Desde antes de asumir el poder, Javier Milei y su entorno político convirtieron a las políticas de género en blanco de su llamada “batalla cultural”. En los hechos, esto derivó en el desmantelamiento de áreas de diversidad y derechos humanos, pero además entre otro de sus objetivos está la Ley Diana Sacayán-Lohana Berkins (27.636), que desde 2021 garantiza un cupo laboral travesti-trans en el Estado. El Gobierno afirma que se trata de una ley injusta, ideológica o anti-meritocrática. Sin embargo, los datos oficiales, los fallos judiciales y las experiencias de quienes accedieron a un empleo bajo esta norma, lo desmienten.
“Fue un paso muy importante en mi vida laboral y en mi vida personal”, define Ariana Linares, secretaria de OTRANS, una organización que promueve los derechos humanos del colectivo.
Sancionada por amplias mayorías parlamentarias, la ley establece que al menos el 1 por ciento de la planta de una dependencia estatal debe estar integrada por personas travestis, transexuales y transgénero que cumplan con los requisitos de idoneidad. Además, crea un registro voluntario de aspirantes y promueve medidas de inclusión educativa, administrativa y contractual.
La ley lleva el nombre de dos referentes de la lucha por la igualdad; Diana Sacayán, víctima de travesticidio en 2015, y de Lohana Berkins, histórica activista por el derecho al trabajo del colectivo travesti-trans.
El cupo no es una concesión, sino una reparación mínima frente a una exclusión sistemática. Datos públicos, la jurisprudencia vigente y la evidencia empírica contrastan con seis de los principales argumentos que esgrime el oficialismo contra esta ley. Entre la narrativa de los supuestos privilegios y la realidad de la exclusión, los datos hablan por sí solos.
1- “El cupo es injusto porque rompe con la igualdad ante la ley” (Javier Milei)
En declaraciones televisivas, el Presidente comparó el cupo trans con “el absolutismo, donde los familiares del monarca tienen un cargo”, y sostuvo que estas políticas “rompen el principio de igualdad ante la ley”. Sin embargo, el artículo 75 inciso 23 de la Constitución Nacional faculta al Congreso a promover medidas de acción positiva para poblaciones históricamente discriminadas.
Para Elizabeth Gómez Alcorta, ex ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, “si tratamos iguales a los diferentes, lejos estamos de llevar adelante una agenda o el principio de igualdad” (ver recuadro). En diálogo con ETER Digital, consideró que negar las acciones afirmativas “implica desconocer que es el propio sistema el que reproduce desigualdades y violencias”.
Lejos de ser una excepción, el cupo laboral travesti-trans se apoya también en tratados internacionales con rango constitucional, que reconocen la necesidad de reparar desigualdades estructurales.
2- “El cupo implica dar cargos sin mérito” (Victoria Villarruel)
La Ley Sacayán-Berkins exige idoneidad. Su artículo 3 establece que el ingreso debe realizarse “respetando las condiciones de idoneidad requeridas para cada puesto”.
Un relevamiento conjunto de ATE y OTRANS reveló que el 97 por ciento de las personas incorporadas por el cupo tienen título secundario o superior. La mayoría, además, completó capacitaciones específicas antes de ingresar. El mérito no se elimina: se respalda con formación.
3– “El Estado no puede sostener estos gastos, no hay plata” (Manuel Adorni)
El cumplimiento pleno del 1 por ciento que establece del cupo representaría menos del 0,03 por ciento de la planta estatal nacional. Según el informe de ATE, incluso si se alcanzara la totalidad del cupo en todos los organismos, el impacto presupuestario sería “ínfimo”.
Además, la mayoría de los puestos generados por esta ley corresponden a contratos de planta transitoria o programas de inclusión, con salarios equivalentes a los de cualquier estatal ingresante.
Muchas de las personas trans que ingresaron al Estado gracias a esta política venían de trayectorias marcadas por la exclusión estructural. “Fue la mejor experiencia laboral de mi vida”, resumió Natal Delfino, contador trans despedido de la ANSES en 2024. Su caso refleja cómo, para quienes pasaron años fuera del sistema, el “gasto” en un puesto de trabajo puede ser la primera oportunidad real de inclusión.
4- “El cupo distorsiona el funcionamiento del Estado y genera ineficiencia” (Agustín Laje)
Un estudio de 2022 del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad reveló que más del 80 por ciento de las personas incorporadas por el cupo trans seguían activas en su puesto luego de un año. Este dato desmiente la supuesta ineficiencia y comprueba virtudes de desempeño, adaptación y permanencia.
No hay informes oficiales ni evidencia empírica que indiquen que la aplicación del cupo haya afectado negativamente la productividad. Por el contrario, muchas áreas que implementaron la ley desarrollaron protocolos, capacitaciones y evaluaciones internas, incluso con participación de las direcciones de recursos humanos. El ingreso se produjo a través de vacantes disponibles o nuevas partidas, sin desplazar personal previamente contratado.
5- “Los cupos son parte de una clientela política o de una militancia rentada” (Daniel “Gordo Dan” Parisini)
La implementación de la Ley Sacayán-Berkins se apoyó en una red diversa de más de 40 organizaciones sociales, universidades y oficinas estatales descentralizadas, muchas de ellas sin filiación política común. No se exigió pertenencia partidaria ni militancia alguna.
El Registro Diana Sacayán-Lohana Berkins, además, es voluntario, federal y abierto a toda persona que cumpla con los requisitos legales. La inscripción no exige ninguna adhesión ideológica ni participación en agrupaciones. La ley busca reparar una desigualdad estructural, no responder a intereses partidarios.
6- “No existen las personas trans. Somos todos iguales” (Agustín Romo)
Según la Encuesta Nacional sobre el Colectivo Travesti-Trans de 2017, el 80 por ciento de las personas trans nunca accedió a un empleo formal. El 60 por ciento fue expulsada de su casa antes de los 18 años, y el 40 por ciento no terminó la escuela secundaria.
La desigualdad no es una percepción, es una realidad con estadística propia. Negar una identidad es el primer paso para negar sus derechos. La identidad de género no es una ideología, es una experiencia. Y las políticas públicas que la reconocen no son privilegios, sino son respuestas frente a una exclusión persistente.
Entrevista a Elizabeth Gómez Alcorta
“El Gobierno busca reponer una agenda profundamente conservadora”
“Si tratamos iguales a los diferentes, lejos estamos de llevar adelante una agenda o el principio de igualdad”, consideró Elizabeth Gómez Alcorta, exministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad de Argentina en relación a las declaraciones del presidente Javier Milei con las que comparó al cupo travesti-trans con la monarquía.
El gobierno de Milei ya dejó claras sus intenciones de derogar cualquier ley que implique -en palabras de ellos- una “discriminación positiva”, inclusive la Ley Diana Sacayan-Lohana Berkins, que garantiza que haya 1 por ciento de personas trans y travestis en el sector público.
Para Gómez Alcorta, hoy más que nunca es importante defender la ley, ya que su caída implicaría un retroceso en todos los ámbitos de derechos humanos. “Intentan reponer una agenda profundamente conservadora que ha modificado por decreto la Ley de Identidad de Género y que ha intentado llevar a un biologicismo, con el viejo argumento de que solamente hay dos sexos”, explicó a ETER Digital.
La exministra recordó la resistencia de algunos funcionarios y funcionarias del gobierno anterior para implementar la norma. De hecho, tras su renuncia en 2022, solo la cartera que ella tenía a su cargo cumplió con el 1 por ciento establecido.
En su opinión, la posible derogación de esa ley por parte de la administración de Javier Milei plantearía una acción de inconstitucionalidad. Explicó que el inciso 23 del artículo 75 de la Carta Magna “obliga al Congreso de la Nación a dictar leyes que impliquen acciones positivas sobre ciertos sectores que son vulnerables”, y sostuvo que las acciones positivas también están previstas en los pactos internacionales. Por ejemplo, en el artículo 4 de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW). “Si es el propio sistema el que reproduce desigualdades y violencias, es el propio sistema el que debe generar una acción que modifique esa inercia”, sostuvo.
Gómez Alcorta insistió en la urgencia de estos programas y su mantenimiento. “Vemos compañeras muertas por diferentes situaciones, y otras que no tienen ninguna chance de poder obtener recursos elementales que permitan la supervivencia”, denunció.
—¿Cuáles considerás que son los desafíos de acción a futuro en relación a la discriminación del colectivo travesti-trans y a su inclusión laboral?
—Creo que este colectivo lleva demasiado tiempo siendo objeto. Tenemos que ir hacia un modelo donde ellxs tomen un rol activo donde sean quienes piensen, diseñen y ejecuten políticas que lxs involucre, tanto en relación a los actos de discriminación, como también en particular a la inclusión laboral.
Historia de vida
Natal Delfino, un calvario por lo mínimo
Cuando en marzo de 2024 Osvaldo Giordano asumió el cargo de director de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), la Coordinación de Género y Diversidad fue lo primero que se eliminó. Natal Delfino, de 42 años, al igual que varios de sus compañeros y compañeras, se enteró de que lo habían despedido no porque le informaron sino porque su computadora de trabajo había dejado de funcionar repentinamente. De hecho, no le llegó la carta de despido sino hasta un mes después, lo cual lo obligó a tener que ir -en sus palabras- a “no hacer nada”. Natal, siendo un chico trans, había logrado acceder a su puesto de trabajo gracias a la Ley Diana Sacayan-Lohana Berkins sancionada en 2021 y fue -en sus palabras- “la mejor experiencia laboral” de su vida.
En su infancia, la política era un tema común en su casa pero se trataba casi en tono de chiste: “Mi papá se autodenominaba peronista y mi mamá radical, pero solo para llevarle la contraria” a él. Natal, de hecho, no construyó su propia identidad política hasta su paso por la universidad. “En la etapa del gobierno de Néstor (Kirchner) ya entendí todo lo que me faltaba entender”, evoca.
Su identidad sexual comenzó a definirse desde muy temprano: “Me asumí lesbiana muy de niñe, y recién cuando crecí empecé a entender las diferencias entre una persona gay y una heterosexual”, recuerda. Ese descubrimiento también impulsó sus intereses políticos.
A los 37 años, Natal se asumió como persona trans y comenzó su terapia hormonal. A pesar de que tuvo una buena contención de parte de sus amigos, durante su proceso de transición tuvo que pedir licencia psiquiátrica en su trabajo. Sus compañeros “eran todos unos rancios” y la empresa no tuvo comprensión ni paciencia. Decidieron despedirlo sin razón aparente. Pero él inició una causa judicial que ganó luego de dos años.
A pesar de que nunca integró ningún partido, Natal tenía inquietudes y reflexiones políticas de sobra y militó la aprobación de la Ley Lohana Berkins-Diana Sacayan desde el principio. Tras la aprobación, su experiencia laboral como contador le abrió las puertas en la Coordinación de Género y Diversidad, de la ANSES. “Era un ambiente donde nadie se te iba a reír en la cara por tu orientación sexual o tu identidad de género”, contó.
Pero fuera de la coordinación, las personas trans y travestis en ANSES recibían todo tipo de agresiones por parte del personal masculino, que lxs acusaba de llegar allí “solo por un cupo”. En marzo del 2024, a Natal y varios de sus compañeros les dejó de andar la computadora y nadie les dio una respuesta. Su carta de despido no llegó hasta un mes después. La Justicia determinó su reincorporación, pero él decidió tomar otro camino.
Si bien hoy su realidad laboral es muy diferente a entonces, sostiene que “es un momento muy difícil” para la comunidad trans y travesti. “Por más que nos rompa las pelotas, por más que estemos cansados de seguir explicando lo mismo o de seguir esperando que le llegue el agua al tanque al otro, a la gente hay que seguir explicándole las cosas”.