Pocos saben de la existencia de los kibutz. esa vivencia comunitaria que nació en 1909 en Israel, a orillas del Mar de Galilea.
Cuántas veces se suele escuchar que el socialismo es una experiencia fallida, que el comunismo es una utopía y tanto la caída de la Unión Soviética como el bloqueo a Cuba demuestran la inviabilidad de ese orden social y modo de producción. También el discurso más común en la sociedad occidental y capitalista enfatiza en la falta de libertad en cualquier sistema igualitario, y que las revoluciones de orientación marxista terminan cayendo en dictaduras o un gobierno autoritario. Sin embargo, pocos saben de la existencia de los kibutz.
Elio Cohen es uruguayo y vive en el kibutz zikim, Israel, a tres kilómetros de la Franja de Gaza. Se levanta todos los días cuando hay penumbra y los pavos reales gluglutean desde los techos de las casas. Se coloca un mono de trabajo y se calza las botas. Toma una café shajor (negro en hebreo) y sale de su casa para arrancar el tractor. Su tarea es la jardinería. Da la vuelta por toda la comuna para revisar el estado de los arbustos, las flores y los árboles. Luego de terminar los arreglos al mediodía y también su jornada laboral, almuerza schnitzel (milanesa) con ensalada de repollo morado en el Jadar Ha´ojel (comedor). El resto del día descansa en la playa si es verano o se va a Ashkelon a pasar la tarde con uno de los autos del kibutz.
¿Qué es un kibutz? Son comunas agrícolas dedicadas principalmente a la producción agraria, ganadera y/o pesquera tanto para el abastecimiento interno del país como para exportación. Aunque también han desarrollado una importante industria de bienes de consumo más complejos, como los colchones de la fábrica Poliron en Zikim. Otras de sus características son la rotación de puestos de trabajo y las decisiones democráticas en asambleas. El primer kibutz, Degania, se fundó en 1909 en las orillas del Mar de Galilea. En ese entonces, el territorio pertenecía a la Siria otomana. Estas comunidades surgieron a partir de la segunda aliá (ascenso en hebreo) que refiere a la inmigración judía hacia la tierra de Israel entre 1904 y 1914.
Es probable que muchos militantes e intelectuales de izquierda de Argentina no conozcan la experiencia porque la ideología de estas comunas se enmarca dentro del sionismo socialista. Uno de sus principales ideólogos fue Dov Ber Borojov, un escritor soviético que nació en 1881 en Zolotonosha, Ucrania, y falleció en Kiev en 1917 durante la Revolución Rusa. Lideró el movimiento Poalei Zion y organizó las brigadas judías del Ejército Rojo. Su pensamiento implicó una reformulación de la teoría marxista porque según la ortodoxia, la conciencia social y la conciencia nacional resultan una contradicción. Borojov alegó que el marxismo tradicional era válido para los países centrales cuyo desarrollo era óptimo para la revolución del proletariado, no así para los países periféricos y dependientes de los primeros en los que el desarrollo de la conciencia social y nacional debe ser un proceso simultáneo. Tal debía ser el caso del pueblo judío en Zion. En cuanto a la población árabe, Borojov sostuvo que ambos pueblos debían convivir en paz por ser todos parte de la misma clase obrera y que su lucha era contra la explotación en Palestina (así se llamaba todo el territorio en ese entonces).
Los primeros años luego de la Guerra de Independencia o Miljemet Haatzmaut (1948-1949), gobernó hasta 1977 el Partido de los Trabajadores de la Tierra, cuyas siglas en hebreo se leen como MAPAI. Este partido pertenecía a la Internacional Socialista y en 1968 pasó a formar parte del Partido Laborista (Ha´voda). Durante esos años, el rol del kibutz era fundamental para la economía israelí y fue garantizado por un Estado presente que articulaba las relaciones de las comunas con el mercado interno y el comercio exterior. Cuando la hegemonía del poder de MAPAI llegó a su fin, asumió su turno el Likud, un partido conservador en lo social y liberal en lo económico. Desde ese momento se produjo una ruptura en la historia reciente y se abrió un proceso de alternancia en el poder que resquebrajó la relación Estado-kibutz.
Elio fue testigo de los cambios que se profundizaron luego de la caída de la Unión Soviética. Las ideas liberales de lo individual por encima de lo colectivo y lo privado sobre lo comunitario caló fuerte en el interior de los kibutz. Los negocios inmobiliarios penetraron la comuna, se talaron árboles que Elio había plantado y se construyeron casas para propietarios que no trabajan ahí. La cancha de fútbol dejó de mantenerse y pasó de tener un pasto prolijo a un suelo desértico. Muchos de los hijos de aquellos que habían trabajado para levantar una utopía socialista ya no creían en las ideas de la igualdad material. Decidieron privatizar las fábricas y contrataron a externos para aquellos trabajos que los miembros no querían hacer como cocinar en el comedor, plantar y sembrar en el campo u ordeñar las vacas en el tambo. La gran mayoría de los nietos de los fundadores creyeron que trabajar en el campo era anticuado y prefirieron obtener ingresos de empleos en las ciudades. El sueño de construir una sociedad sin explotación se derrumbó.
Entre 1907 y 1980 se crearon 255 kibutzim. A partir de ahí, el crecimiento fue menor de manera muy notoria. Hasta el 2001 se contabilizaron 267 comunas. Pese a esta situación de crisis, la vida comunitaria brinda posibilidades que la urbe capitalista no ofrece para aquellas personas que trabajan largas jornadas y tienen un ingreso medio. En un kibutz la jornada de trabajo no supera las 6 horas, nunca le va a faltar la comida a un miembro, tienen decenas de autos para usar e incluso pueden viajar a cualquier parte del mundo cada dos años. Hoy existen todavía comunas como Gan Shmuel, el mayor exportador de alimentos procesados de Israel, que tienen un éxito por encima de la media y mantienen la propiedad colectiva. Por lo tanto, si hubo una crisis importante, esa situación se debió a las decisiones del Estado de retirar el apoyo primero, y al cambio ideológico de los líderes de las comunidades después, pero no hubo una razón endémica de índole económica o del sistema político asambleario para concluir que el sistema falló. Mientras tanto, Elio sigue levantándose temprano para cuidar la flora. A la tarde su hijo Ron vuelve a su casa propia luego de haber trabajado con las vacas, se saca la ropa embarrada y se mete a la ducha con agua caliente.
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