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Historias de noche: sobre la vida de personas que eligen trabajar a contramano del sol 


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Por pasión o necesidad, cuando trabajamos en lo profundo de la noche, la economía y nuestro cuerpo funciona diferente. Tres trabajadores cuentan qué pasa cuando se vive al revés.


La vida de Pablo ya no es la misma. La pandemia le vació la economía y tuvo que aprovechar el tiempo para aplicar su perfil en LinkedIn. Atrás quedaron sus intentos de emprender, dar clases de guitarra online cuando lo llamaron para trabajar en la nocturnidad en una empresa de telecomunicaciones. Lo primero que pensó fue: “Voy a vivir de noche”.

Con ilusión comenzó a trabajar porque el salario era competitivo en el mercado y, además, derechos sindicales obtenidos y tres días de descanso cada seis trabajados. El lugar de trabajo queda en San Telmo y Pablo vivía a ocho cuadras, en pleno microcentro porteño. Dormía apenas llegaba y, de a poco, comenzó a vivir al revés del resto de la gente.

Vivir al revés. Dormir de día. Caldo de cultivo.

Intentar dormir por la mañana o mantenerse despierto por la noche son opuestos al ritmo natural del sueño-vigilia, dos aspectos relacionados con el ciclo luz-oscuridad. “Son muchos los recaudos que se deben tener a la hora de trabajar en el turno noche”, contó el médico especialista en cardiología Hernán Provera, coordinador de prevención cardiovascular INEBA, (MN 112.732).

El profesional insistió en que sobran estudios que demuestran un mayor riesgo de enfermedad cardíaca en personas que trabajan de noche. “En muchos casos, este aumento del riesgo se atribuye al síndrome metabólico, que se relaciona con el sobrepeso, azúcar elevada en sangre, niveles altos de colesterol y tendencia a la hipertensión arterial”, concluyó.

Estudios científicos sobre la nocturnidad

Científicos del Brigham and Women Hospital en Boston, Estados Unidos, desarrollaron un estudio muy controlado de laboratorio que les permitió ingresar durante 16 días a un grupo de personas para evaluar cómo sus cuerpos se comportaban al invertirse el ritmo circadiano durante 12 horas. 

La investigación se dividió en dos fases de ocho días cada una. En la primera fase los voluntarios durmieron durante la noche y estaban activos durante el día (tuvieron un ritmo circadiano normal). En la segunda fase, durmieron normalmente durante las primeras tres noches, pero a la cuarta noche se les cambió el horario de sueño de 11 de la mañana a siete de la tarde para emular el ritmo circadiano de una persona que trabaja en un turno nocturno de trabajo. Terminadas las dos fases, se compararon los datos de los voluntarios y los hallazgos fueron contundentes.  

Los cambios del ritmo circadiano se asociaron fuertemente con un incremento de la presión sanguínea, menor actividad del sistema nervioso autónomo, y un incremento de la inflamación.  

Daiana es enfermera, durante años trabajó en el turno noche en una clínica en Berazategui, y su testimonio es tajante y concreto: “Trabajar de noche me hacía engordar debido a lo que comía para mantenerme despierta, lúcida y atenta. Y, después, de día todo era peor, vivía de mal humor porque nunca terminaba de descansar como corresponde”.

Como si esto fuera poco para Pablo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que una persona que trabaje en un turno de noche sufrirá un envejecimiento prematuro de cinco años por cada 15 que trabaje de noche.

La economía nocturna, no tan bajón

La industria de la comunicación mueve la economía nacional. Cada vez que prendemos la televisión o la radio y vemos una imagen o escuchamos una voz, sea la hora que sea, hay una persona del otro lado trabajando para que ese contenido se emita y no sufra contratiempos. 

Hay mucho dinero en juego. La tarea de Pablo es emitir señales de televisión en un control central de transmisión o Telepuerto o BOC (Broadcast operation center), según la empresa de telecomunicaciones quiera llamar al sector. Su turno es de 23 a 7 horas con una de descanso.

Pero no es la única industria que trabaja 24×7: los hoteles y restaurantes son un ejemplo claro del trabajo nocturno. De acuerdo con el último reporte del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), estos sectores fueron los que tuvieron mayor crecimiento interanual en enero de 2023, con +51,5%.

Fueron, además, uno de los de mayor incidencia en la variación interanual del EMAE, junto con “Transporte y comunicaciones” (+10,1% ia).

Las grandes ciudades no duermen y, es probable, encontrar supermercados abiertos 24 horas. Ni hablar de hospitales, farmacias, y varios sectores más son los que hacen girar la economía cuando la mayoría de los mortales apoyamos la cabeza sobre la almohada.

Pablo se mudó a La Plata donde viaja hasta San Telmo para operar señales de TV por la noche con su economía calmada, su guitarra durmiendo y su sueño alterado.

Nutrición en la vida nocturna

Los horarios se modifican y, con ellos, la alimentación. Al dormir de día es frecuente saltarse una comida. La doctora Lucia Schiapacasse, licenciada en nutrición, consideró: “Al  trabajar de noche, nuestro cuerpo sufre una alteración fisiológica por lo que es importante la planificación de la dieta y establecer un balance nutricional en horarios constantes que permitan la ingesta de las tres comidas principales y dos colaciones con bajo contenido de grasas y azúcares”.

Y cerró: “Los vegetales, las frutas y las carnes bien desgrasadas son las más recomendadas para el almuerzo. El problema de los alimentos ricos y con alto contenido en grasa es el tiempo que se requiere para su digestión: a mayor tiempo, mayor pesadez post ingesta”.


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