El cantautor presenta su primer material solista el próximo 21 de Septiembre y cuenta todo sobre su música.
Por Lucía PM
Matías Graciano ya lleva recorridos varios escenarios como baterista, pero también es cantautor y este año lanza sus primeras canciones al mundo.
De cualquier forma en la que decida mostrarse, su gran expresividad está siempre presente. Esto también puede notarse en su casa, donde se percibe y brota el arte. Desde un cuadro hecho a mano del icónico personaje televisivo “Alf”, un espejo con la imagen de John Lennon, hasta colores, instrumentos y libros de música y arte componen el lugar.
—Estás preparando tu primer material solista. Contanos de qué se trata y cuando y donde lo vamos a poder escuchar.
Es un EP de seis temas que sale este 21 de Septiembre por todas las plataformas digitales.
Ufff. Es una locura. Se trata de muchas partes de mi vida. Empecé siendo baterista y cuando agarré una guitarra y empecé a melodear y escribir, a partir de ese momento me agarró la locura por querer hacer canciones. Me di cuenta de que necesitaba empezar a desparramar esas canciones e intentar hacerlas en vivo, pero hasta ahora no me había dado la oportunidad de salir a hacerlo como solista.
Yo hubiese grabado sesenta temas pero, por el momento, voy a mostrar seis de mis locuras. Son partes de mi cabeza.
El material iba a salir en Abril pero se me cruzó una pandemia y cuarentena por el medio.
Y ahora quiero salpicar al mundo con estas canciones que vienen. Estoy muy contento y ansioso, no podría estar de otra manera.
—Hablemos un poco sobre la producción y grabación de este EP. ¿Quiénes te acompañaron en este proceso?
Veníamos grabando desde Septiembre del año pasado y ya teníamos una parte pero faltaba que graben algunos chicos de la banda y nos tocó una pandemia. Nos atrapó esta película y nos hizo frenar pero igual estuvo bueno porque me dio tiempo para acomodar las ideas y surgieron cambios en las grabaciones, se buscaron sonidos nuevos. Compartimos las sesiones de grabación con varios guitarristas.
Además, tengo una banda de puta madre, increíble, que se formó con los años. Somos realmente un grupo de amigos. Son gente de mi vida con la que formé una banda explosiva. Son de otro planeta. Son los marcianos.
Marce Grillo de “Ambú Estudio” fue quien estuvo a cargo de la producción y grabación. Es muy cómodo grabar con él y ya es amigo y parte de este proyecto.
—Para el que aún no conoce tu música, ¿con qué se va a encontrar en tus canciones?
Desde lo musical se va a encontrar con un estilo propio, nutrido por los referentes musicales que me marcaron. Te podes encontrar desde un funk, hasta ritmos más latinos. Sonidos uruguayos que vienen desde mis raíces familiares como las de mi abuela. La sangre tira y para el lado latino, pero hay de todo. En el medio te podes encontrar un pop también. Me voy moviendo entre los diferentes sonidos.
Y desde lo sentimental, las letras son poesías que me van naciendo. Son canciones que hablan de amor, de deseo, de la locura que generan esos sentimientos y la imaginación. Son sobre el tipo de pensamientos que pasan por mi cabeza y por las de tantas otras personas. Por eso lo digo y lo canto y a veces lo recito. Lo disfruto de esa manera y lo quiero compartir. Lo quiero gritar.
—¿Recién ahora te presentas como solista pero escribís letras desde hace mucho tiempo, verdad?
Sí. Ya desde chico siempre escribía mucho. Tengo un bolso lleno de letras de canciones. Hay cosas que las veo y digo “esto es horrible”. Pero no las tiro porque pasan dos años, las agarro de vuelta y digo, esto que había escrito, que no servía, está buenísimo. Y me sale un tema nuevo.
—¿Y cómo es tu proceso de composición?
Siempre me acuerdo de que a finales de los años noventa, principio de los dos mil, volvía del colegio caminando y siempre iba tarareando alguna melodía y cuando llegaba a casa le ponía letra a ese fraseo. Cómo ya tocaba la batería siempre fui muy rítmico a la hora de componer. Y eso me quedó. Me expreso bastante en ese sentido. Trato de jugar con los ritmos y a cada instrumento que agarro le vuelco esa impronta de baterista.
—Desde chico estás rodeado de música. Tu papá es guitarrista. ¿Cómo fue crecer en ese ambiente musical?
Sí, la música siempre estuvo dando vueltas en mi vida. Gracias a mis viejos.
Mi viejo es guitarrista y mi vieja siempre cantó. Ella era más de la onda hippie y él de la rockera y siempre mamé todo eso desde chico.
Por ejemplo, me gustaba Frank Zappa y de adolescente, cuando lo escuchaba con mis amigos, eso también les partía la cabeza a ellos y, hoy en día, son fanáticos y esa es la música que me mostraba mi viejo cuando yo tenía seis años. Eso era lo que se escuchaba en el auto o en casa.
Por el lado de papá el Jazz siempre estuvo presente pero también tenía su lado rockero. Él me llevó al primer recital de mi vida en 1996 en el que fuimos a ver a AC/DC. También fuimos a ver a Aquelarre, Focus, entre otras bandas.
Y de mi vieja mamé más lo nacional. Artistas como Spinetta.
Además, a los trece o catorce años, mi viejo me llevó por primera vez a una sala. Teníamos una banda en donde yo tocaba la batería, y el la guitarra. Tocábamos con algunos amigos músicos del barrio y hacíamos canciones de Pink Floyd, Deep Purple, Led Zeppelin, Pappo.
—Sos baterista desde hace muchos años. ¿Cómo viviste ese cambio de pasar de ser la base de una banda a ser el frente de tu propia banda y que ésta lleve tu propio nombre?
Es muy loco porque siempre me acuerdo y me río con mis amigos de ciertas situaciones que pasaban en la sala de ensayo hace muchos años. Recuerdo que se decían cosas como “el baterista no opina” refiriéndose a las partes armónicas o acordes de las canciones y yo me enojaba mucho. Hoy lo recuerdo y me río pero sí consideraba que podía participar en la parte melódica de una banda.
Y con todo lo que había escuchado, y conocía, agarré la guitarra de mi viejo -que es zurdo- y aprendí a tocar la guitarra así, al revés. Entonces seguí siendo baterista y aprendiendo sobre ese instrumento pero también empecé a hacer un montón de canciones que grababa en un mini estudio que habíamos armado acá en casa y así iba jugando y probando ideas, grabando los diferentes instrumentos.
Y cuando empecé a expresar realmente la poesía que escribí siempre, me dije, “esto lo tengo que hacer en vivo”.
Y el aliento de todos los amigos también tuvo mucho que ver. Ahí me decidí y armé la banda, que es lo que me tiene más contento porque siento que me puedo tirar para atrás tranquilo y ellos me van a agarrar y sostener.
Me encanta estar parado ahí y tener todo ese sonido atrás. Vale la pena todo el laburo que hacemos. Todos están en el proyecto porque disfrutan las canciones y hay una energía muy buena. Cada show es una fiesta, una celebración de la explosión de mi cabeza expresada a través de la gente que quiero. Es un equipo que se va armando y creo que funciona. Si tengo esta ansiedad por mostrar estos temas es porque funciona. (Risas).
Pero sí, pasar de ser baterista, de estar atrás a pasar adelante, me costó. Por eso también me tomé mi tiempo para sacar esta música y desparramarla.
—Ya hiciste algunos shows en vivo en este formato. ¿Cómo los recibió el público?
El público siempre se porta increíblemente bien. Me hace muy bien que es atento a las letras, porque si bien, en el show, hay ritmos variados, las letras hacen un poco la diferencia. Estribillos pegadizos, tipo de cancha, generan que la gente quiera cantar. Y se percibe ese clima. Las personas siempre responden con buena energía, y eso se siente desde arriba en el escenario. La gente te habla. Te das cuenta si el show va bien por cómo responden. Y funciona si los ves felices o con una sonrisa. O si ves gente nueva, que está atenta y te aplaude, te devuelve lo que uno, con trabajo, le está dando desde el escenario.
—¿Cuáles son tus mayores influencias musicales o los artistas que te marcaron en el camino de la música?
Es una mezcla muy extraña. De lo nacional, agarré mucho Spinetta, Serú Giran. También Illya Kuryaki. Y en la parte Uruguaya, el Negro Rada me marcó muchísimo. De hecho, cuando empecé a componer canciones, me preguntaba a mí mismo, ¿De dónde carajo saco esto del ritmo Uruguayo? y después recordé que de chico lo escuchaba a él. Además de que ya estaba en la sangre argentina y uruguaya. El candombe y el ritmo tiran.
Y de la parte de afuera, bandas como Yes o Jethro Tull son influencias que vinieron desde mi viejo.
En cuanto a solistas, la triada Paul McCartney, Ale Sanz y Serrat me influenció mucho. Siempre fui muy MacCartnesco. Admiro de Paul que es muy elástico. Te hace un rock, una balada y haga lo que haga, está bueno, muy laburado, bien armado y aparte, es él. ¿Qué más se puede decir en cuanto a sonido y demás?
Por otra parte, Ale Sanz, me parece uno de los mejores compositores de música melódica y de Serrat, a quien escuché desde chico gracias a mi tía, admiro su poesía y el hablar sobre el amor y deseo. Algo que está muy presente en sus letras.
Eso en cuanto a influencias fuertes que me marcaron, pero después, siempre fui muy diverso a la hora de escuchar. Podía tener un casete de “Sombras” de Daniel Agostini y después escuchar “The Gates of Delirium” de Yes. (Risas).
—Para finalizar: ¿con qué músico nacional o internacional, actual o del pasado, te encantaría hacer una colaboración musical?
Por el tipo de canciones que hago y por cantar en español, sería Alejandro Sanz.
Y de otra época, una colaboración con Freddie Mercury, aunque quedaría como una hormiguita al lado de él. Pero también me hubiese gustado estar con guitarristas o bateristas zarpados. Cantar una canción con toda la banda de Zappa.
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