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¿Imaginaste alguna vez adoptar una ballena?


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Tomar la decisión de adoptar una mascota y hacerla parte de la familia es algo que se ve frecuentemente. Perros, gatos, una tortuga o quizás hasta un hurón. Pero ¿alguna vez imaginaste poder ser adoptante virtual de una ballena franca austral?


Denise Paruzzo tiene 33 años y es oriunda de la ciudad de Avellaneda, provincia de Santa Fe. La primera vez que estos cetáceos captaron su atención y que sintió una conexión con la especie fue en 2017 cuando estaba de vacaciones por Puerto Madryn, en la Patagonia de nuestro país. “Después de esas vacaciones quedé súper enamorada de las ballenas”, expresó.

Enseguida que regresó de Puerto Madryn y debido al gran interés que avivó en ella, dejó su vida en Santa Fe y se mudó al sur, a la ciudad de Comodoro Rivadavia donde se encuentra establecida desde hace 5 años. Esto permitió su cercanía con estos mamíferos marinos que habitan en el mar argentino y que utilizan las costas de Chubut desde junio hasta diciembre para amamantar y reproducirse.

Un tiempo después de mudarse, y por medio de la cantante Loli Molina, Denise conoció el Programa de Adopción de Ballenas del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB), dedicado a conservar a esta especie de cetáceos, los océanos y a la investigación de las ballenas francas australes. Este programa impulsado por el ICB en el año 1993 permite contribuir con el cuidado de la biodiversidad y colaborar con la protección de las ballenas.

En el momento en que descubrió esta oportunidad ingresó al enlace del programa de conservación y no dudó en unirse a esta comunidad, no podía creer que tenía la posibilidad de amadrinar una ballena. Leyó de qué se trataba la adopción y optó por Aoni, fue la elegida porque su nombre le gustó mucho. 

Denise lleva a Aoni tatuada en uno de sus brazos y reafirma la importancia de sumarse a esta iniciativa. “Como amante de las ballenas creo que no solo es importante promover la adopción, sino también insistir en el valor que tienen en nuestro ecosistema marítimo, ellas sostienen la salud del océano”, aseguró la adoptante.

Pasaron tres años desde que Aoni se convirtió en parte de su familia y desde entonces, viaja todos los años a Puerto Pirámides para poder realizar el avistaje, ya sea para verlas desde arriba de una embarcación o en las orillas de la playa El Doradillo, donde se pueden contemplar más de cerca si la marea está alta. Este año Denise realizó el avistaje acompañada de su hijo Lorenzo, de tan solo 11 meses. Disfrutaron juntos del viaje, las ballenas y el océano.

Denise y Lorenzo en el avistaje

La historia de Aureliano Bruch es un poco diferente a la de Denise. Todo comenzó cuando en julio de este año este joven de 30 años proveniente de la ciudad de Marcos Paz, Buenos Aires, se encontraba de viaje por Puerto Madryn con su mamá, quien quiso realizar el avistaje de ballenas, excursión que a él no lo entusiasmaba demasiado. “Levantarme temprano para ir a ver las ballenas, quizás por la edad que tengo, no llamaba tanto mi atención”, comentó.

Pero algo cambió mientras navegaba en la embarcación, la guía del viaje comenzó a hablar sobre el ICB y su Programa de Adopción. Esta información y la oportunidad de haber visto las ballenas de cerca dejó pensando a Aureliano, aunque no fue el motivo que terminó de convencerlo de apadrinar. 

Al volver a Buenos Aires, el algoritmo hizo su trabajo, en sus redes comenzaron a aparecer distintos videos sobre ballenas. “Era toda información negativa, encontré un video donde se mostraba la caza ilegal y los barcos extranjeros que esperan a que las ballenas salgan del mar argentino para cazarlas”, explicó.

Finalmente entró a la página del instituto y entre las distintas opciones que había en el catálogo se encontró con Luminosa. “Cuando estaba viendo las fotos y leyendo la historia de cada una, Luminosa llamó mi atención porque tiene 30 años, cuatro crías y en la imagen aparece con una de ellas, eso me pareció muy tierno y por eso la elegí”, aseguró el adoptante. 

Una vez confirmada la adopción desde el instituto envían un certificado personalizado donde aparece el nombre del adoptante, la foto de la ballena elegida junto a su biografía, una cartilla educativa y una ballena para armar de la colección de cetáceos que, con la continuidad de la donación, reciben los colaboradores año tras año. “Es necesario involucrarse no solo con las ballenas sino con nuestro océano, cuidar y entender las especies”, afirmó Ximena Taboada, coordinadora del programa de adopción.

En la actualidad son alrededor de 2000 las personas que contribuyen con esta causa, el 90% de los adoptantes son de distintos lugares de nuestro país y el 10% restante extranjeros. Las donaciones son mensuales y existen tres categorías posibles, $500, $800 o $1200, luego de un año se puede continuar con el mismo monto, actualizarlo o darte de baja.

Son más de 4000 las ballenas identificadas que forman parte del catálogo que el ICB se encarga de actualizar todos los años luego de realizar un relevamiento aéreo de foto-identificación, que permite distinguirlas a través de su patrón de callosidades. Esto genera que cada individuo sea único, como sucede con las huellas dactilares en las personas.

El que esté interesado en sumarse a la comunidad de adoptantes puede ingresar a https://ballenas.org.ar/programa-de-adopcion/, informarse sobre el programa, optar por una ballena entre las que aparecen en la lista y elegir qué monto donar mensualmente a fin de colaborar con el Instituto de Conservación de Ballenas. El 100% de los fondos son destinados a los programas de investigación y educación para la conservación de la biodiversidad, las ballenas francas australes y su hábitat. 


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