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LOS HÉROES VAN AL CIELO


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Expertos en catástrofes cuentan cómo despiden a sus perros tras haber servido varios años. Por ejemplo, Rocky, rescatista en la AMIA, descansa en un predio de bomberos de Barracas.

Por Ayelen Lázzaro (@ayelen_lazzaro)

En un terreno verdoso lleno de árboles altos, rodeado de trozos de madera y el extenso tren azulado que pasaba a gran velocidad, un hombre canoso de ojos café estaba parado frente a unos túmulos de tierra. “Siempre se les deja puesto su collar y su medalla para que se queden en la eternidad”, comentó mientras observaba fijamente, con una mirada melancólica, una piedra blancuzca. En él había una pequeña foto en blanco y negro de un perro acompañado de una inscripción de letras negras: “Rocky 2004-2014”.

Juan Carlos Lombardi, presidente de la Asociación Civil Escuela Canina de Catástrofe (ACECC), contó que al fallecer un can, él y los adiestradores del lugar cavan un pozo. Luego se reúnen y entre todos, con sus respectivos perros, bordean el hueco para decir unas palabras. “Agradecemos el tiempo que estuvo sirviendo a la comunidad, todo el trabajo que estuvo realizando y rezamos”, relató el encargado de la escuela canina.
En este sectorcito, debajo de la tierra, se encuentran sepultados diferentes perros. Siempre los acompaña una figura celestial de capa rojiza, el santo protector de los perros, San Roque. Uno de ellos era Rocky, un terranova que falleció en el 2014 a los 11 años, después de haber sufrido su tercer infarto.
“Era un perro especializado en la localización de ahogados. Tuvo muchos logros”, comentó orgulloso Lombardi. Fue uno de los más útiles hasta que envejeció. Ya no podía hacer las mismas actividades como antes. Sufrió tres obstrucciones hasta que no pudo resistir el último.
Lupo, otro héroe de cuatro patas, descansa con él hace 19 años. Era un ovejero alemán nacido en Italia y rescató a tres personas del atentado terrorista de la AMIA. Colaboró señalando donde se ubicaban los fallecidos, además de permanecer 48 horas arriba de los escombros. Después de su muerte, fue homenajeado con el logo de la Asociación que se había formado en 1995 y lleva su imagen en el escudo.
Adriana, guía de su labrador Maga, contó: “Elettrico, el perro de Lombardi hace rastro específico. Olfatea una prenda en particular o algún objeto para buscar a su dueño”. Se dedica específicamente a la búsqueda de personas desaparecidas, es decir, el nivel más avanzado. Él es un ovejero belga malinois de 11 años. A diferencia de los demás, tiene un larga trayectoria buscando personas y concurrió a varios terremotos como su compañera Teia`s Afra. “Hace poco estuvo en el último terremoto de Ecuador y encontró vivas a dos personas. También obtuvo varios agradecimientos de la gente”, informó la dueña de una de las perras adiestradas.
Pedro Miranda, parte del cuerpo activo, y a su vez, bombero de Lanús, entrena a su perra Uma de cinco, hace cuatro años. Ella se dedica a la búsqueda de personas vivas. Hace dos semanas volvieron de una evaluación internacional en Dinamarca. “De 16 víctimas, halló 12. Me felicitaron por la audiencia que tiene la perra y el vínculo que hay entre nosotros”, comentó contento Miranda. Destacaron sus habilidades como su agilidad, rapidez e inmediatez en la identificación del cono de olor. También les entregaron un diploma por la certificación.
Durante ese examen, participaron Afra con Juan Carlos Lombardi. Ambos ganaron y fueron felicitados por los evaluadores. Los premiaron de la misma manera y destacaron la excelente elección de la estrategia al abordar la búsqueda, la agilidad y rapidez de Afra. Dani, la cachorra de Uma, es la encargada de buscar cadáveres. Con dos años ya estuvo en varios rastrillajes, búsquedas y operativos reales.


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