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LA SALIDA CON AMIGOS QUE TAMBIÉN ES UN DEPORTE


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El bowling se juega hasta en los Panamericanos, pero en Argentina es difícil de verlo porque las boleras prefieren utilizar el espacio para la recreación. Si bien hay lugar para la competencia, en el país hay un solo jugador profesional.

Por Cynthia Tamagusuku | @Tucha_

Foto Bowling_co
Como en un aeropuerto, las valijas viajaban de un lado a otro. Los bolsos más pequeños se movían de una mesa a la otra, como las botellas de agua o vasos de gaseosas. “Señorita, ¿podría traerme un café?”, le pidió un hombre a una mesera que pasaba por allí. Mientras tanto, las cuarenta personas que estaban presentes se acomodaban en una mesa nueva hasta que por los parlantes se escuchó: “Comienza la tercera línea”. Era el segundo día de competencia del Campeonato Nacional de Bowling que se estaba disputando en Norcenter, un shopping de Vicente López.
Muñequeras de neoprene y cintas de colores en los dedos de los jugadores. Algunos llevaban una protección que iba desde el antebrazo hasta los dedos, que hacían creer que las competidoras tenían un brazo robótico. A unos veinte metros del pino uno, un jugador se seca la mano con el aire de la máquina. A su lado, otro competidor prefiere levantar la mano para alcanzar el aire acondicionado que sale del techo. La concentración estaba al máximo. Con una mirada, se dan cuenta si uno de los palos está mal ubicado por una distancia que solo ellos pueden notar. “¿Puedo reiniciar la máquina? Está corrido unos centímetros”, pidió la medallista de bronce en los últimos Juegos Odesur, Mercedes Pérez de la Losa, a Vanesa Rinke, su compañera de equipo, y a sus rivales. Es que en la competencia de dobles se van alternando las jugadoras de dos equipos en dos pistas contiguas.
Con la bola en la mano, el jugador está listo. El elemento fue registrado previo a la competencia. Los organizadores exigen que la marca, el modelo, el color y el número de serie de cada bola queden asentados en una planilla. Cada jugador debe contar en su set con al menos cuatro o cinco bolas que tienen una vida útil de uno o dos años, a nivel competitivo, y cinco o seis años si se trata de un nivel recreativo.
El jugador acelera el paso, la mano derecha con la bola va hacia atrás y cuando vuelve adelante, la suelta. El jugador se congela mientras que la bola roza la canaleta, pero a último momento dobla hacia los pinos. Los tira todos. El puño cerrado contra el cuerpo y una sonrisa con su compañero de equipo. Se chocan las manos. También los rivales forman parte del festejo y se buscan para “chocar los cinco”.
El bowling argentino se encuentra cuarto entre los sudamericanos. Para poder sobresalir internacionalmente, se debe entrenar no menos de tres horas por día, seis veces por semana. Completar con dietas y gimnasio y dedicar gran parte del tiempo restante a la infraestructura del deporte. Es decir, perforando bolas en un pro shop (negocio donde venden artículos de bowling), trabajando en alguna bolera o dando clases.
Mundialmente, Estados Unidos siempre fue una potencia. Aunque en las últimas dos décadas, los asiáticos comenzaron a superarlos. En tanto que los competidores argentinos están muy lejos de ese nivel.
Zapatos, bolas y bolsos. No se requieren muchos elementos, pero es un deporte caro. Para algo recreativo, se gastan unos dos mil pesos por mes entre la inscripción a una liga y comidas de esos días. Y en un seleccionado, el gasto mínimo es de cinco mil pesos mensuales. El ENARD aporta tres mil pesos a los jugadores becados y seis mil para los entrenadores. Además, se encarga de pagar los viajes de la representación oficial y las prácticas preparatorias a las competencias.
La competencia se detiene. Las pistas necesitan limpieza y aceitado antes del próximo juego. Las boleras bien cuidadas son los lugares elegidos por los jugadores para entrenarse. Van a cualquier espacio que les brinden un mínimo de atención. En tanto que la Selección Nacional se entrena en Olivos, en el centro de alto rendimiento de Lucas Legnani, el mejor jugador argentino y el único profesional del país.
El día se acaba y mañana será otro día de competencia. En tres días se disputarán las finales. Los campeones y subcampeones, tanto femeninos como masculinos, clasificarán a los Juegos Panamericanos Toronto 2015. Mercedes Pérez de la Losa, Vanesa Rinke y Lucas Legnani dieron el primer paso, pero aún tienen varios pinos por derribar.


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