Fue el primer diputado trotskista de la Argentina y también candidato a presidente en 1983 y 1995. Habla sobre la actualidad del país y los problemas que atraviesa la izquierda.
Cuando en 2001 ningún político podía caminar por la calle, a él lo vitoreaban. Al concluir su mandato como diputado, decidió renunciar a su jubilación de privilegio y ganar dinero como vendedor de libros. Luis Zamora se presta amablemente a la entrevista, que se llevó a cabo en el Bar La Luna, en el barrio porteño de Villa Crespo, donde vive.
Arriba puntual, a las 16.30, vestido con saco sport azul y camisa amarilla de cuello blanco. Uno de los mozos lo reconoce, lo abraza y pide sacarse una foto con él, que posa espigado y elegante, como siempre.
–¿Por qué creés que pese a la alta inflación y hechos de corrupción en el oficialismo, Sergio Massa terminó con más votos en las elecciones de octubre?
-Porque enfrente estaba Javier Milei. Son tan violentas sus propuestas, sus ataques a conquistas ya obtenidas, a condiciones de vida dignas y a las libertades democráticas, que asustaron a un sector que incluía gente a la que nunca se le hubiera ocurrido votar a Massa. Milei en un principio fue novedoso, pero después generó temor de que nos condujera a un salto al vacío.
–¿Cómo debería actuar la izquierda frente a tener que optar entre dos candidatos de derecha?
-Como lo haría cualquier persona: ver si hay algo en alguno de ellos que pueda beneficiar al pueblo. Si el voto en blanco resultara importante sería otra alternativa.
–¿Por qué un 96% de la población argentina no votó por candidatos de izquierda?
-Porque hoy la clase trabajadora y el pueblo no están dando luchas importantes.
–¿Por qué te negaste a integrar el Frente de Izquierda?
-Porque para nosotros lo más importante es la autoorganización y para ellos es formar direcciones.
–¿Qué les dirías a los jóvenes que votaron a Milei?
-Que esperar que alguien, “desde arriba”, nos dé respuestas se viene haciendo infructuosamente desde hace decenas de años. Y que Milei no tiene nada diferente al resto.
–¿Cómo se puede combatir la delincuencia y el narcotráfico?
-Contra el narcotráfico la pelea debe ser feroz. Se trata de un negocio capitalista muy rentable. Con la delincuencia hay que tomar medidas de coyuntura y atacar causas de fondo.
–¿Se solucionarían estos temas con un cambio político, como sucedió en Cuba con el analfabetismo y la mortalidad infantil?
-Exacto. Cuba tuvo y tiene sus problemas, pero resolvió cuestiones que hoy parecen insuperables en Argentina.
–¿Qué sucedería si se desconoce la deuda externa?
-Peor que ahora no vamos a estar. Y van a quedar en el país millones de dólares que actualmente se nos van por esos pagos.
–Si no se pudiese lograr la revolución socialista, ¿podríamos, de mínima, aspirar a un capitalismo con sensibilidad social, donde nadie esté por debajo de un nivel de vida digno? ¿Se planteó esa alternativa?
-Esa alternativa no está planteada en la realidad. Nuestras naciones no cuentan con los ingresos de Finlandia o Noruega, que son países que poseen empresas que les generan ingresos desde el exterior y no egresos hacia el exterior. En nuestro caso los principales resortes económicos, bancos, automotrices, tierras y minería están en manos extranjeras que ponen un dólar y se llevan dos.
–¿Pueden coexistir el socialismo y la propiedad privada?
-El socialismo no persigue la propiedad privada en sí, persigue la propiedad privada que no es resultado del trabajo propio sino de lo acumulado en base al trabajo del obrero.
–Considerando los conflictos en la izquierda, ¿es posible “el hombre nuevo”? ¿O la naturaleza humana lo contaminaría todo?
-Creo que no hay una “naturaleza humana”, todo es cultural. Las conductas confrontativas no hacen a la esencia del humano.
–La historia de la humanidad está llena de guerras…
-Eso sucede cuando aparecen las sociedades de clases, cuando hay una clase que acumula a costa de otra. Justamente lo que venimos charlando.
–¿Qué le responderías a los que dicen que la izquierda formula propuestas irrealizables porque está lejos del poder?
-Comprendo que haya quienes lo puedan pensar así. Que la izquierda no haya llegado a estar en el poder es una realidad y no se puede negar.
–¿Sentir como político un reconocimiento genuino de la gente te genera orgullo?
-Siento el respeto y lo agradezco mucho porque. Con el bien merecido desprestigio que suelen tener la mayoría de los políticos, ser respetado por gente que incluso no comparte lo que pienso, me gratifica. En 2001 casi no podía caminar por la calle; hoy en día muchos ya no me conocen. Últimamente aparecí poco en televisión y redes.
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