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LA BATALLA DE MONTEVIDEO


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El partido más épico de la historia de Racing se resume en el golazo del Chango Cárdenas. Sin embargo, del lado escocés aquella foto tapa el álbum de imágenes repletas de patadas y agresiones. Aquí la versión de los protagonistas del Celtic, el equipo que prefiere borrar de los libros la final de Montevideo.

Por Ramiro Gastón Farías

Puede que no haya sido el mejor partido de fútbol en la historia y esté a año luz de ser uno de los más atractivos, pero por controversia y polémico, pocos partidos pueden compararse con el impacto del choque de la Copa Intercontinental de 1967 entre Racing Club y el Celtic. Los fanáticos escoceses aún se oponen a lo que perciben como la injusticia de ese juego en la capital uruguaya, apodado “La Batalla de Montevideo”.
“Haber jugado ese decisivo partido fue posiblemente uno de los mayores errores del Celtic”, le cuenta a Eter Digital Sebastián Ongarelli, fundador de la primera peña del Celtic en América Latina. Ongarelli, que vive en Argentina, dio algunas opiniones sobre aquella final: “en retrospectiva, el equipo debería haberse ido a casa después del segundo partido”. Sin embargo, pese a que los jugadores no querían jugar aquel desempate, el entrenador Jock Stein, decidió jugar ese encuentro a pesar de que el territorio no era el ideal. Aunque era un país neutral, Uruguay estaba lo suficientemente cerca de Argentina para darle ventaja a Racing, que podría contar con la presencia de miles de sus hinchas.
El estadio Centenario estaba repleto. Sin embargo, salvo los hinchas de Racing, todos apoyaban al Celtic. En ese contexto, se vio uno de los partidos más duros de la historia. Los jugadores escoceses estaban entre molestos y desconcertados por la estrategia del equipo de José que, decían, iban en busca de la provocación del rival. También consideraban que asfixiaban a los árbitros en busca de su propio beneficio, pellizcaban y pinchaban a los rivales durante las faltas, reclamaban cualquier jugada por insignificante que fuera y, sobre todo, reclamaban por la violencia en las faltas. Con esta actitud lograban sacar de sus casillas a sus oponentes aunque fueran extremadamente pacíficos. Los escoceses intentaron hacer su juego usando la misma disposición táctica que en el partido en Glasgow. No obstante, se vieron sumergidos en el juego sucio: “aquello no era fútbol sino un ultraje al fútbol”, dijo Jim Craig, lateral derecho del Celtic. En cambio, Jimmy Johnstone, uno de los expulsados y posiblemente el mejor jugador escocés de todos los tiempos, argumentó sobre aquel partido: “fue un vandalismo total”. Ambos jugadores dieron sus opiniones en el medio británico Offthewall.
Según la prensa escocesa, toda intención de jugar al fútbol fue abandonada, sustituida por mañas propias de una pelea de bar, con los jugadores golpeándose unos a otros: “hay bronca con el club argentino porque no quisieron jugar en ningún momento, solo se basaron en pegar y pegar”, contó molesto Ongarelli. El Celtic enfrentó a un equipo sudamericano muy bueno y aguerrido que, se quejan los escoceses, no optó por su superioridad técnica sino por su guapeza. El partido fue áspero, mal intencionado. De fútbol, muy poco. El árbitro expulsó a cinco jugadores y en varias oportunidades la policía uruguaya invadió el campo de juego para calmar los ánimos. Hoy ese partido, con el reglamento del siglo XXI, se hubiera suspendido en el primer tiempo.

Inmediatamente el partido entró en caída libre. Desde el comienzo, el árbitro simplemente estaba fuera de su alcance; la violencia mostrada por los jugadores se debía directamente a su comportamiento. “El tercer juego fue horrible, no se parecía para nada al fútbol”, contó Craig. El juez tuvo que convocar a los capitanes a la mitad de cancha para intentar controlar el comportamiento de ambas partes y trató de recuperar su propio sentido de seguridad y oficio. El resultado fueron tres expulsados para el conjunto escocés. Por el otro lado, Racing solo sufriría dos expulsiones.
La posibilidad del Celtic de convertirse en Campeones del Mundo se había ido y para muchos miembros del equipo las heridas eran profundas. Jim Craig dijo: “El asunto del Racing Club nos hirió profundamente, nos llevó mucho tiempo superarlo. De hecho, podríamos decir que nunca fuimos lo mismo después de ese fatídico partido”. El club, avergonzado por la conducta de sus jugadores, le impuso una multa de 150 libras a cada uno. Por el contrario, Racing se coronó como campeón del mundo y para los hinchas de La Academia será un momento único e inolvidable.


¿UNA FINAL O UN AMISTOSO?

Los hinchas y la prensa escoceses le quitan importancia al título que Racing hace valer como el oro. Las razones de una bronca acumulada desde hace 50 años.

Por Juan Manuel Gil y Ramiro Gastón Farías

Sin lugar a dudas, la obtención de la Copa Intercontinental de 1967 convirtió a Racing en el mejor equipo de ese año. Para los de La Academia, significó todo. Pero para algunos, no fue más que un “amistoso”. Mientras en Argentina y América se festejaba como una Copa del Mundo, en el Reino Unido el encuentro pasaba inadvertido. Puede sonar poco creíble, pero lo es.
El Celtic es un club de la ciudad de Glasgow, Escocia. El equipo europeo conlleva una gran historia futbolística y contiene una enorme cantera deportiva. En 1967, logró ganar la Copa de Europa (actual UEFA Champions League) derrotando al genial equipo de Helenio Herrera, el Inter de Milán, y se convirtió en el primer equipo británico en lograr el máximo trofeo europeo. Los Leones de Lisboa (apodo otorgado luego de la coronación) marcaron una época para el país y para el mundo. Su nivel fue superlativo, al ganar casi todas las competencias que jugaron y ser considerado el mejor equipo de esos años. Además, era conducido por un entrenador extraordinario como Jock Stein, que tenía un estilo de juego a base de belleza y potencia física.
Pero no todo era importante para aquellos futbolistas escoceses. No todos los partidos se jugaban a muerte; con la intención clara de ganar. Eter se propuso investigar acerca del hecho en aquella final Intercontinental y los resultados fueron sorprendentes.
Uno de los testimonios lo aportó vía Twitter Cian Temple, ciudadano adolescente de Glasgow, Consultado sobre si su abuelo o padre sabían algo acerca de la Copa Intercontinental de 1967, la respuesta fue clara: “Yo no creo que ellos sepan algo de aquel amistoso que jugó el Celtic a fines de la década del 60”. Después de discutir y convencer de que no era un amistoso, argumentó: “Pero esa es una competición muy chica. La única buena competición es la Copa de Europa. Todo lo demás no importa”.
Pero no solo es la opinión de un hincha. Los medios también hacen la vista gorda a estos sucesos. La respuesta es confusa e invita a reflexionar ¿Por qué no lo ganaron? ¿Porque no reparte mucho dinero? o simplemente porque no les da prestigio como club. Hay algunos indicios para responder. Una recopilación de distintas notas (de la época y más actuales) de medios británicos sobre aquella “Batalla de Montevideo”, en 1967 se advierte cómo tildan a los jugadores argentinos “de asesinos”, “golpeadores” y hasta inclusive “de haber robado el partido”.
Sebastián Ongarelli, fundador de la peña del Celtic en Argentina, opinó sobre aquella final frente a Racing: “La importancia la tenemos. De hecho, es unos de los partidos más importantes de la historia del Celtic. Pero lo lógico sería olvidarlo debido al robo del partido”. Con su argumentación, se puede afirmar que aquella final fue importante para el equipo escocés, aunque el modo en que se jugó distorsiona la mirada.


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