Por Gustavo Gómez y Micael Franciulli | @mfranciulli
Jueves por la mañana en la cancha principal del Club del Personal del Banco Central. Los jugadores juegan un fútbol-tenis mientras su entrenador da vueltas caminando alrededor. Buen clima se respira en el plantel de Tristán Suárez, uno de los protagonistas de la Primera B Metropolitana que pelea por el ascenso. Hernán Boyero sale del vestuario con una esfera de plástico gigante para hacer trabajos regenerativos. Caruso Lombardi, atento, le grita: “Esa es la única pelota que podes patear”, y sigue dando vueltas por la pista de la cancha donde entrena su equipo. “Está en todos los detalles, hasta en los alcanzapelotas”, dice Mathias Saavedra Perdomo, un delantero uruguayo que Caruso llevó de Sud América de ese país. Después de una larga carrera en la que consiguió el mote de “Salvador” de los equipos que pelean el descenso y en la que dirigió a dos de los cinco grandes en Primera, el entrenador de 52 años se sienta tranquilo a repasar su trayectoria.
-¿Qué recuerdos tenés de tus comienzos?
-Defensores fue la primera puntada que me dio el fútbol, los dirigentes me conocían de cuando era jugador, por esos días Bargas (Ángel) era el técnico y los dirigentes me pidieron que le dé una mano. Empecé de ayudante de campo, estuve un par de años con él y ahí me recibí de técnico. Bargas se va y los dirigentes me proponen cuatro partidos. Los dos primeros los perdí y después empezamos a ganar, pasamos de pelar el descenso a jugar el octogonal. Al otro año hicimos una gran campaña y después me fui a Italiano, donde salí campeón. Eso te da un chapa, una jerarquía que la tenés que explotar bien, los equipos te empiezan a mirar con otros ojos, creen que sos mejor técnico que el que salió segundo o tercero. Eso no es así, pero bueno, la chapa de ser campeón sirve mucho.
-¿En qué técnicos te fijaste para después vos pasmarlo como DT?
-No tengo uno especial, fui sacando cosas de todos, vos cuando sos jugador no les das mucha bola a los técnicos y después cuando te toca ser DT te lamentas de no haberlos escuchado. Después te vas acordando de cosas que te decían y de eso vas sacando lo que te puede servir y lo que no.
-¿De Platense, El Porvenir y All Boys qué recuerdos te vienen a la cabeza?
-En los tres me fue muy bien, pero nos tuvimos que ir por problemas económicos.
-¿Del ascenso lo peor que te tocó vivir fue Temperley?
-No, porque fueron diez partidos. Era un momento muy malo, había muchas amenazas. Decidí irme porque tuvimos muchos problemas, cosas que no son muy habituales en el fútbol. Fue un popurrí de cosas, un problema general, dirigentes, futbolistas e hinchas, un club casi tomado.
-¿Tigre fue el equipo que te hizo pegar el salto a primera?
-Tigre estaba en la B Metropolitana, a punto de irse a la C, lo agarro los primeros diez partidos y nos salvamos. Al otro año armé el equipo que salió bicampeón. Hice la mejor campaña del fútbol argentino, eso me posicionó mucho más y me permitió llegar a la primera división para dirigir a Argentinos Juniors.
-¿Tuviste casos de jugadores con problemas económicos? ¿Cómo lo manejabas siendo cabeza de grupo?
-En mi carrera tuve muchos jugadores con problemas económicos, hay chicos que tienen dos trabajos para poder solventarse y otros que ganan mejor. Es una categoría donde no se gana mucho y algunos chicos están con problemas económicos demasiado importantes, antes pasaba que uno le prestaba plata y después te la devolvían, a veces no podían ni devolvértela. Ahora no pasa eso tanto, esa es la única diferencia que veo con la B de antes y la de ahora.
-¿Cómo te llevaste con los jugadores en los diferentes planteles que tuviste?
-Es todo un invento eso que me peleo con los jugadores. Me puedo pelear con alguno que no quiero, que para mí no puede seguir jugando y cuando se va tira bomba y se enoja. Los que conviven conmigo saben la clase de persona que soy. Me peleo cuando no me gustan cómo juegan, cuando ya no pueden jugar más. Con Schiavi (Rolando), porque se pegó a unos jugadores que yo no quería. Scotti (Diego) fue una causa externa de un tercero en discordia y él salto para defender a una persona. No para defender en realidad sino para llevarme la contra a mí. Scotti conmigo no puede decir ni “A”, a mí me debe mucho más de lo que piensa en el sentido de como jugador. Lo traje de un lugar que nadie lo conocía y la gente lo siguió, pudo agarrar la Selección, después todo mérito de él pero el que lo trajo acá fui yo, así que de mí no puede decir ni “A”.
Después de su gran campaña en Tigre era evidente que su llegada a primera no tardaría en suceder, en 2007, apadrinado por Diego Armando Maradona, llega a Argentinos Juniors para suplantar a Adrián Domenech. “La noche en que Diego fue a saludar al “Turco” Antonio Mohamed a la cancha de Ferro nos encontramos de casualidad en un restaurante y en la charla me preguntó si quería dirigir a Argentinos”, recuerda Caruso Lombardi. Mal no le fue, tomó al equipo en Promoción y lo salvó tras una campaña de seis partidos ganados, ocho empates y cinco derrotas.
-Newell´s fue tu primer club con una hinchada grande y media ciudad atrás ¿Te tuviste que acomodar a eso?
-La presión de la gente era terrible pero lo sacamos adelante y eso fue lo más importante. Ganar el clásico significó uno de los momentos más lindos de mi vida. Increíble. No sé si hay un clásico de la envergadura de Central-Newells, si no es el mejor está a la par de un Boca-River tranquilamente. Me tuve que ir por fuerzas mayores, problemas económicos.
-Dirigiste Racing y San Lorenzo, dos equipos de los denominados grandes ¿Qué similitudes y diferencias encontraste?
-No hay muchas diferencias entre uno y otro, nos llamaron de los dos lados porque necesitaban que los salvemos del descenso, y la verdad que el mayor acierto en los dos clubes pasó por poner jugadores que no estaban jugando. Con respecto a su grandeza se nota por la multitud que sigue a los equipos, los pedidos de los hinchas en la calle y cosas que son difíciles de contar, tenés que vivirlas.
-¿Te costó armar planteles para pelear bien arriba en la tabla?
-No, porque San Lorenzo lo armé yo. Lo que pasa que dure diez partidos, me enojé por otras cosas y me fui. De Racing me pasó lo mismo, a los ocho partidos me tuve que ir. Después trajeron jugadores de mucho nombre, en la época que estaba yo me prohibieron traer jugadores de nombre porque no había plata. Con San Lorenzo no, fue diferente.
-¿Cómo manejaste toda tu carrera la relación con los presidentes?
-Tuve lo problemas lógicos de cualquier técnico con un presidente cuando hay cosas que no le gustan. Yo cuido mi prestigio, mi trabajo, por eso me agarro algunas veces con alguno que otro pero son discusiones normales en cualquier ámbito de trabajo. Roces tuve con todos, con todos. Roces comunes por alguna discusión, por algo en lo futbolístico, pero nada más.
-¿Tuviste problemas con barras en estos años como DT?
-No tuve problemas en ningún club. Nunca me apretó nadie porque hablo con ellos cuando vienen a la cancha, converso. Si te diría que tuve problemas con algún barrabrava te mentiría.
-¿Te llegaste a acostumbrar a la presión de pelear el descenso?
-Sí, sí. No es para cualquiera pelear el descenso por eso me fue tan bien en todos lados porque siempre la supe pilotear. Esos momentos de tormenta no son fáciles, los nervios de los jugadores, la gente, los dirigentes, es una angustia constante, no estás nunca tranquilo. Lo sacamos adelante siempre por suerte.
-¿Hablar con la prensa tan seguido sirve para descomprimir la presión?
-Es una manera de sacar presión a los jugadores y a todos. Es como que tomo parte de todo el quilombo y de salir adelante de esa manera, sacándole la locura a la gente y a los jugadores es lo que yo busco.
-¿Por qué agarraste Tristán Suárez?
-Vine a pasear (risas), a estar tranquilo. Lo estoy disfrutando, es un club muy lindo, muy bueno. Es un club que te da todo. Dios quiera que lo podamos ascender, se lo merece. Es muy importante a la hora de dirigir en un club y dirigir un equipo como éste que tenga tan poquitos problemas.
-¿Te faltó ofertas de Primera?
-No, yo si esperaba tenía un montón. Del Nacional B tenía tres o cuatro. Me gustó más ésta, no viajaba, estaba acá tranquilo y aparte tenía una deuda con la familia de Granados de una vez que estuve acá (Tristán Suárez) dos días y me fui a Platense. Una manera de saldarlo y aparte la intervención de Alfredo Coto fue fundamental.
El Tano por otro Tano.
Mauricio “El tano” Piersimone fue dirigido por Caruso Lombardi en Defensores de Belgrano y Sportivo Italiano. “Caruso me llevó a Defensores después de haber sido goleador con Argentino de Rosario. No quería ir a Buenos Aires porque yo era del interior y sólo conocía cuando jugaba los partidos. Me llamó por teléfono como 20 veces para convencerme y terminé aceptando”, cuenta Piersimone. Además de elogiarlo como director técnico, recordó una anécdota que habla de su buena relación fuera de la cancha y de la locura de Caruso. “Yo estaba todavía en Italiano y él se había ido a Temperley. En el Nacional B 96/97 nos enfrentábamos, manteníamos buena relación y me llamó en la semana. ´No te hagas el vivo el sábado, no me hagas echar ninguno jugador y no me metas ningún gol´, me pidió. Yo era un jugador muy mañoso, sabía cómo molestar a los defensores. Cuestión que iban 25 minutos, había hecho expulsar a dos jugadores de Temperley y ganábamos 1 a 0. Llega el entretiempo y me cruzo con Caruso en los pasillos de la cancha de Chacarita. ´Sos un hijo de puta, como puede ser que me hagas esto´, me insultaba recaliente. Terminamos ganando 2 a 0. Fue una calentura del momento y después quedó todo bien”.
Caruso Lombardi, sacado contra el juez Walter Díaz luego de un Huracán 2 Tigre 1 en el 2005.
Arenga antes del último partido del torneo contra Los Andes en 2005.
Debutó como técnico el 2 de abril de 1994, en Defensores de Belgrano 0 – Chacarita 1. Cancha de River. Su carrera en números:
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