Yo estuve ahí cuando ocurrió todo, porque me tocó cubrir el juicio para Página 12. Estuve ahí cuando condenaron a Miguel Etchecolatz, cuando testificó López y también cuando desapareció. Por un lado, entonces, tenía una cierta conexión con el tema. La decisión de hacer un libro sobre López surge porque el tema desaparece de los medios y de la agenda pública. Pasan los aniversarios y no pasa nada: no hay ningún detenido, ningún procesado. No están identificados claramente en la causa quiénes lo secuestraron y desaparecieron. Eso nos llevo a mí y a Luciana Rosende a decidir a hacer una investigación, que terminó en un libro sobre López, sobre su segunda desaparición.
¿Qué significa para vos Jorge Julio López?
Es el único testigo desaparecido de los juicios por delitos de lesa humanidad. Es un caso único. Desaparecidos en democracia hubo, lamentablemente, muchos aparte del caso de López. La particularidad de este caso es que ocurre en el marco del primer juicio que se inicia después de la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. A diferencia de otras desapariciones, el caso de López está ligado a todo el proceso de juzgamiento a los represores de la dictadura. También creo que es el único caso en donde a la persona la desaparecieron dos veces, la primera vez en la dictadura y en democracia.
¿Que es lo que está fallando en la Argentina con el esclarecimiento de todas las desapariciones y de casos graves sin resolver?
Si bien los casos son diferentes y las situaciones son diferentes, en el caso López hay una policía que desaparece, o elementos cercanos a la policía que desaparecen y un poder judicial que encubre. Esto también aparece frecuentemente en los casos de gatillo fácil. Hay un accionar judicial que tiende a burocratizar determinadas investigaciones que no llegan nunca a nada. Es una matriz que hay que poder verla. Uno tiene que pensar si realmente está fallando o si es un sistema exitoso en su manera de
¿Creés que hay complicidad para no esclarecer el caso?
Lo que observo es, de parte del Poder Ejecutivo, una decisión de a partir de determinado momento lavarse las manos. De parte del Poder Judicial, hay un proceso burocrático que por lo general tiende a dejar que la causa naufrague en un mar de papeles que no suman demasiado y llevan a no investigar seriamente y con velocidad. En un caso como el secuestro o desaparición de una persona, claramente la velocidad a la hora de que no desaparezcan determinadas pruebas era imprescindible. Acá, todo fue lentísimo: recibían un dato sobre un grupo que podía haber tenido algo que ver y el allanamiento se hacía seis meses después; recibían un dato sobre un auto que podía haber estado en el secuestro y tres años más tarde le hacían algún tipo de operativo para ver si a ese auto se le podía encontrar alguna evidencia física de la desaparición. Eso hace que todas las medidas fracasen. Por parte del Poder Legislativo, no hubo un compromiso muy decisivo. Podrían haber creado una comisión investigadora que evaluara las responsabilidades del Poder Judicial: ellos tienen el Consejo de Magistratura donde podrían haber evaluado a los jueces de esta causa y eso nunca sucedió. Los tres poderes del Estado tienen responsabilidad. A diez años, no hay nada en términos de responsabilidades efectivamente identificadas en la causa. Hay pistas en la causa: los elementos están y los sospechosos aparecen identificados. El tema es que todas las medidas de investigación quedan por la mitad.
¿Y qué significa el nombre de Miguel Osvaldo Etchecolatz, teniendo en cuenta la famosa fotografía donde tenía un papel que decía “Julio López secuestrar”?
Esa es una cosa que hace Etchecolatz en un juicio ocho años después de la desaparición de López. Lo hace para provocar, no es algo que ocurre en el contexto de la desaparición. Lo que sí es interesante de todo esto, es que en los papeles que le secuestran a Etchecolatz en el penal de Marcos Paz se encuentran escritos donde lo menciona a López. Los abogados de él tenían toda una estrategia en torno a decir que López había mentido en su declaración. También hay una serie de mails que intercambia el entorno de Etchecolatz -su esposa, su suegra, algunas personas vinculadas a la Policía Bonaerense cercanas a él con otras personas vinculadas a militares- en los cuales también se menciona a López. Eso es importante tenerlo en cuenta porque eso ocurre los días previos o el mismo día que López está siendo secuestrado y desaparecido. En cuanto a qué significa Etchecolatz, es uno de los emblemas de lo que fue la represión en la provincia de Buenos Aires. Era el número dos del general Ramón Camps y, además, fue el primero al que se empezó a juzgar tras la anulación de las leyes de impunidad.
¿Qué pensás sobre la posibilidad de la prisión domiciliaria para Etchecolatz?
En el caso particular de Etchecolatz, los médicos que lo ven dicen que perfectamente se le puede seguir dando todos los cuidados que necesita en el Hospital Penitenciario de Ezeiza. A pesar de eso, los jueces fallan a favor de la prisión domiciliaria. Por otro lado, ahora se está investigando si no hubo una complicidad por parte del Servicio Penitenciario Federal al alterar el peso de Etchecolatz en el tiempo previo a la huelga de hambre que hizo para después marcar que había perdido una cantidad enorme de peso y darle argumentos a favor de la prisión domiciliaria. Ahora: el caso de las prisiones domiciliarias no es ‘nunca a ninguno’, porque puede haber algún caso por una cuestión de salud. Si en el Hospital Penitenciario no se le pueden brindar las condiciones necesarias, no está mal que le den la prisión domiciliaria. Lo que no me parece bien es que sea como una especie de amnistía encubierta.
Anteriormente mencionaste al tema de la policía, en este caso específicamente de la Bonaerense: ¿Hubo algún cambio dentro de la Bonaerense?
Hubo muchos cambios en democracia, tanto antes de lo de López como después. Hay que decir que hubo un intento de reforma por el Ministro de Seguridad en ese momento, León Arslanian, previo a lo de López. Después, cuando llega Daniel Scioli, llegan una serie de cambios en el sentido contrario de lo de Arslanian. La idea matriz de Arslanian, más allá de su éxito o no, era quitarle poder a la policía, quitarle autonomía y ponerla bajo control civil. Lo que ocurrió durante los dos mandatos de Scioli fue todo lo contrario: darle más autonomía a la policía, restarle valor civil y restaurar la figura de Jefe de la Policía Bonaerense que había dejado de existir por la reforma de Arslanian. Cambios hubo, pero no necesariamente en un sentido positivo. Hoy hay otros intentos de reducir la cantidad de comisarios por parte de la gobernadora (María Eugenia) Vidal, pero tiene que ver con una cuestión de reducción de presupuesto, no sólo de meter en caja a la bonaerense.
Hablando de complicidades y encubrimientos, ¿hay una responsabilidad de parte de los medios?
Los medios trataron el caso López como trataron cualquier caso policial: no le dieron una connotación especial en términos de lo que representaba esta desaparición para la democracia. En un momento se hablaba todo el tiempo del tema. A partir de determinado momento, empezó a bajar la atención hasta que desapareció de la agenda, como un caso policial más. A veces, en algunos aniversarios, se recuerda que está desaparecido y se hace una serie de raccontos de lo que pasó. Los medios claramente borraron a López de su agenda. También es cierto que, al no haber novedades en la causa judicial, eso impide que se siga manteniendo el tema en estado público. La única que tiene una lógica de sumar el tema todo el tiempo es la Revista Barcelona, que desde la ironía recuerda la desaparición de López. El tema es que si en la causa no pasa nada y si ningún dirigente político -ni del oficialismo ni de la oposición- realmente está interesado en mantener el tema públicamente, el tema cae. Eso también es para tenerlo en cuenta, porque no es una decisión de los medios de censurar el tema. La verdad es que no están pasando cosas y eso hace que caiga la atención sobre el tema.
¿Se puede aportar de alguna forma comunicacional o va a depender siempre de las novedades sobre la causa?
Un poco va a depender de eso, pero también se puede aportar desde distintos lugares: nosotros tratamos de aportar con este libro, por ejemplo. Se pueden buscar otras entradas al tema, no depende sólo de la cuestión judicial para poder difundirlo. Se hicieron varios libros, obras artísticas; hasta se puede difundir desde la ironía como hace Revista Barcelona. Los periodistas, lo que podemos hacer, es tratar de generar algún nivel de presión sobre el Poder Judicial y el Poder Político para impedir que esto siga eternamente con impunidad.
A diez años de la segunda desaparición, ¿qué conclusión sacás después de investigar el caso López?
Personalmente, creo que hay que cambiar muchas cosas en el Poder Judicial. Este caso, que tuvo mucha visibilidad, te muestra cómo opera el Poder Judicial. Es algo que no se ha atendido. Incluso, la reforma judicial que intentó el kirchnerismo no apuntaba hacia las cuestiones específicas que nosotros veíamos como problemas dentro del Poder Judicial. No puede ser que solamente cuando el poder político esté interviniendo decididamente y presionando decisivamente, las investigaciones avancen. Las investigaciones tendrían que avanzar porque tendría que funcionar el Poder Judicial como lo que se supone que es. Lo que yo me llevo de esto es una imagen muy negativa de cómo funciona el Poder Judicial. Me parece que la única forma de generar algún cambio en este estado de situación es la movilización pública y poner el tema en agenda. Es la única manera de que el gobierno vea que hay un reclamo fuerte por este tema y que el Poder Judicial se sienta interpelado. Es la única manera de que pueda haber justicia por Jorge Julio López.
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