publicación. A su vez, esto desembocó en su temprano ingreso a Ivrea donde se encargó de traducir múltiples mangas al español.

-¿Cómo fue el momento en el que pasaste de escribir un artículo a ser redactor de la revista?

-Leandro necesitaba información sobre los nombres de los personajes de Sailor Moon. Él sabía de mis conocimientos en japonés por lo que me pidió si podía escribir un pequeño apartado. Al siguiente número me pidió dos notas y para el próximo ya escribíamos la revista mitad y mitad.

-¿Era muy difícil conseguir información sobre un producto tan lejano?

-El acceso a la información era muy restringido y esporádico. No había internet prácticamente y la que había era muy lenta. Incluso Windows a veces no sabía cómo interpretar el japonés en las páginas web. Justamente la falta de información sobre el idioma fue el motivo por el cual yo pude entrar. 

-¿En qué se basaban para elegir los temas?

-Tratábamos de estar al tanto de qué se iba a publicar, qué era lo próximo a salir. Había muy pocos estrenos pero teníamos relación con los canales que iban a emitir las cosas. La idea de que alguien pudiera ver una serie completa de punta a punta en ese entonces era muy extraño así que nos encargabamos de brindar las guías de capítulos.

-¿Y la elección de los especiales en qué se basaba?

-La idea de los especiales surge porque las notas primero se hacían de a pedazos. Llegabas a contar la información que había hasta el momento que escribías pero con el paso del tiempo quedaba obsoleto y había que hacer una nota más del tema. Nos dimos cuenta que podíamos compaginar todo en una revista especial. Al principio surgió como un rejunte. Después fue más hacer una enciclopedia que incluya todo lo referido hasta el momento.

-Dentro del humor que manejaba la revista se usaban muchas imágenes con texto simple, ¿podrían considerarse los primeros memes?

-Yo me fui haciendo cargo de la parte humorística de la revista. Contaba con una carpeta que tenía millones de imágenes sobre Japón entonces surgió la idea de crear una sección que sea la imagen con un epígrafe y se empezaron a dar chistes recurrentes. No creo que sean los primeros memes pero si es un poco lo que hoy es el lenguaje de internet. 

-¿De dónde surge el característico lenguaje coloquial que usaban en la revista?

-Era una decisión editorial muy fuerte. Una regla que habíamos marcado para todos los redactores junto con el no hablar en primera persona. La idea era hacer una nota objetiva, sin decir qué te gusta y qué no, como si te la estuviera contando un amigo.

-¿Sentís que la revista influyó en el crecimiento de la cultura japonesa en el país?

-Todos los que formamos Lazer estábamos ubicados en un momento específico y preciso que generó que la Lazer sea internet sin internet. Servimos para dar a conocer y masificar, pero no podemos decir que el crecimiento fue por lo que nosotros hicimos. Quizás si no estaba la Lazer pasaba igual. Fue más una sincronía que una causa y efecto. Es innegable que hubo una explosión de la cultura japonesa; y si ayudamos a que eso pasara, fantástico. Pero no somos una de las razones por las que eso sucedió.

-¿Llegaron a tener impacto fuera de Argentina?

-Llegaban cartas tanto de acá como de otros países de Latinoamérica. Nos planteamos cómo sería publicarla afuera, pero lo que hacía especial a la revista era esa personalidad que uno sentía que conocía a la persona con la que estaba hablando. Si la publicabamos afuera había que hacerlo con gente local que diera justamente esa localidad.

Primera edición de la Revista Lazer del 7 de julio de 1997.

-¿Cómo era el proceso para elegir qué cartas de lectores se publicaban?

-Leandro recibía las cartas y se fijaba qué podía funcionar más en el “Correo de lectores”. La idea era que se dé una conversación. No se censuraba nada. Se buscaba qué era lo más interesante que podía surgir tanto por la carta recibida como por la respuesta que se le pudiera dar en la revista.

-¿Cómo lograron sobrevivir a la crisis del 2001?

-Para Lazer no fue un problema en el sentido de que la información seguía estando disponible mientras hubiera fondos. Gracias a que Ivrea publicaba mangas en España podíamos seguir editando sin problemas acá y, además, la revista en ese entonces tenía un éxito bastante grande.

-¿Influyó la censura que solían recibir los animes en la televisión a la hora de informar sobre los mismos?

-Nosotros mostrábamos lo que no se mostraba en la televisión. Era una forma de mostrar la diferencia cultural, el mostrar que allá se veían cosas que acá la gente se volvía loca por tapar u ocultar y no pasaba nada. Era mostrar cuál era el producto original.

-¿Llegaron a tener problemas por derechos de autor o por licencias?

-En esa época se podía publicar mientras dijéramos que los derechos eran reservados e indicar a quién le pertenecían. Podíamos movernos un poco más sueltos siempre y cuando este ese disclaimer en los créditos dando a entender a quien correspondían las imágenes pero no, no se pagaban derechos.

-Si la revista Lazer se publicará hoy, ¿qué crees que sería diferente y que podría mantenerse igual?

-Nada podría ser lo mismo, hacerla de igual manera hoy no tendría sentido. Todos los temas que nosotros tratábamos de volver mainstream son el mainstream de hoy en día. El problema ya no sería la información sino cómo presentarla y qué información elegimos contar. 

La información es tanta hoy en día que dejó de ser lo importante. El juego hoy está en crear un contexto. Conectar y explicar las referencias que contextualizan. La información está en todos lados, darle contexto sería el servicio hoy en día. Habría que darle una vuelta de rosca a los datos que ya existen dando vueltas.


*Estudiante de la carrera de Periodismo y Producción de contenidos a distancia.

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Gacha adictos: ludopatía e inmersión de los jóvenes en juegos online  

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