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OTRAS MIRADAS, OTROS ÁMBITOS


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Del 8 al 18 de octubre el Festival de Cine Inusual de Buenos Aires presenta las últimas producciones de directores noveles e independientes que no acceden al circuito comercial.

Por Griselda Marina López.

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Buenos Aires tiene cine y eso no es novedad. Los tanques internacionales y las películas locales de las grandes productoras tienen un lugar asegurado en las grillas y en las preferencias del público. Pero hay otro cine imposible de ver en las salas de un shopping. El 8 de octubre se inauguró el 11° Festival de Cine Inusual de Buenos Aires. Diez días para ver en cuatro salas porteñas los films que por sus temas y estética están lejos de ser comerciales.
Fabián Sancho es uno de los organizadores de este encuentro cinematográfico que reúne una amplia mayoría de películas argentinas que en muchos casos marcan el debut de sus directores. “Es un cine hecho a pulmón donde el director, guionista y productor son generalmente la misma persona. Si se quiere hacer algo determinado y no se tienen todos los recursos necesarios, eso favorece la creatividad. Es una forma de trabajo ultraindependiente”, resume Sancho para caracterizar la marca de autor de las películas presentadas.
El Festival recorre todos los géneros y temas desde la adicción a la tecnología, las crisis de pareja, las presencias extraterrestres y hasta la semblanza del trabajo de Sarah Bianchi, una titiritera de 83 años. Como programador, Sancho reconoce que este año faltan las comedias que tan buena repercusión generaron en ediciones anteriores por esas ganas de distensión que tienen muchas veces los espectadores. A pesar de esa ausencia, confía en una grilla extensa que, según cuenta, lleva mucho trabajo preparar: “Somos solamente dos personas en la organización, Silvia Romero y yo. Hay que buscar las películas y salas, hacer la programación y volver a hablar con cada director”. El único sabor amargo proviene de tener que descartar films del programa: “Si el evento durara más días o tuviéramos más salas, podríamos pasar más películas aún”. Son más de 50 producciones y muchas de ellas participan de las competencias oficiales de largometrajes de ficción, cortos, documentales y misceláneas exquisitas. La programación completa se encuentra en www.primordiales.com.ar.
“Internet Junkie”, dirigida por Alexander Katzowicz, es la coproducción de Argentina, México e Israel que abrió el festival. Un planteo coral que muestra la peligrosa dependencia de Internet y las nuevas tecnologías, un mal que no conoce de fronteras nacionales. Antonio Birabent es un moderno gigoló que se finge militar vía chat para seducir y estafar mujeres en una de esas historias. “Es una película terrorista en el buen sentido, muy salvaje, que corre riesgos y que puede gustarle a unos y no a otros. Todos estamos inmersos – me incluyo en esto- en esa especie de cárcel placentera que es internet y esta película es muy crítica al respecto”, afirmó el actor en el estreno local. Los films que integran la muestra serían el contrapeso no sólo de una cartelera comercial sino de las producciones locales auspiciadas por los canales de televisión. Sancho dice en ese sentido: “A mí esas películas no me llaman. Las veo faltas de personalidad, eso sin embargo no quiere decir que me parezca mal que haya gente que quiera verlas”, y considera que una de las producciones del momento, “El clan”, es una película “impecable desde el punto de vista técnico pero poco profunda desde el guión, sin buscar en la historia complejidades que la hubieran hecho menos esquemática”.
El ojo crítico de este programador se forjó durante años de mirar películas sin parar. “Desde chiquito siempre fui muy cinéfilo. Uno se reconoce cinéfilo frente a un género. Algunos se identifican por ejemplo, con el terror y cuando se es chico pasa mucho eso, después uno se abre y cambia. En mi caso, yo me había fanatizado con el western”, cuenta Sancho con una sonrisa. El mundo del cine club fue su segundo hogar: “Recuerdo que falsifiqué el número de mi DNI para poder entrar al Bela Lugosi Club donde aceptaban sólo a mayores de 18 años y yo apenas tenía 17. Por un ardid con el número pasé de 17 a tener 19 años”, admite.
Con la “cinefilia al mango” como le gusta a él decir, se puso a estudiar Letras en la UBA donde reseñaba las películas de los ciclos que organizaba la facultad hasta que pudo organizar allí su propio programa. Del “cine tóxico que era tal porque envenenaba el cerebro y creaba dependencia” en los ’90 al cine inusual de hoy que se presenta en forma gratuita hasta el 18 de octubre en el Museo del Cine, el Espacio Gaumont, la Casa Do Brasil y la Universidad del Cine. Las miradas alternativas y los nuevos autores encontraron un lugar.


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