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LOS ARGENTINOS CONSUMEN CADA VEZ MÁS PSICOFÁRMACOS


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Se vendieron 20 millones de cajas de clonazepam en los últimos dos años en el país y el consumo de antidepresivos aumentó un 111%. Las causas y consecuencias detrás del incremento según los profesionales en salud mental.

Por Martin Otermin

Las emociones constituyen una parte fundamental de nuestra vida. Influyen en nuestra conducta. La ansiedad, así como el miedo, tienen una base biológica que se desarrolló con el fin de mantenernos sanos y salvos.  ¿Qué pasa cuando esos elementos biológicos se ven alterados? El primer Estudio de Epidemiología en Salud Mental Nacional indicó que uno de cada tres argentinos sufrirá algún tipo de trastorno de la salud mental a lo largo de su vida.  Los trastornos de ansiedad son los más frecuentes. Los padece el 16% de los argentinos. Según el estudio, además el 8,7% de la población tiene depresión. Este último padecimiento mental es la principal causa de discapacidad en el mundo y  se calcula que entre los años 2020 y 2030 va a ser la principal causa por la cual la gente va a dejar de trabajar. A este estudio se suma el informe de la Confederación Farmacéutica Argentina que indica que el consumo de antidepresivos ha crecido un 111.3% en el período comprendido desde 2004 hasta 2015.

Victoria Vanni es médica especialista en psiquiatría y actualmente coordina el equipo de consultorios externos de Proyecto SUMA, una organización civil sin fines de lucro que trabaja junto a personas con sufrimiento mental para mejorar su calidad de vida. Su objetivo es dar tratamiento e integrar social, laboral y/o familiarmente a las personas con padecimientos mentales.

Vanni hace una distinción entre las causas positivas y negativas del aumento. Entre las positivas considera que“hay más concientización y un mayor acceso a la consulta de padecimientos que tienen mucho estigma y son muchas veces silenciados”. Agrega que “los factores negativos se deberían a cuestiones relacionadas con modelos de vida modernos en los que hay una alta demanda. Las situaciones laborales, la multiplicidad de tareas a cubrir y la inmediatez de la necesidad de resultados, pueden disparar trastornos de ansiedad”.

Francisco Appiani, a cargo de la Unidad de Psiconeurofarmacología del Hospital de Clínicas José de San Martín y docente de la Universidad de Buenos Aires, no es concluyente en cuanto a si el consumo es excesivo, partiendo de la base de que la estadística generalmente exhibe lo que se ha vendido. Cree que la pregunta a hacerse entonces sería: “¿Hay una sobreprescripción inescrupulosa o inducida por la industria farmacéutica? ¿O es que hay más gente que accede a la atención médica y que los médicos generalistas hoy se hacen cargo de la prescripción de estas drogas? ¿Los cuadros depresivos están correctamente tratados?”.

“Un mundo feliz” fue escrito a principios de la década de 1930. La novela del escritor y filósofo británico Aldous Huxley plantea una sociedad futura en donde el manejo de las emociones es por medio de drogas que los personajes consumen para curar sus penas. El SOMA es la droga que todo el mundo toma cuando se encuentra deprimido. En la novela se puede leer: “Un sólo gramo de SOMA cura diez sentimientos melancólicos”. Desde entonces varios psicofármacos se han presentado a la sociedad, entre ellos los antidepresivos y los ansiolíticos.

En relación a la hipótesis de que la depresión va a ser el principal motivo por la cual la gente va a dejar de trabajar en los próximos diez años, Appiani confiesa quees difícil saber que es lo que va a ocurrir puntualmente en un futuro. Un aspecto que entra en juego al respecto de esta posibilidad, es la eficacia que tienen los antidepresivos.Afirma que para muchos pacientes los antidepresivos funcionan: “Hay personas que no sabemos bien por qué, no sabemos cuáles son los mecanismos involucrados, le cambian la vida de modo radical y positivo”.

Vanni señala que las depresiones leves son plausibles de ser tratadas con psicoterapia. En aquellas personas que tienen un cuadro depresivo que va mas allá de sentirse triste (la tristeza es un síntoma cardinal pero se acompaña de dificultades de dormir, en la alimentación, ansiedad, alteraciones en la concentración y la memoria y hasta suicidios) los antidepresivos son eficaces. “A mayor intensidad de la depresión mayor eficacia del antidepresivo. Siempre lo que hay que hacer es un balance de costos y beneficios. Los beneficios deberían superar costos, todos los fármacos lo poseen”, sostiene.

Dentro del universo de los psicofármacos se encuentran las benzodiazepinas. Estos medicamentos actúan sobre el sistema nervioso central con efectos sedantes, hipnóticos, ansiolíticos, anticonvulsivos, amnésicos y miorrelajantes. Se usan las para la terapia de la ansiedad, insomnio y otros estados afectivos, así como las epilepsias, abstinencia alcohólica y espasmos musculares.

Desde junio de 2016 a mayo de 2018, se vendieron 20 millones de cajas del principio activo de Clonazepam, conocido por su marca comercial Rivotril. En 2016 se vendieron 114 pastillas por segundo. De ese total, cerca de un 20% se vendió en forma clandestina y sin prescripción médica, ya sea por Internet o en locales bailables. Según las estadísticas del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (SAFYB), cerca del 20% de la población, poco más de 8 millones de personas, consumen estos psicofármacos en forma regular para tratar ansiedad, insomnio, nerviosismo y depresión.

Vanni opina que el consumo de benzodiazepinas es una característica de los tiempos en que vivimos: “Van de la mano de la búsqueda de efectos y soluciones rápidas. Un ejemplo clásico son las dificultades para conciliar el sueño. Hay otras medicaciones que se pueden elegir con menor riesgo de adicción”.

Appiani cree que hay un descontrol en los multiusos que se le da a éste tipo de drogas y los diferencia del consumo de antidepresivos. Coincide en que es un problema socio cultural: “Ahí hay un problema médico, un problema de la sociedad. Los ansiolíticos no deben ser utilizados para el control de las cuestiones adversas o comunes de la vida”. Enfatiza:“Se utilizan para patologías, no para el stress cotidiano para que a uno le permita enfrentar el día a día. Las patologías serían la ansiedad generalizada y el trastorno por pánico”.

De acuerdo a un estudio realizado por la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (SEDRONAR) llevado a cabo en 2017,  más de la mitad del consumo de ansiolíticos entre los 18 y 24 años es un consumo sin receta ni prescripción, del “boca a boca” entre amigos. La compra en vía pública y más de la mitad de las prescripciones fue realizada por profesionales no psiquiatras.

Para muchas personas es difícil  distinguir entre la tristeza y la depresión. Ambos profesionales admiten que el aspecto socio cultural influye y que al día de hoy siguen habiendo muchos prejuicios respecto a la salud mental. Estos prejuicios impiden a las personas poder acceder a un tratamiento que podría mejorar su calidad de vida. Argentina tiene la mayor cantidad de psicólogos per cápita del mundo pero la mayoría de los servicios de salud están saturados. Eso dificulta que la gente de bajos recursos tenga la  posibilidad de acceder a tratamientos.

Con respecto a los psiquiatras, la distribución a nivel nacional es desigual. En Capital Federal y Provincia de Buenos Aires es más alta, mientras que en otras provincias hay una necesidad de profesionales, sobre todo en el área infantojuvenil.


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