De treparse a árboles, alacenas, carritos de supermercados a ser represente nacional en los Juegos Olímpicos de la Juventud en escalada deportiva. La historia de Valentina Aguado, quien se convirtió en la primera atleta argentina en clasificarse al evento máximo a nivel Mundial para los jóvenes entre 15 y 18 años.
Por Marco Chaile
Valentina Aguado descubrió la escalada deportiva a los nueve años por recomendación de su pediatra, ya que se colgaba de cuanto lugar pudiese. El día que sus padres realizaron la consulta con la especialista, la niña se colgó del marco de la puerta del consultorio. Al ver esto, la doctora sugirió que la inquieta chica practique palestra (otro de los nombres de la disciplina deportiva)
¿Qué era lo que recomendó la pediatra? Un deporte poco convencional, que llegó al país en 1987. El mismo registra tres tipos diferentes de competencia: velocidad (el primero que llega a lo más alto gana -15 metros-), bloque o boulder (se escala en rocas que no superan los seis metros) y dificultad (20 metros de alto y la pared presenta una inclinación con diferentes obstáculos). En tanto, para los Juegos Olímpicos se adaptó la modalidad combinada, es decir, una prueba detrás de la otra: esta constará de 20 deportistas que tendrán una ronda de clasificación y los seis atletas que tengan el mejor desempeño pasarán a la final. Para dirimir las posiciones de cada ronda se realizará un promedio de la ubicación en cada modalidad.
Con una voz calma, Aguado comentó que “la primera vez que me subí hasta lo más tuve mucho miedo, pero nunca dejé de practicar”. Sus primeras incursiones no fueron solas, ya que lo hizo con dos amigas más, quienes dejaron la práctica al poco tiempo. Un año después de esto, arrancó a competir en los circuitos regionales y nacionales.
Su palabra tranquila dejó lugar a la firmeza cuando dijo que “mi gran sueño es ganar una medalla. Ver la bandera del país en el podio sería lo máximo”. En su haber quedó el ser la primera represente del país clasificada a Buenos Aires 2018. Esto lo logró después de finalizar en el quinto puesto en el Mundial Juvenil de Innsbruck, Austria, en septiembre del año pasado.
Un año antes de conseguir el pasaje a los Juegos pasó por un hecho que la marcó a fuego: fue descalificada del Campeonato Mundial de París por ser menor de 16 años (en ese entonces tenía 15 y recién cuando logró el pase a la siguiente instancia las autoridades se dieron cuenta de la edad de Aguado). Con contundencia afirmó: “Había llegado a las semifinales y fue muy frustrante, pero a la vez me motivó muchísimo. Ahí me di cuenta que me gusta la presión que se genera”.
Sin dudas, el lugar por excelencia de Valentina en su casa es su patio, allí cerca de los árboles de los que se trepaba cuando era chica. En este sitio tiene su propio muro, donde Guillermo, su padre, fue uno de los cerebros para la construcción. La joven manifestó que “estoy muy contenta por tener esto en casa, me da mucha tranquilidad para entrenar”.
Aguado, quien cursa el último año del secundario en el Instituto San Cayetano, contó que “en los viajes aprovechó para llevarme los libros y estar al tanto de lo que se hace en el colegio. Siempre hay un tiempo libre, si uno se propone las cosas”. Esto mismo destacó Tomás Vilariño, entrenador y coordinador de la selección de escalada deportiva, quien mencionó que “Valentina en su vida estudiantil es muy aplicada y cumple con los objetivos que se traza en lo personal y deportivo”.
En el último Mundial de Moscú, la atleta alcanzó el récord argentino (10,66 segundos) en la prueba de velocidad, aunque eso no fue suficiente para ella. Dijo que “me quedaron sensaciones raras: hice la mejor marca personal, pero no me sentí bien en la competencia”.
Cae la tarde de un domingo de septiembre y la charla poco a poco concluye; donde recién en el tramo final de la misma se distiende, cuando sostuvo que “extraño los asados cuando no estoy en el país”. Finalmente, esgrimió que “es difícil salir de la zona de confort, pero son sacrificios por lo que me gusta”.
En los Juegos Olímpicos de la Juventud buscará su anhelo de ganar una medalla. Como cuando compite, Valentina querrá hacer lo propio en Buenos Aires: escalar por la gloria. Dedicación, sacrificio y amor por la disciplina; el sentimiento de la puntana por una disciplina que da sus primeros pasos en país.
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