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LA SEXUALIDAD ES RELACIONARSE CON LAS PERSONAS


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La sexualidad atraviesa todas las etapas de la vida. Construye cultura y formas de vincularse. También es tabú y motivo de conflicto. La Educación Sexual Integral (ESI) levanta la voz y rompe esquemas.

Por Diana Fernández y Ricardo Andreu

Sofía llegó del cole. Dejó la mochila tirada al lado de la silla y pidió que le preparen la leche. Luego, se acercó a su mamá y con un susurro simpático le confesó al oído:

-Hoy un amigo me contó lo que es el sexo.

Sofía tiene 7, dieciséis menos que su mamá Nataly, quien luego contó que “los nenes de tercero” le dijeron a su hija que “el sexo es cuando el pene del hombre entra en la vagina de la mujer”. Vuelve a ese momento, se queda unos segundos en silencio y piensa que es un tema que hay que hablarlo, no esquivarlo: “Le dije que estaba bien, que así es como se hacen los bebés pero que no es sólo eso, que es un montón de cosas más”.

Aún hoy, el concepto dominante de sexualidad está fuertemente unido al de genitalidad. Según Catalina del Cerro, becaria del CONICET especializada en género y sexualidad, esta mirada ha enfocado el tratamiento en las escuelas “desde un lugar moralizante, biologicista y heteronormativo, entendiendo la sexualidad como algo malo”.

Es el caso de Tobías, estudiante de 15 años del Instituto Lenguas Vivas: “Tuve muy pocos días de educación sexual en el colegio, como parte de la materia biología. Vimos cómo funciona el aparato reproductivo”, contó a BONDI. “Igual, no me acuerdo de nada”, agregó.

Un estudio de la Fundación Huésped y el Colectivo de Juventudes por los Derechos Sexuales y Reproductivos destacó que 9 de cada 10 adolescentes relacionan la educación sexual con temas vinculados al aparato reproductivo y 7 de cada 10 a métodos anticonceptivos y prevención de infecciones de transmisión sexual. Mucho menor es el la vinculación con temas como el embarazo en la adolescencia (42 por ciento), el aborto (31 por ciento), la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, violencia de género, respeto a la diversidad, acoso y abuso sexual (alrededor del 20 por ciento).

-Pero para vos ¿qué es la sexualidad?

Tobías duda, tira una sonrisa tímida que busca complicidad y responde.

-Para mí, la sexualidad es relacionarse con las personas.

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En 2006, luego de dos años de debate, el Estado nacional sancionó y promulgó la ley 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI), que establece como obligatoria su enseñanza en todas las jurisdicciones y tipos de establecimientos (públicos, privados, confesionales y laicos), entendiéndola como un derecho de todos los chicos y chicas del país.

Del Cerro, quien es además capacitadora docente del Programa ESI, destaca la obligatoriedad y universalidad del Programa y recuerda: “A partir del reclamo del movimiento de mujeres, y de las docentes que venían hablando de sexualidad en el aula y no estaban amparadas, fue que surgió la ESI”.

La ley crea el Programa en la órbita del Ministerio de Educación con cinco ejes transversales para su abordaje en el aula: perspectiva de género, diversidad sexual, derechos humanos, el cuidado del cuerpo y la valoración de los vínculos afectivos. “Los primeros dos fueron los que más conflicto trajeron en el debate y aún lo generan en su aplicación. La palabra género está demonizada en algunos espacios”, dijo Del Cerro aunque aclaró: “Por suerte cada vez menos, y esto tiene que ver con una tracción social de la misma ley”.

Cada vez más docentes empezaron a preguntarse qué era, a buscar capacitaciones y a exigirla. Y ese es el principal problema en este momento, el Estado nacional no está garantizando las capacitaciones. La página oficial del Programa le habla a lxs pibxs: “Tenés derecho a aprender a cuidarte y a vivir una sexualidad plena y responsable. Tus derechos son nuestras responsabilidades”.

Pero las palabras solas no alcanzan y el presupuesto, tampoco. En el 2016, comparado con el año 2015, el Gobierno nacional redujo el monto destinado al desarrollo de la ESI en un 65 por ciento. Esto condiciona fuertemente las posibilidades de garantizar la implementación del programa a nivel federal e incumple con la obligación de “capacitación permanente y gratuita de los educadores en el marco de la formación docente continua” establecida en el artículo 8 de la Ley.

Facundo, trabajador del Ministerio de Educación de la Nación describe la actualidad del programa ESI: “El equipo sigue siendo el mismo, pero las condiciones de trabajo son bastantes inestables, con sueldos muy bajos. Desde principio de año están faltando los cuadernillos de secundaria, que es un recurso fundamental y no se había hecho la reimpresión”.

Pero también hay obstáculos políticos y culturales estructurales, que fueron los que han minado el camino de la ESI desde un principio. “Hay legislaciones provinciales que implican lecturas políticas distintas, es compleja la implementación de una política a nivel nacional. Hay lugares donde incluso ha habido marchas en contra de la ESI y las capacitaciones”, agregó Facundo.

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No obstante, así como hay piedras en el camino, también existe una apropiación positiva y una nueva síntesis de la ESI por parte de distintos movimientos de la sociedad civil. Un expresión de ello es la consigna que ha surgido en los últimos tiempos en el movimiento de mujeres: Sin ESI no hay #NiUnaMenos. “Podríamos decir que hubo una ESIzación del movimiento de mujeres. En los últimos diez años, pasó de ser una ley reducida al ámbito escolar a algo que hay que defender porque es una respuesta integral y a largo plazo a una problemática cultural como es el machismo”, explicó del Cerro.

Además, Facundo sostiene que hay una retroalimentación entre ambos: “Hay varios de los aspectos que conforman la ESI que ya venían formando parte de la agenda, por ejemplo, del movimiento de mujeres. A su vez, éste movimiento es crítico de algunas cuestiones de la ESI que no se pueden destrabar y resolver. Hay una escucha mutua y también críticas que son movilizantes”.

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Nataly tiene dieciséis años más que Sofía y quiere que su hija tenga la educación que ella no tuvo para poder elegir.

Ella no es un caso excepcional, es expresión genuina de una problemática social. Según los últimos datos disponibles del Ministerio de Salud de la Nación, más de 300 adolescentes se convierten en madres por día en el país, número que, comparado con el total de nacimientos, representa cerca del 15 por ciento ( en algunas provincias trepa hasta el 28 por ciento). La elevada cifra se mantiene relativamente estable desde hace años. Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el 69 por ciento son embarazos no buscados.

La estadística se hace carne en el territorio, donde el sistema de salud pública intenta (como puede y con lo que tiene) contener y dar solución a las diferentes problemáticas. Mariela Isoldi es médica pediatra y trabaja con niños y adolescentes en el CESAC N°43, dependiente programáticamente del Hospital Piñero, en la zona del bajo Flores. Se trata de la comuna 8, una de las áreas más vulnerables y de mayor pobreza y que registra la mayor tasa de embarazo adolescente de la CABA. Es doce veces mayor que en la comuna 2 (Recoleta). Isoldi no duda a la hora de (d)enunciar los factores que explican está situación: “Claramente la inequidad, la pobreza, la falta de acceso de conocimiento y la falta de oportunidad son la principal causa de los embarazos. Las condiciones económicas, sociales, culturales son factores determinantes”.

El embarazo adolescente, así como la violencia de género, el derecho a la diversidad, entre otras, son expresión de una problemática más amplia: la deficiente e insuficiente implementación de una Educación Sexual Integral en el ámbito educativo y de salud como política pública a largo plazo. La ESI no puede ser tomada como variable de ajuste según el sesgo ideológico de quienes son responsables de su cumplimiento. Se trata de una cuestión de salud pública y formación cultural que repercute directamente en el tejido social.


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