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Más de 30 años de una obra necesaria


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La Fundación Pelota de Trapo fue creada por Alberto Morlachetti, el mismo sociólogo que bajo la consigna “El hambre es un crimen” encabezó el Movimiento Chicos del Pueblo en los años ochenta.


En la esquina de Uruguay y Santa Fe se escuchan desde las 8 de la mañana gritos de niños y niñas que juegan adentro de un salón enorme. Están en la Casa del Niño de Avellaneda, uno de los programas de la Fundación Pelota de Trapo, que creó el sociólogo y docente Alberto Morlachetti a comienzos de los años ochenta. El 20 de abril se cumplieron siete años de su fallecimiento.

Esteban Hartmann está hace diez años al frente de la Casa del Niño. Cuando le preguntan por el fundador, se le quedan los ojos perdidos mirando al fondo del patio donde gritan y saltan los chicos y chicas entre galletitas y vasos de mate cocido. “Si tenés todo el día libre te la cuento, es imposible sintetizar su vida”, dice. Hablar de su historia es contar la de muchos chicos y chicas que crecieron en contextos de abandono absoluto y a quienes Alberto Morlachetti les dio un espacio de ternura familiar. La trayectoria de Alberto, como lo conocen en todas partes, es mucha. Y hoy que no está, es grande la tarea de sostener su obra. “Alberto irrumpió con algo nuevo, una forma diferente de encarar las cosas”, recuerda Esteban Hartmann. “Todos los que veníamos trabajando con infancia de una manera específica vimos que él revolucionó todo”, agrega. 

La obra de Alberto Morlachetti sobrepasa los límites de la Fundación Pelota de Trapo. Fue además el fundador del Movimiento Nacional Chicos del Pueblo en los años 80, reuniendo a más de 400 organizaciones sin fines de lucro adheridas a la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) para defender y difundir los derechos de los niños en situación de calle bajo el lema “El hambre es un crimen”. Luego, durante el gobierno de Antonio Cafiero, llegó a ser Subsecretario del Menor y la Familia en la provincia de Buenos Aires. Durante su gestión propuso cerrar los Institutos para menores. Tiempo después, fue uno de los impulsores de la Asignación Universal por Hijo. 

Foto: pelotadetrapo.org.ar

 “Era como mi abuelo”, dice Belén, que llegó de niña junto a su hermano al Hogar Salvador Gaviota. Si bien le molesta que le pregunten por su abuelo como una figura política, como un dirigente, no entiende que exista gente que no lo conozca. 

El Hogar en donde vive Belén fue el primero de los programas de la Fundación Pelota de Trapo y está a pocas cuadras de la Casa del Niño de Avellaneda, al costado de unas vías por donde ya no pasa el tren. Frente al Hogar hay un campito donde hoy funciona el Recreo de la Fundación, un espacio de juegos con mucho verde, árboles y un potrero bien cuidado para jugar al fútbol, donde se mezclan los chicos y chicas del hogar con otros de todo el barrio de Piñeyro. Aunque Alberto Morlachetti quiso llamarlo “Marco Avellaneda”, fue el barrio y su gente los que rebautizaron al lugar con el título del recordado film de Leopoldo Torres Nilson de 1948, con Armando Bo como protagonista: “Pelota de Trapo”. Es que la película se rodó en los mismos terrenos donde hoy están el Hogar Salvador Gaviota y el Recreo.

La Fundación Pelota de Trapo tiene actualmente varios programas de contención de niños, niñas y adolescentes que vienen de condiciones de pobreza extrema y vulnerabilidad, abandono y necesidad de cobijo, pero también de oportunidades. Hoy Belén tiene 18 años y está a punto de terminar la secundaria. La Fundación le dio una familia, la llevó a la escuela y le dio un espacio para desarrollarse laboralmente. “Me levanto a las 6 de la mañana porque tengo que preparar el desayuno y después el almuerzo”, comenta.  Trabaja como cocinera y hay días en que también se ocupa de la limpieza. No aclara enseguida que su trabajo no es en su casa —el Hogar Salvador Gaviota—, sino en la Casa del Niño, donde ella ya no va a jugar porque tiene más de 14 años. ¿Es necesario explicar que La Casa el Niño, el Hogar, el Recreo o la panadería Panipan son todo parte de una misma gran familia? 

Pelota de Trapo cuenta además con una Escuela de Educadores Populares, una biblioteca, la Escuela de Talleres Gráficos “Manchita” y la Agencia de Noticias Pelota de Trapo (APE), cuyas redactoras y periodistas están siempre dando vueltas por las distintas dependencias. “Las conocemos todos”, dice Belén.

En La Casa del Niño se apoya el desarrollo integral de los niños y niñas, es un centro que reemplaza el rol de la familia durante el día, y siempre se necesitan más cosas. “No alcanza con la comida y necesidades básicas, para el desarrollo integral se necesitan el juego, la expresión artística, los amigos, la comunidad, que ellos tengan contacto con otros niños, estén contentos, que tengan dentista y pediatra para control”, dice Esteban Hartmann. Las actividades están enfocadas en eso, en que no sea solo sobre necesidades básicas. 

Foto: pelotadetrapo.org.ar

“El futuro antes era luminoso, ahora es oscuro e incierto”, dice el director de La Casa del Niño citando a la semióloga Cristina Corea cuando se le pregunta sobre la situación actual de los niños y niñas que acuden a diario. En el 2020, con la pandemia del Covid 19, las cosas se pusieron más duras. Al respecto, Esteban Hartmann explica: “Nos encontramos teniendo que ayudar a alimentar no solo a los chicos, sino también a las familias. En la pandemia tuvimos que darle la comida a los chicos para que se llevaran a sus casas. La bolsa la armamos con plata de nuestro bolsillo y el Programa Naciones Unidas para el desarrollo (PNU). 

Los aportes del Estado llegan pero es mucho el trabajo en conseguir lo que falta. El Programa Naciones Unidas para el desarrollo (PNU) ayuda con la alimentación de los chicos y familias. “Según la cantidad de comida que repartas, ellos te apoyan con más, pero nunca alcanza, siempre hay que buscar por otros lados”.


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