Humberto Maschio fue uno de los jugadores determinantes para elevar a Racing a la cima del mundo. En un mano a mano con Eter Digital cuenta cómo ese triunfo fue de todo el fútbol argentino.
Por Brian Pagano y Sebastián Corda
–¿Qué sensaciones le trae 50 años después el campeonato del mundo que ganó Racing?
La verdad, unas sensaciones muy lindas, cuando uno es joven y juega al futbol pasa todo muy rápidamente. Antes le dimos importancia, pero ahora le damos la real importancia. ¿Sabes por qué? Ahora en noviembre se cumplen los 50 años, y gente de otros clubes te ve pasar por la calle y te sigue felicitando y eso te emociona. Yo hablo con mis compañeros, con Rulli, Martin, Pizzutti y sentimos mejor sensación ahora que antes, y es porque la gente te lo hace recordar.
–¿Qué recuerdos tiene usted de ese campeonato?
–Recuerdos lindos. Igual, ojo, nos costó mucho salir campeón. En ese tiempo jugamos 20 partidos para salir campeón de América. Con la final con Universitario Lima por la zona y con Nacional jugamos 3 partidos para ver quién era el campeón de América.
–¿El partido con Nacional fue muy duro?
–Sí fue duro, en ese tiempo ganar en Montevideo era dificilísimo. Primero jugaban bien, tipos altos grandotes, tenían un equipazo. Cuando empatamos acá 0 a 0 mucha gente, inclusive de Racing, no creía en nosotros porque fuimos allá y buscamos el empate.
–¿Cuando fueron a Montevideo José les dijo que fueran a empatar?
–No, nunca. José una vez sola en su vida fue a ver al rival, a Escocia, y nos dio una planilla indicando cómo marcaban y cómo jugaban ellos. Antes del partido siempre quería que fuéramos al ataque. Y contra el Celtic lo mismo. Nunca hablaba del rival, casi que nos manejábamos solos. Era un gran equipo ofensivo que marcó una época por la dinámica. Teníamos un preparador físico extraordinario, Racing tenía una dinámica superior a los demás, otra velocidad otro ritmo.
–¿Cómo fue que una vez se tuvieron que ir de la cancha con un micro del ejército por Perfumo?
–Perfumo era bravo. Te cuento dos anécdotas. Una vez en Perú, lo agarró a Casaretto, un nueve alto, un físico bárbaro, a los 6, 7 metros le dio un patadón que salió de la cancha, no sé si había cámaras en esa época, no me acuerdo. Y salimos con el camión del ejército. ¡Encima ganamos 2 a 1! Después, otra vez, acá contra Estudiantes había muerto la madre de Cejas y ellos eran bravos. Lo insultaban y Perfumo le dijo déjamelo a mí: le dio un patadón a uno que no lo rompió de milagro. Lo echaron, era bravito.
–¿Qué marcó o qué generó Pizutti en ese plantel?
–Para mí es un amigo, es un genio, agarró un equipo que había salido ante último, y en el primer partido le ganó a River, después perdió y después empezó a ganar. Ahí me llamó a mí. Yo volví en marzo, mantenía comunicación con él. Le dije “mirá, José, yo fui el mejor jugador este año en la Fiorentina, si no arreglo un buen contrato acá, te llamo”. Antes de la pretemporada me agrandé y le pedí un aumento al presidente de la Fiorentina pero me dijo que era imposible porque ellos tenían un presupuesto, y entonces lo llamé a Pizutti y le dije como era la cosa y me dijo “Bocha, si podés venir, vení”. Fui el lunes y hablé con el presidente para ver si me aumenta y me dijo que no, por que mantenían el presupuesto. Entonces le dije “vamos hacer un pacto: si yo acepto lo que usted me dice, me deja irme en marzo; yo quiero volver a mi equipo, yo quiero terminar mi carrera en Racing”. Me dijo “bueno, déjame pensar, si estamos bien para las copas yo te dejo ir”. Más o menos a principio de marzo jugamos en Milán y ganamos 2 a 1 y me llamó el presidente y me dijo “Humberto, si le ganamos a Vicenza te dejo ir” Ganamos 5 a 1. Me dijo “el domingo te hacemos un partido de despedida”. Llegue acá y no jugué. Racing jugaba contra Banfield y me fui a verlos, lo vi desde la tribuna: 0 a 0 terminó. Después perdimos contra Chacarita y ahí debuté yo, en cancha de ellos.
–¿Y hoy cuando charla con sus ex compañeros?. ¿De qué hablan sobre el último partido contra el Celtic?
–Con el Chango siempre hablamos del famoso gol que hizo, yo siempre digo que cuando Racing inaugura la luz con el Bayern Múnich la figura fue Martin, el 4, jugaba muy bien al fútbol. Todos dicen cómo pegaba, pero jugaba muy bien y cuando vamos a la final con el Celtic, el último partido la figura fue Rulli, otro que pegaba. Era un equipo muy unido. Me acuerdo cuando fuimos a jugar contra Nacional, era muy difícil ir allá. Imagínate que Pizzuti llevo 40 fotógrafos boxeadores, por las dudas.
–¿Qué puede contar de la jugada del gol del Chango Cárdenas?
–Fue la única buena jugada de ese partido, un partido sucio, muchos choques, la tocaron 4 o 5 y Rulli se la da al Chango, que, por iniciativa propia, tuvo la suerte que justo le picó y se la clavó en el ángulo. El arquero de ellos era el suplente, porque el titular en la cancha de Racing recibió un piedrazo y lo cambiaron. Fue un golazo digno de una final. El Chango era así, hizo cada golazo. Antes de salir campeón del 66 jugamos acá con Boca, ganamos 3 a 2, y en la Plata con el empate salimos campeón. En el 3 a 2 el Chango hizo un gol por arriba de la cabeza del arquero espectacular. Después cuando era técnico, en Mar Del Plata, la agarró de afuera del área y la dejó clavada en el ángulo. Era un jugador completo.
–¿Con Pizzuti, más allá del trato de “usted” en el entrenamiento, cuando iba a tu casa era un amigo más?
–Sí, en el entrenamiento todos lo tratábamos de usted, todos los días era media hora de charla de técnica, de fútbol y de la vida, nos decía que guardáramos la plata, que cambiáramos el auto. Era un tipo muy querido.
–¿Cómo fue la famosa anécdota del avión?
–Mirá, jugamos en Medellín y ganamos 2 a 0. Jugamos en Bogotá y ganamos 2 a 0 y en Medellín había tormenta, y los aviones en esa época no aterrizaban después de las 6 de la tarde y vino un jet grandote, que no aterrizó por la tormenta. Entonces nos metieron en dos aviones chiquitos, yo nunca me olvido, había una señora con tres nenitas, el avión nuestro arrancó con todos los jugadores, y el segundo no arrancó. Iba todo normal, estábamos acostumbrados a viajar en esos aviones chiquitos. Me acuerdo de que el Panadero Díaz pidió agua porque estaba nervioso, al rato la azafata se levantó para alcanzarle el vaso de agua y pegó un salto que casi choca contra el techo. Yo dije “nos matamos”. Pizzuti dijo “chau”. Fue algo impresionante, se sentía que golpean las alas y quedamos torcidos. Cuando llegamos al aeropuerto de Bogotá le preguntamos al comandante “¿qué pasó?”. Y nos dijo “no es normal, pero a veces pasa que hay un pozo de aire y el avión pierde altura. Tuvimos suerte de que no se rompieron las alas”. Y le dije “pero cuando nos normalizamos quedamos todos torcidos” y me dijo “lo que pasa es que cuando se normalizó el avión me encontré con las montañas”. Fue un milagro. Es más, venía la señora de Perfumo, la señora de un amigo mío, Ramos Ruiz (Interventor en AFA) y después otro matrimonio de Avellaneda. Cuando se normalizó las mujeres empezaron a cantar, “Y ya lo ve, y ya lo ve, es el equipo de José”. Decían si se salvaron ahora salen campeones. Pero igual nosotros estábamos recagados.
–Después de salir campeón jugaron contra Independiente y llevaron la Copa ¿Cómo sintieron eso?
–Nosotros jugábamos contra Independiente. Antes terminábamos de almorzar y nos íbamos caminando y cuando terminaba el partido volvíamos caminando, y nadie te decía nada. Cuando salimos campeón, Independiente nos hizo la pasarela cuando salimos campeón de AFA. Y cuando salimos campeón del mundo aterrizamos en Ezeiza y pasando la general Paz estaba lleno de banderas de todos los clubes (Independiente, Boca, Banfield, etc.) y cuando llegamos al estadio pasó lo mismo, había gente de todos los clubes festejando nuestro campeonato. Y siempre lo dijimos, no fuimos solo campeones del mundo, fuimos el único equipo que unió a todas las hinchadas. Fue algo muy lindo ver eso, nos emocionó mucho.
Agregar comentario