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LA CALLE DE LOS LLORONES


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Así se autodenominan algunos comerciantes de la calle Murillo, que supo ser cuna de la venta de ropa de cuero.  En la última década esta zona de Villa Crespo ha perdido la popularidad que logró durante la convertibilidad. Hoy es visitada por turistas que buscan  regatear precios y pretenden que les tomen el dólar al valor del blue.

Por Aimé Malén Olivera (@Malenolivera), Ezequiel Cozza (@EzeCozza), Natalia López, Macara Vargas (@Vargasmacarena1), Guillermina Roca y Teff Bryner

La calle Murillo, en Villa Crespo, fue durante muchos años la elegida por los turistas a la hora de comprar camperas de cuero. Sin embargo, a partir de una remodelación llevada a cabo por el gobierno de la Ciudad  en el microcentro, quedó relegada por la lujosa calle Florida.

Susana Muñiz hace 20 años es vendedora en un negocio de camperas de cuero ubicada en la esquina de Acevedo y Murillo, a la que califica como “la calle de los llorones”. Aunque la situación actual del dólar alto favorezca a los turistas europeos,  la crisis económica del viejo continente disminuyó las posibilidades de viajar de españoles e italianos, quienes eran considerados los principales compradores. Sentada detrás del mostrador, en medio de un local ocupado tan solo por camperas costosas, Susana cuenta desesperanzada que  “cuando un peso valía un dólar se vendía bien, y ahora la gente espera que le aceptes el dólar a $ 9 y el oficial está a $ 5,20, no nos conviene”.

Por otra parte, el crecimiento económico de los países latinoamericanos permitió que éstos se conviertan en los nuevos protagonistas del tour de compras en la Ciudad de Buenos Aires. Los brasileros son habitues en la ciudad y, además, son quienes más regatean los precios. “Más o menos cinco negocios cerraron en los últimos tres años. Además disminuyó el número de vendedores por local. Antes, como mínimo, había cinco personas atendiendo, y hoy solamente se contratan a tres por local como máximo. Bajaron las ventas en un 40%”, cuenta Eduardo Figueroa, dueño de un negocio de la zona.

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Los negocios de ropa de cuero se extienden desde Acevedo hasta Scalabrini Ortiz, y aunque la especialidad son las camperas también se pueden encontrar carteras, sillones y botas. Candelaria Gamboa hace ya cinco años que es vendedora en el barrio, y comenta que “ahora se venden más las carteras y los bolsos que las camperas. Vienen buscando algo más económico”. El rango de precios de carteras van desde los $ 1.300 hasta los $ 2.550. “Por ahí vienen por una campera, pero por el precio, se van con una carterita nada más”, dice Gamboa.

Las calles  y veredas de Murillo se encuentran rotas y hasta en algunos sectores los focos de luz están dañados, tal vez ésta sea la mayor diferencia con la calle Florida. Hace un año el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño llevó a cabo obras que remodelaron y cambiaron por completo su estética, como son la refacción de veredas, la iluminación LED y un nuevo sistema de desagüe pluvial.

Giselle Sotelo trabaja sobre la calle Florida, en la marca TEX, hace seis años: “Siempre la peatonal -por lo menos desde que trabajo acá- fue más cara que otras zonas, pero es más pintoresca y más céntrica también. Lindamos con muchos hoteles y es una zona de paso, eso nos beneficia”, afirma.

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En contraste con el constante flujo de gente tan característico de la zona céntrica y de los atareados vendedores de los locales que la componen, la falta de actividad de los negocios ubicados en Villa Crespo es notoria. Es común observar a los empleados de los comercios de Murillo jugando con sus teléfonos celulares o charlando entre ellos mientras, rodeados por lujosas camperas de cuero, intentan que se les pasen las horas.

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El paseo es a Murillo 666

Sin lugar a dudas, el negocio más emblemático y conocido de la calle Murillo, en Villa Crespo, que concentra la compra y venta de artículos de cuero es Murillo 666. Esto no se debe únicamente a que este local es el más popular de este rubro, sino que además sus condiciones edilicias lo hacen merecedor de esta fama: apenas uno llega a la intersección de las calles Murillo y Acevedo, la mirada se ve obligada a dirigirse a la marquesina luminosa que indica la numeración del comercio. El frente del negocio es el más llamativo y grande de toda la cuadra. En la entrada principal, tras cruzarse con el personal de seguridad, hay una bifurcación: a la izquierda, hay unas escaleras que conducen directamente a las oficinas comerciales que se encuentran en el primer piso; mientras que a la derecha un escritorio con una recepcionista dan la bienvenida al local de venta al público.

El local, amplio, luminoso, con el blanco como color predominante tanto en paredes como estantes y bien organizado, está dividido en dos sectores: por una parte, se encuentran las prendas de ropa y al fondo se abre un nuevo espacio que exhibe los sillones, recubrimientos de cuero para muebles y demás artículos de living. En ambas divisiones hay una muy buena presentación: las vidrieras y estanterías están organizadas de una manera muy atractiva, los percheros de ropa están alternados con estantes que exponen accesorios (tales como cinturones, billeteras y carteras) y las telas que recubren a los sillones se despliegan de una manera muy elegante.

foto recu murillo 666

Por lo general, la mayoría de los clientes que entran a mirar los productos se dirigen directamente al perchero central –y el único que no se encuentra contra la pared-, en el cual se pueden apreciar las camperas discontinuas. Sus precios comienzan en los $1100 y los descuentos que se hacen sobre los montos a pagar originalmente son del 40%. Lo más sobresaliente es que a pesar de la baja de las ventas de la calle donde está ubicado el local, Murillo 666 continúa manteniendo su nivel de clientes y comprando grandes espacios de publicidad en los diarios más importantes del país.


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