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Gimnasia de Villa del Parque, el club de los campeones de básquet del 50


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GEVP celebró sus 100 años con personalidades de distintas generaciones del básquet de la entidad. Hubo concurso de triples, palabras del presidente y retiro de camisetas de las glorias de Parque, todas enmarcadas bien alto en el gimnasio.


Chaher es una familia vinculada, sin dudas, al básquet de Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque. Por eso, Eter Digital dialogó con uno de los históricos jugadores del club, Daniel Chaher, hijo de un inolvidable basquetbolista de la institución. Luego de la fiesta que ese emblemático deporte de GEVP tuvo por el centenario de la entidad, el exjugador recordó sus pasos por el club, habló sobre la fiesta y qué le generó estar a la par de los jugadores del 50 en el reconocimiento de la gente. La emocionante noche cerró con un partido amistoso entre jugadores actuales, retirados e incluso chicos que se sumaron al juego.

– Daniel, ¿cuál es tu primer recuerdo del club?

– Nací en el club. Desde que tenía un par de meses yo ya estaba presente acá, en Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque. Mis hermanos me custodiaban bastante en el club, este primer recuerdo es por mi padre, que formaba la dinámica de la institución, ya que él jugaba aquí. Es más, mis padres se conocieron en GEVP. De mi madre no me acuerdo ya que falleció cuando yo tenía un año. Un recuerdo que no me olvido es jugar al básquet con el primer equipo que integraba mi padre. Es un club que nunca cambió sus convicciones.

Además de jugar al básquet, ¿qué otro deporte realizaste en el club?

– En el club hacíamos todo. Solamente en básquet fui federado, pero después jugaba al fútbol, al tenis en el frontón (que hoy en día es el playón) y al vóley. De vez en cuando me gustaba nadar, pero con mis amigos jugábamos a todo.

¿A quién admirabas en tu infancia?

– La primera admiración fue hacia mi hermano y mi padre, que estaban jugando en ese momento. La mayor admiración que tenía era por la primera división del club, ya que apuntaba a llegar ahí desde muy chico. En la adolescencia, uno de los jugadores de primera a los que miraba y quedaba fascinado fue Paco Festa (Sebastián, quien jugó además en Boca y otros clubes de la Liga Nacional). Debido a su nivel de competitividad y la facilidad que tenía de hacer algunas cosas.

¿Qué momento duro en lo personal recordás que viviste dentro del club?

– La verdad es que, por suerte, no tengo recuerdos de momentos duros dentro del club. Viví algunas derrotas, pero eso es muy común dentro del deporte. Siempre fueron momentos de mucha alegría o de tristezas pasajeras. Generalmente el club funcionaba como un refugio de juego, placer y libertad.

¿Quién fue el primer integrante de tu familia que se asoció a GEVP?

El primer socio fue mi viejo. A mediados de los 50, él ya estaba jugando aquí. Es socio vitalicio desde hace muchísimos años.

¿Qué sentimientos te provoca ver tu camiseta al lado de la de Oscar Furlong y todos los campeones de 1950?

Siento muchísimo orgullo, pero es un poco contradictorio porque lo veo como un exceso. Tal vez aquellos campeones del mundo hayan representado algo muy grande que no siento que yo haya podido representar. A su vez, lo veo como un acto gratificante y de generosidad para conmigo y todos los que estamos ahí representados. Evidentemente hemos significado algo en ese recorrido histórico y hay cierta importancia simbólica que agradeceré eternamente. Ahí tranquilamente podría también estar mi padre, que fue un jugador muy importante del club y del básquet argentino.

Ya que viviste gran parte de tu vida en el club y conocés los pasillos de memoria, ¿qué creés que diferencia a GEVP de otras instituciones?

A mí no me gusta generar distinciones o ciertas excepcionalidades con el club en el que nací al respecto de los otros. Yo lo pondría como un club de barrio que tiene sus particularidades. Debido a que tiene un barrio específico que tiene un aspecto social ya definido. Hoy en día, GEVP hace la diferencia de los demás por seguir siendo familiar.

Verdaderamente hay que tener un poco de suerte para ser contemporáneo con el centenario del club, ¿qué sensaciones tuviste al estar presente en esta fiesta?

– Las sensaciones fueron un poco extrañas. Fue muy lindo, por un lado. Formar parte de ese evento fue emocionante y, además, la verdad que salió muy bien. Que mis hijos y mi mujer estén ahí, formando parte del club y participando en actividades, es muy lindo. La verdad es que fue una emoción muy grande e inolvidable. Estoy seguro que quedará en la memoria de todos.

El año 1950 es una fecha histórica para el deporte argentino. El seleccionado de básquetbol se consagró campeón del mundo, al vencer en la final a Estados Unidos 64-50, en el Luna Park, en la conocida “Noche de las antorchas” porque el público, para festejar, salió del estadio rumbo al Obelisco y encendió los diarios mientras caminaba por la calle Corrientes. GEVP tuvo a cinco jugadores y al entrenador del club en ese plantel: Raúl Pérez Varela, Oscar Furlong, Roberto Viau, Omar Monza y Jorge Nuré eran los basquetbolistas, mientras que Jorge Canavesi, el técnico.


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