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La Matanza de Klaukol


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Un informe Conicet confirmó, lo que los vecinos del barrio Las Mercedes afirman hace tiempo: la empresa “contamina”. Los resultados pueden mover la causa penal a favor de los damnificados. 


Desde los primeros días de noviembre que Klaukol parece no trabajar. En su fábrica, a unos 500 metros del km 44.500 de la ruta 3, el Ministerio de Ambiente de la provincia de Buenos Aires puso unos colectores que evalúan las emisiones de las chimeneas. En septiembre salió a luz un informe de CONICET donde afirma que la empresa contamina y enferma. Susana Aranda, vecina del barrio de Las Mercedes donde está la fábrica, lo sabe hace tiempo. Los últimos 13 años los dedicó y dedica a juntar pruebas para demostrar que Klaukol contamina de manera progresiva a los vecinos de su barrio. Y casi de forma literal deja la vida en ello. Por la exposición al material contaminante y por las amenazas que recibe por denunciar este crimen ambiental.

“Hasta ahora todos los informes sobre contaminación eran hechos, pagados o controlados por Klaukol y presentados a ACUMAR y al municipio”, cuenta Susana dándole la importancia que merece que el CONICET haya realizado una investigación independiente. ACUMAR es el órgano tripartito -de CABA, provincia de Buenos Aires y Nación- que articula el saneamiento del Riachuelo. 

Junto con el Ministerio de ambiente, ex OPDS, y el municipio de La Matanza deberían controlar el accionar de la empresa. El propio Klaukol y el municipio tienen catalogada la fábrica de la categoría 3, según la ley 11459 de Radicación de empresas de la provincia, lo que no le permitiría asentarse en un barrio residencial, como el de Las Mercedes, pero ni siquiera en uno industrial porque pondría en riesgo a los empleados de otras fábricas. “Klaukol debería estar en una zona rural alejada de asentamientos e industria”, sentencia Aranda.

Una muerte lenta y anunciada

La empresa se instaló en el barrio en 1979, cuando éste ya existía. Un dato no menor para la fiscal de la causa que le dijo a los vecinos que no se tendrían que haber mudado a un lugar donde había una empresa que contaminaba. La instalación fue progresiva, los primeros años el establecimiento era mucho más chico de lo que es hoy: la planta madre de latinoamérica. “Cuando los fundadores del barrio llegaron a este lugar el predio de Klaukol  era un tambo y estaba lleno de eucaliptos”, relata Susana. 

La empresa en sus comienzos era de bandera italiana. “Nosotros estábamos sorprendidos porque cuando se empezaron a instalar traían animales de todo tipo; ciervos, pumas, burros. Al principio no entendíamos, después nos enteramos que ellos así se fijaban cuánto tiempo aguantaban la exposición a sus propios contaminantes”, recuerda. 

En 2003 la empresa obtiene la habilitación por parte del municipio, con la firma de Raul Magario, con categoría 3. En el 2009 explotó una tolva y ese fue uno de los momentos bisagras, donde muchos se dieron cuenta de la contaminación que provocaba la empresa al ver cubierto el barrio de ceniza. En el 2014, desde ACUMAR, se realiza un control epidemiológico en la población, a cargo del doctor Iván Insúa. En el mismo se realizaron análisis de sangre a los vecinos, se pasó casa por casa explicando el procedimiento con tres hospitales móviles. Los resultados arrojaron que los niños estaban contaminados y que eso impedía el desarrollo cognitivo. Los chicos tenían exceso de fósforo lo que hacía que le crecieran los pechos a los varones por ejemplo.

“El doctor Insúa fue muy sincero. Me dijo: ‘Susana yo cumplí, yo ya hice, yo ya puse lo que tu barrio necesita. Ahora depende de la decisión política de nuestro gobernante’. Nadie hizo nada”, comenta Susana. Para ella la razón para arrancar a movilizarse y denunciar fue el diagnóstico de su nuera, la mamá de sus nietos, con un cáncer de garganta y ver a una de nietas entrando continuamente al hospital por problemas respiratorios. 

“Estaba hinchada permanentemente por el corticoide del broncodilatador”, cuenta. En 2016, ante la falta de acción del estado y una causa penal que no se movía, Susana realizó un acampe en las puertas del municipio, donde ahora no tiene permitido el ingreso, y una  huelga de hambre. En el proceso recibió decenas de amenazas y ataques mafiosos. En una oportunidad dos hombres se acercaron al barrio y a plena luz del día la interceptaron y le dijeron que si no quería “plomo” debería tragarse unas pilas que llevaban consigo. Según ellos eran las baterías que enterraba Mercedes Benz, otra empresa que opera en el lugar, responsable de la contaminación del agua. Susana tuvo que tragarse dos. 

La empresa pasó de manos italianas a francesas y finalmente pasó a formar parte de Sika, un grupo suizo. “La producción aumentó mucho estos últimos cuatro años, de 35 productos que fabricaban ahora hacen cerca de 60, 70. Te das cuenta por la cantidad de camiones, las chimeneas no paran nunca”, cuenta Fernando vecino del barrio que acompaña a Susana en la lucha. , 

El informe que le da la razón a los vecinos

Durante los meses de marzo y abril de este año, el doctor Andrés Porta, del Centro de Investigaciones de Medio Ambiente de CONICET, y su equipo registraron el material particulado que salía de las chimeneas de Klaukol, en Virrey del Pino. La tarea no fue sencilla, cada vez que los investigadores llegaban a tomar las muestras “sospechosamente” los hornos no funcionaban. La recolección de datos del material más pequeño MP10 Y MP2,5 fue escaso por este motivo.

Ese es justamente el material que cuando está presente en el aire y se respira pasa al sistema respiratorio. Aunque la presencia del más pequeño, en el muestreo de los ductos, estuvo por debajo de los valores que indican las OMS y la provincia de Buenos Aires, contribuye a la contaminación. En los lugares que se eligieron del barrio para evaluar la calidad del aire los valores excedieron los límites recomendados pero no se puede determinar cuáles son las otras fuentes.

El resultado que aportó datos más contundentes fue el del material sedimentado, el de mayor tamaño, la mayoría en el orden del MP 2,5, que afecta a la parte alta del sistema respiratorio y es “molesto”. El aporte de este material es de un 60% según los estudios. El material sedimentado es, en mayor porcentaje, sílice, arena. Al inhalarlo, se aloja en distintos órganos. A largo plazo no se reabsorbe ni se lo elimina, solo se acumula en el cuerpo provocando silicosis, cáncer. 

Al final del informe los científicos hacen una serie de recomendaciones entre las que se encuentran ciertas acciones para readecuar la planta como la extensión de las chimeneas para que el material no se concentre en el barrio. También se pidió el control continuo en esos ductos para controlar con mejor precisión el material particulado MP10 y MP 2,5.

La vía judicial

“En Europa y Estados Unidos la empresa en su página de internet en lo que ellos llaman la hoja de seguridad de cada producto, donde explican que contiene y qué efectos producen en la salud, afirman que producen cáncer”, explica Jorge Taiah, abogado querellante de la causa desde 2016. 

Con el informe del CONICET pudieron sostener la información proporcionada por la misma empresa y la experiencia que demuestra que casi todos en el barrio enferman por culpa de Klaukol y presentan los síntomas que ellos mismos declaran. Esto es lo que consta en autos de la causa.“Con estas pruebas pedimos el cierre de la planta. El Juzgado de garantías trasladó el pedido a la fiscal, que es la titular de la acción pública de la provincia, y ella hizo silencio”, detalla Taiah. 

A partir de ahí se elevó un pedido a la Fiscalía General de Cámara para que aparten a la fiscal y asignen a una nueva, ya que sin el acompañamiento de la misma la causa no puede avanzar,  pero la respuesta fue que es competencia del Juzgado de garantías atender ese pedido. “Acabo de hacer el pedido  ante el Juez de garantías y de denunciar la situación ante la Procuración General de la provincia y di aviso de todo esto al Ministerio de Ambiente y a ACUMAR”, cuenta el abogado quien expresa, también, que no se encuentra “optimista” porque las órganos judiciales particularmente en la provincia, y en La Matanza, son nominados por el poder político.

Sin embargo cree también que la causa puede “moverse” por la futura publicación de un informe que provocaría cambios pero prefiere resguardar la información, por el momento, para no filtrarlo. Todo esto se da en la causa penal propia contra Klaukol que lleva adelante Susana Aranda.

En paralelo está la causa Riachuelo que lleva adelante Juzgado Federal N°2 de Morón con el Juez Jorge Rodríguez, juez natural de la causa. Actualmente en esa causa común, donde la situación de Klaukol es un caso más dentro de la cuenca, hay una intimación para la readecuación de la planta. “En principio le dieron 20 días y Klaukol pidió una extensión del plazo. Hay licencia para matar”, sentenció Taiah.

La idea es poder apartar la causa de la justicia provincial y que la radicación de la causa pase a jurisdicción federal de Comodoro Py donde hay una fiscalía especializada. “Tenemos que acreditar que Klaukol no solo contamina el aire, sino también la cuenca, el agua, que atraviesa varias jurisdicciones”, explica.

La esperanza no está puesta tanto en la justicia local, que ya defraudó y ninguneó  la causa y sus actores en varias oportunidades, sino en la posibilidad de llevar el juicio a Suiza, país al que pertenecen los capitales de la empresa. Se realizó una denuncia a la Comisión Europea y diputados ambientalistas de ese país se comprometieron llevar la causa adelante. Está la invitación para que tanto Susana como sus abogados viajen a Europa para realizar una presentación formal del caso y también la posibilidad que representantes del organismo extranjero viajen al país para ver en primera persona lo que está sucediendo.

Acá no se puede vivir

Durante el proceso de lucha además de las causas penales se elevaron dos recursos de amparo en situaciones icónicas: Carabajal y Orona. El primer caso es el de Nadia, una chica de 28 años que llegó a pesar 30 kilos. “Los médicos le habían advertido a sus padres que el pronóstico era muy malo y que posiblemente no sobreviviría”, recuerda Fernando.

Los peritos que intervinieron dieron un reporte “lapidario”. En él decían que todos los productos de la línea de la fabricación de Klaukol son cancerígenos y nombraba ahí el berilio,  el cadmio, el cromo, 16 metales pesados en el aire, en el agua, en el suelo, dice Susana producto de 42 años de “impunidad”. A través de la sentencia se obligó a la empresa a pagar el alquiler de Nadia y su familia para relocalizarla. “La familia construyó su casa en el barrio, había pedido un crédito hipotecario y ahora Klaukol se presenta como buen vecino y “ayuda” a Nadia a través de este pago que no cubre la totalidad del alquiler tampoco”, explica Aranda. La mujer logró ser trasplantada en tiempo record y recuperar su salud pero no volvió al barrio. 

El caso Orona es similar. Un bebé prematuro, con los pulmones poco desarrollados, que cada vez que salía a la calle volvía morado y debía internarse. Como Nadia, la familia Orona tuvo que dejar el barrio. Ambos vivían muy cerca de las tolvas de la fábrica. 

Los vecinos le agradecen a Susana su persistencia y coraje, gracias a ella lograron conocer la causa de sus enfermedades y obtener algo de “justicia”. “Los vecinos no tienen el tiempo que tengo yo que soy jubilada o no pueden gastar lo que no tienen para llevar el proceso judicial adelante como hicimos con Fernando”, comenta. Fernando tiene un local a tres cuadras de la planta. Cuenta que en los últimos años tuvo que vender metros cuadrados y achicar el negocio para poder costear los abogados, estudios y medicamentos. 

La mordaza

La empresa no solo niega la contaminación sino que a lo largo de estos últimos años intimó y amenazó a periodistas que trataban de cubrir y difundir lo que pasa en Las Mercedes. El caso no llegó casi a los medios nacionales. Los únicos que pudieron publicar notas pertenecen a medios autogestivos e independientes.

“Solo basta con ver un canal de aire durante 24 horas o la trasmisión de los partidos de la Liga de fútbol local. La cantidad de dinero que gasta Klaukol en pauta es impresionante. Si gastaran ese dinero en readecuar la planta nos hubiéramos ahorrado muchísimas muertes”, afirma el abogado Taiah.

En 2019, Giselle Ribaloff y Andrés Masotto, de Radio Presente recibieron amenazas cuando estaban cubriendo el caso, específicamente un festival que organizaron para visibilizar.  “Nosotros habíamos hecho entrevistas a Susana y a los vecinos y nos cayó una carta documento a la radio ”, recuerda Giselle. “Andrés había publicado tweets adjuntando informes de la OPDS, de ACUMAR que decían que Klaukol no podía estar ahí y arrobó a la empresa”, comenta.

En ese momento Masotto tenía poco más de 300 seguidores y la carta lo intimaba a borrar los tweets con advertencia de llevar el caso acciones civiles y penales por daño a la imágen de la empresa. En ese momento ambos realizaron una conferencia en SiPreba para denunciar el hecho. “Recuerdo que en ese momento también le mandaron una carta a una periodista de Telefé por querer hablar del tema. La diferencia con los medios comunitarios y los hegemónicos es que ellos por la pauta no pudieron sacar nada”, comenta.

Durante la producción de la nota se trató contactar al Ministerio de Ambiente de provincia y a ACUMAR para contar con su versión y testimonios. En ambos casos, los representantes de prensa tomaron el pedido de información pero no respondieron al mismo. 


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