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Ni las mujeres ni la tierra somos territorio de conquista


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Quinientos años de silencio y complicidad permitieron que una práctica aberrante como la violacion en grupo a niñas y adolescentes indígenas, conocida como chineo, persista en la actualidad. Las líderes y referentes indígenas llevan adelante una campaña para abolir este crimen.


Nunca se habían visto entre sí pero sabían de la existencia de la otra. Son cientas. Eligen  Chicoana, Salta para concretar la cita, para que las hermanas de los países limítrofes se acerquen. Es mayo y las demandas son muchas. Son indígenas y mujeres. Hace más de quinientos años sufren el atropello de un sistema que las quiere sumisas o muertas.y que las va empujando cada vez más para borrarlas del mapa. ¿Cómo definir prioridades a la hora de trazar un rumbo en la lucha? Dirán que en las niñas y jóvenes está el futuro, la posibilidad de sanar como pueblo y los saberes ancestrales que quieren recuperar. Es el Tercer Parlamento Plurinacional de Mujeres y Diversidades Indígenas por el Buen Vivir. Es ahí donde nace la campaña Abolición del chineo ya, antes Basta de chineo

No todas están de acuerdo con nombrarlo porque les parece que la palabra proviene de ese mismo sistema que las somete. Pero para otras decir chineo es mostrar una práctica de la que no se habló por siglos, que esconde odio, racismo, colonialismo y misoginia. Chinear es una palabra que usaban los criollos en el norte argentino cuando iban a “cazar“ niñas y adolescentes indígenas para violarlas, muchas veces en grupo. Esta práctica persiste en el presente. En muchos casos con la complicidad de las altas esferas del poder, de la justicia, la política y las fuerzas de seguridad que mantiene impune el crímen.

“Muchas veces en la justicia se hablaba de que esto era cultural. Nosotros decimos que esto no tiene nada que ver con los pueblos indígenas. No entra dentro de la cosmovisión de las comunidades“, explica Evis Millan mujer mapuche de la comunidad Pillán Mahuiza y miembro del Movimiento de Mujeres y Diversidades Indígenas. 

La campaña cuenta con diez demandas al Estado argentino entre ellas que al momento de juzgar estos hechos no se lo haga como una violación mas sino que se la considere crimen de odio e imprescriptible, que se juzgue y condene a toda persona o institución cómplice que sostiene esta practica y que se haga un acompañamiento integral a la victima. “Muchas veces cuando la niña es violada tiene que migrar de su comunidad por la vergüenza o es echada culpándola del hecho“, cuenta Irene Cari activista feminista salteña por el Foro de mujeres por la igualdad. “Cuando hace la denuncia y el hecho trasciende es normal que la víctima abandone la escuela, que cubra su rostro para ir al pueblo o empiece a ir en horarios donde no la puedan ver“, agrega. Mientras tanto los violadores hacen vida normal. Son el médico, el maestro de la escuela, el operario de la empresa que explota la tierra, el dueño de los campos aledaños. 

Los casos más paradigmáticos y públicos se dieron en Salta, una de las provincias con mayor índice de violencia contra las mujeres. En 2015 trascendió el crimen de Juana, una niña de 12 años con discapacidad, que fue violada por un grupo de ocho hombres. Ese hecho sirvió para visibilizar las violencias que sufren las mujeres de los pueblos originarios y para mejorar el sistema de denuncias. El juicio fue llevado a cabo en 2019 donde todos resultaron condenados.

“Como organización nos dedicamos a la asistencia y acompañamiento a mujeres y niñas en situación de violencia, tomamos algunos casos para asesorar y para seguir. En lugares como Tartagal es más fácil pero en comunidades alejadas cuesta más, incluso, que tomen las denuncias”, describe Cari.

Sin embargo, el chineo no es algo que se dé exclusivamente en la provincia norteña. En otros lados se lo conoce con otros nombres o ni siquiera se habla como una práctica colonialista como tal. “Cuando conocimos lo que estaba pasando en Salta se nos vinieron a la cabeza muchos recuerdos en nuestras familias, nuestras madres y abuelas eran violadas por el capataz o el dueño de las tierras donde trabajaban por ejemplo”, relata Millán sobre la situación del pueblo mapuche. 

La violación no es solo a los cuerpos, el chineo muestra la peor cara de un sistema judicial desigual al que no todos puede acceder. Desde las comunidades, denuncian la falta de intérpretes para aquellas que no hablan el castellano, la nula perspectiva feminista y el no reconocimiento de los saberes y cosmovision de los pueblos originarios. “Necesitamos que empiece a respetarse a nuestras mujeres sabias y sanadoras. En el pueblo mapuche tenemos a las machis que cumplen una función fundamental. Ellas tienen ese conocimiento para sanar, no solamente física sino también espiritualmente”, reflexiona Millán.

El texto final del Parlamento plurinacional cierra: “El chineo es una expresión más de este Terricidio que se ha impuesto desde la llegada del colonizador hasta nuestros días, es tiempo de justicia y sanación”. Y es que sobre el avance de los cuerpos de mujeres y niñas también está el avance sobre el territorio que termina empobreciendo y limitando el desarrollo de las comunidades. “Seguimos vivas, durante años trataron de eliminarnos y no pudieron, seguimos resistiendo”, declara la referente mapuche sobre el extractivismo y las prácticas machistas y colonizadoras. “Es difícil terminar con esto, nuestro deseo es muy grande. Por eso necesitamos legislaciones que castiguen a los responsables, que respeten la diversidad cultural de las comunidades y que se hable del tema”, finaliza Cari.

Desde las redes del Movimiento de Mujeres y Diversidades Indígenas se puede acceder al documento que firmaron las representantes de las distintas comunidades y al petitorio para exigir al Estado que tome las medidas necesarias para prevenir y abolir este crimen. Para que haya justicia todos los sectores de la sociedad deben acompañar a estas mujeres que empezaron la lucha. 

Para adherir a la campaña #AboliciónDelChineoYa ingresá acá


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