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“LO IMPORTANTE ES SEGUIR DISFRUTANDO DEL VÓLEY”


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Mariángeles Cossar es receptora punta del equipo multicampeón de Boca e integró la Selección. Lleva trece años lejos de la casa de sus padres en Tortugas, un pueblo de Santa Fe. En su carrera vistió una sola camiseta: la azul y oro, con la que ganó 6 títulos de la Liga Nacional. Además, tiene otro muy importante; es el universitario, de Traductorado Público en la UBA. Chuchu, a sus 29 años, sigue con una mentalidad ganadora. “Salir segundo no es un fracaso, pero… hay que ser consciente del club en el que una está, el mejor club del país”, aseguró.

Por Enzo Barreto y Diego Torres

-¿Cómo fue tu llegada a Boca?

-Mi hermana mayor, Romina, jugaba al vóley y vino a Buenos Aires a Boca. Yo ya jugaba en nuestro pueblo y cuando la venía visitar en mis vacaciones entrenaba por hobby, a veces  con las inferiores o si faltaba alguien de primera me sumaba. Eso, a los entrenadores les gustó mucho. En 2006, ya por cumplir los 16, llamaron a mis papás y hablaron conmigo para saber si estábamos interesados en que viniera a Capital a jugar. Yo no lo dudé en ningún momento y mi familia me dijo que era una decisión mía que me iba a apoyar. Y me vine, desde esa fecha hasta el día de hoy sigo acá muy feliz.

-¿Cómo fue separarte tan tempranamente de tus padres?

-El cambio fue drástico. Mi pueblo tiene 2.500 habitantes y la ciudad de Buenos Aires es enorme, pero la verdad no me costó en ningún momento porque era algo que quería hacer: yo era fanática de Boca desde chica. Además no tenía problemas para socializar o relacionarme. Fue duro porque extrañaba a mi familia, pero fue fácil la adaptación a vivir en la ciudad. Además, yo ya conocía porque tenemos parientes lejanos acá, por lo que entonces ya había venido varias veces y, por suerte, mi hermana mayor estaba acá.

-¿Viviste en la pensión de Boca en todo ese tiempo?

-Acá no hay pensión para nosotras, solamente para el fútbol y para algunos chicos del básquet. El club alquila dos departamentos en que vivimos cuatro chicas en cada uno, variando el lugar, nos fuimos mudando, pero lo bancaba el club porque fue un arreglo que se hizo. En mi caso, cuando yo era menor de edad, con mis papás. Ese arreglo se mantiene todavía y la vivienda me la paga el club.

-Tevez dijo en una entrevista que le costaba jugar bien los clásicos por el hecho de ser hincha de Boca. ¿Te sucede esto mismo?

-Al contrario. Para mí es más fácil jugarlos desde ese lado. Justamente entiendo lo que representa el club, lo que significa tener a River enfrente y lo que tengo que dar de mí. Te reconozco que es más duro desde el lado de las emociones porque si perdemos me va a doler más a mí que a una compañera que no es hincha de Boca. Eso es feo porque sentís esa presión de decir “perdí con mi clásico rival”, pero a la vez la victoria se disfruta el doble.

-Es tomado como una rareza que un futbolista pase toda su carrera en un solo club. ¿Sucede lo mismo en el vóley?

-Sí, puede ser raro. En la etapa de inferiores puede ser que te desarrolles en un club y luego pasés a otro, pero no es muy común que una jugadora haga toda su carrera en un mismo club. Yo lo sentí siempre así. Tuve oportunidad de irme a jugar afuera en su momento, pero tomé la decisión de quedarme. Obviamente que mirando en retrospectiva me hubiese gustado. He tenido ofertas ahora también. Hubiese sido una linda oportunidad, pero no era mi objetivo como deportista irme a jugar afuera. En Boca soy muy feliz, es mi casa, me siento muy cómoda y tranquila, y tengo otros objetivos más allá de irme a otro lado. Defender esta camiseta me hace muy feliz.

-¿Qué es lo que más disfrutas hoy en día: ganar, competir, entrenar…?

-Te mentiría si no te digo que juego para ganar, a mí me motiva ganar. Salir segundo para mí es malo, no como grupo sino como un resultado y por el club en el que estoy, que es el mejor del país. Por eso, quiero ganar siempre. Hoy en día con todas las experiencias que tuve para mí lo más importante es seguir disfrutando del vóley, el resto viene en complemento y dejar al club lo más alto posible.

-¿Hasta cuándo es tu nuevo vínculo con Boca?

-En abril firmé un contrato nuevo por un año, hasta mayo del 2020. Me ofrecían por más tiempo, pero como la situación del país va cambiando un montón, no te conviene hacer contratos muy a largo plazo. Nosotros, que económicamente no podemos vivir del deporte, necesitamos un ajuste que vaya siendo cada menos tiempo. Si fuese por mí me quedaría de por vida en Boca, si los dirigentes así lo quieren.

-Por último, ¿ves posible que se profesionalice el vóley femenino?

-Lo veo muy a largo plazo. Ahora es imposible, sigue habiendo muchas diferencias. Un hombre juega la Liga y no cobra una fortuna, pero puede vivir de ello. Mientras que a una mujer no le alcanza para vivir. Eso ya te da el pie de que hay una brecha. Hay que cambiar la cabeza porque es un producto vendible, siempre que se juegan partidos de etapas importantes las canchas están llenas. Tenés partidos televisados que son tendencia en redes sociales, a la gente le interesa. El verso de decir que el vóley femenino no vende es mentira, cuando realmente se pongan a trabajar sobre el tema los que lo tienen que hacer, se va a dar un paso mucho más importante para la profesionalización. Hoy en día es difícil, pero espero que en un futuro, cuando yo tal vez ya no juegue al vóley, las chicas puedan contar con una posibilidad más latente de que eso pase.

LAS LESIONES Y LAS PANTERAS

En el auge de su carrera, siendo bicampeona con Boca de la Liga Nacional de Vóley (2010-2011 y 2011-2012), la punta receptora no pudo afianzar esa proyección en la Selección, debido a una seguidilla de lesiones que la sacaron del radar. “Fueron momentos difíciles. Fue la forma del cuerpo de expresarme de cosas que tenía que solucionar. El cansancio de compatibilizar el estudio con el vóley, ya que requería mucho de mi físicamente y también mentalmente”, dijo.

“No agradezco haberme lesionado, me quitó muchas cosas importantes de mi carrera deportiva, pero no reniego de ello. Me sirvió, me fortaleció”, comenta la representante de Boca, sobre su serie de problemas físicos, en 2013,2014 y 2015. Durante ese tiempo, Las Panteras lograrían clasificar, por primera vez, a un Juego Olímpico (Río 2016) de la mano de Guillermo Orduna.

Un tiempo después, tras obtener cuatro títulos más, la santafesina volvería a ser citada bajo una nueva conducción. “Fue muy especial, lo había cerrado completamente para mí, el duelo ya estaba hecho después de perderme el Mundial y un Juego Olímpico por mis lesiones. Cuando me llamó Hernán Ferraro, sentí mucho orgullo por ser tenida en cuenta, a pesar de todo lo que me había pasado”, concluyó.

“SACRIFICIO, ESFUERZO Y DEDICACIÓN”

Mariángeles Cossar tiene muchos títulos deportivos y uno universitario: el de Traductorado Público de Inglés. ¿Cómo fue la dura misión de cumplir con una carrera? Chuchu explicó que “la carrera universitaria se tuvo que acomodar a la carrera deportiva”. Y detalló: “Desde chica, me gustaba el inglés. Cuando llegue a Buenos Aires hice mis últimos años de secundario y después me decidí por esa carrera en la UBA. Siempre fue muy difícil porque compatibilizar los horarios era muy complicado. Además, al tiempo estuve en la Selección y me costó adaptarme al ritmo de saber que por ahí no podía dar lo mejor de mí académicamente. Mi carrera deportiva era más importante porque la vida útil del deportista es mucho más corta. En los primeros años no me pude inscribir en muchas materias por motivos de viajes, tanto con el seleccionado como con Boca. Después, tuve unas lesiones serias. En ese momento pude dedicarle más tiempo y recibirme. Termine tres años más tarde de lo que pensaba, pero entendí que no era importante el cuándo, sino el hecho de recibirme. Costó un montón, pero con sacrificio, esfuerzo y dedicación lo pude hacer”.


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