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LA UNIÓN GENERA TRIUNFOS


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En la calle hay tensión. A solo un par de cuadras del club Excursionistas, en el bajo Belgrano, un Ford Focus azulado se estrelló contra un Citroën C3 de color blanco. La gente se asomaba y chusmeaba, grababa con sus celulares el accidente. Los conductores, aturdidos por el golpe, discutían y se echaban la culpa entre sí: “Fue culpa tuya”, señala el conductor de la Ford. “No te vi, apareciste de golpe”, respondió el otro involucrado. De fondo, se oían las sirenas de la policía y la  ambulancia acercándose al lugar del hecho. Las calles aledañas estuvieron paralizadas por unos minutos juntando tránsito y amontonamiento sin fin de autos y medios de transporte.

Por Ramiro Gastón Farías, Gastón Germone y Franco Paladino

Cerca de las 18, el sol comenzaba a esconderse para dar la entrada de nubes oscuras que venían del sur de Buenos Aires. En la adyacencia del estadio de Excursionistas, las mujeres que forman parte del plantel profesional llegaban para cumplir con un nuevo día de entrenamiento, bajo las órdenes de Tatiana Medina, entrenadora de la Primera del fútbol femenino.

Bolsos y mochilas en mano, las jugadoras se metían dentro del vestuario para ponerse la ropa ideal de entrenamiento, dejando de lado el descanso, el trabajo y el estudio para someterse a un exigente entrenamiento que tiene como objetivo sumar 3 puntos en el campeonato, luego de su empate frente El Porvenir, en un partidazo que culminó 3 a 3. Mientras tanto, los preparadores físicos iban poniendo, de a uno, los conos y demás elementos de ejercicios.

Las protagonistas iban saliendo hacia la cancha para dirigirse hasta el centro del campo, en aceptables condiciones, para reunirse con la entrenadora que dará una charla sobre el entrenamiento: “Vamos, apúrense”, gritaba Medina. En las tribunas hay varias personas, familiares y dirigentes que dialogan.

Dentro del terreno de juego, el perfil de las jugadoras es variado: hay jóvenes, que no pasan los 20 años; y adultas que rozan los 30. También hay diferencias físicas y deportivas. Algunas se relacionan mejor con la pelota; otras, sacan ventajas en la parte física, aguantando más la intensidad y lo exigente del entrenamiento: “Luego de haber trabajado durante 6hs, venir a entrenarme cansada cuesta, pero siempre doy lo mejor”, se expresó Any Martiarena, defensora central.

La convivencia parece espectacular. Se divierten y ríen como niñas que juegan en una plaza. No todas tienen contrato profesional, solo 8 futbolistas lo tienen y entre las que pusieron la firma, reparten su dinero para las demás, en símbolo de compañerismo y lealtad. “Entre nosotras decidimos repartir la plata para las demás chicas que no tienen contrato, porque todas hacemos el esfuerzo de entrenarnos”, comentaba Martiarena.

Luego de un entrenamiento físico, llegaba el turno del típico partido para sacar conclusiones de cara al próximo encuentro por el campeonato, frente a Rosario Central. “Aun no tengo un 11 ideal, solo hay 7 jugadoras que son fijas y las demás pelean por otro puesto”, expresó Tatiana.

El equipo “A” o titular utilizan pecheras verde fluorescente y el equipo “B” una camiseta blanca con el logo verde de excursionistas en el pecho. Luego de unas instrucciones, la pelota comenzó a rodar, bajo la atenta mirada de su entrenadora y ayudante. El partido es limpio, fluido y sin excesiva violencia en la faltas. Se cuidan entre ellas, aunque luchan para ganarse un lugar. El encuentro fue entretenido y distendido, con un resultado de 4 a 2 para las titulares. “Nuestro nivel es bueno, pero aún nos falta mucho. Estamos lejos de compararnos con los grandes, somos un club chico que sueña en grande”, comentaba Medina, al terminar a las 19:45 el entrenamiento ante la amenaza de tormentas.


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