Inicio » Para construir sobre la historia, primero hay que conocer la de ellas

Para construir sobre la historia, primero hay que conocer la de ellas

Team mates Michelle Akers (#10) and Carin Jennings (#12) look on as Julie Foudy (#11) of the United States leaps with Catherine Zaborowski (#2) of Norway for the ball during play in the 1991 FIFA Women's World Cup final match between Norway and the United States at the Tianhe Stadium in Guangzhou, China on 30th November 1991. United States would go on to win the match 2-1 to become champions. (Photo by Bob Thomas via Getty Images)

Compartir

El fútbol sigue dando de qué hablar con sus innovaciones. Variantes en las tácticas, pelotas inteligentes, nuevos formatos de competencias y mucho más ocupa la agenda del mundo redondo, pero escoge evadir otros avances de incluso mayor magnitud. ¿Hay otro deporte que se haya desarrollado tanto en tan poco tiempo como el fútbol femenino?

En tan solo 32 años, y ocho ediciones de su campeonato mundial, no es secreto que el fútbol femenino sigue elevando su estándar a una gran velocidad. Pero ¿comparado a qué? En ese mismo tiempo, para tomar como referencia, el mundial masculino sólo había integrado tres equipos a su inicial cantidad de 13 seleccionados. Muchos pueden recordar rápidamente los avances que ocurrieron desde la primera edición del mundial masculino e incluso se considera conocimiento general que se desempeñó en Montevideo. Por el contrario, pocos tendrán presentes los cambios del fútbol femenino actual con respecto a aquel primer mundial en 1991, que, para aquellos que no lo sabían, se desarrolló en cuatro ciudades al sur de China.

Esta primera edición de la copa contó con seis estadios, de los cuales tres estaban ubicados en la ciudad de Guangzhou, catedral esférica del gigante asiático. Allí se albergó un torneo con tan solo tres rondas, en el cual ocho de los doce planteles clasificados accedían a la siguiente ronda, disputando la mayoría de sus juegos en canchas pequeñas, comparables con aquellas del ascenso argentino como las de Temperley y Racing de Córdoba, todas situadas en la provincia Guangdong. Por el contrario, en Australia/Nueva Zelanda 2023, habrá tan solo una de las sedes con una capacidad menor a 20.000 espectadores, la de Adelaida, que incluso percibirá un aumento en su capacidad para albergar el torneo. En dicha edición de 1991, en la que Estados Unidos se consagró como primer campeón tras vencer a Noruega por 2 a 1, se marcó el aún vigente récord de goles en una edición. Michelle Akers se quedó con dicha hazaña tras anotar 10 tantos para la selección campeona, 5 de los cuáles los convirtió ante China Taipéi para lograr otro récord, que comparte desde el 2019 con su compatriota Alex Morgan. También se produjo el gol más rápido en la historia de los mundiales, convertido a los treinta segundos de juego por Lena Videkull ante Japón, en el triunfo de Suecia por 8-0 sobre las asiáticas.

Si bien la siguiente versión, disputada en Suecia, no logró el interés deseado en el contexto de llevar la copa al marco europeo, esto cambiaría cuando el torneo desembarcara en los Estados Unidos para su tercera edición. Este quedaría en la historia ya que estrenaría un formato con 16 equipos, con cuatro cupos adicionales que fueron repartidos para la CONMEBOL, CAF, AFC y CONCACAF. En este mundial de 1999, se romperían numerosos récords, como el de la jugadora más joven en disputar un mundial, siendo la nigeriana Ifeanyi Chiejine, con 16 años, quien aún hasta el día de la fecha mantiene la hazaña. También, la cantidad de sedes, abarcando un total de ocho estadios en igual cantidad de ciudades a lo largo y ancho del país, hacía historia, cifra que no se superaría hasta el mundial 2011. Seis de estos contaban con un aforo disponible de más de 58.000 espectadores y marcó la primera vez en las que todas las sedes superaron la capacidad de alojar al menos 25.000 personas. En este certamen, se registraron los números más altos en cuánto a público, con un total de 1.194.215 de personas presenciando todos los partidos y un promedio de asistencia de 37.319 personas por partido, un récord que se mantiene a día de hoy. Tanto la final del mundo entre las locales y China, como el partido por el tercer puesto entre Noruega y Brasil, se disputaron el mismo día en el Rose Bowl de Pasadena con un récord de asistencia de 90.185 espectadores presentes.

La siguiente edición del torneo, llevada a cabo en 2003, presentó una complicación muy particular. En esta cuarta edición, que fue el marco para el debut de la selección argentina, la organización de la competencia tuvo como particularidad el primer cambio de sede en su historia, debido al brote de SARS en China, que había ganado los derechos de ser anfitrión. Además, comparando nuevamente a la edición antecesora, la copa tuvo dos estadios menos y disputó sus encuentros en estadios con menor capacidad.

Cuando China estuvo en condiciones de ser anfitriona nuevamente, no decepcionó. En 2007, cada una de las cinco sedes contó con una capacidad para alojar a más de 33.000 personas, hecho que no ha vuelto a repetirse desde entonces. Además, sus cifras de público son similares a las obtenidas en 1999, con un promedio de 37.200 espectadores por partido. Para la selección argentina, ésta representó su segunda participación y fue en la cual estuvo por sumar su primer punto en la competencia. Tres días tras sufrir una desgarradora derrota por once a cero ante Alemania, la albiceleste cayó por 1 a 0 ante Japón con un gol en los minutos de adición finales. Esto mostró el progreso del seleccionado, no solo por su previo resultado, sino comparado a cuatro años antes, cuando habían caído por 6 a 0 ante las asiáticas en Colombus.

En 2011, Alemania fue la segunda sede europea en organizar el mundial, logrando un récord de asistencia para un partido de mundial femenino en el viejo continente, cuando la selección local superó a Canadá por 2-1 en la fase de grupos. Sin embargo, a pesar del buen inicio, las anfitrionas caerían en los cuartos de final ante Japón, quedando lejos de una posibilidad de alcanzar su tercer campeonato seguido. Esta fue la peor defensa de un título hasta la actualidad, ya que todos los campeones habían logrado (y lograron posteriormente) alcanzar las semifinales del siguiente torneo. La propuesta germana para ser electa como sede había constado de 12 ciudades, pero terminó seleccionando 9 de ellas para recibir los partidos, número que superó a la cantidad hasta entonces récord de 8 sedes, conseguida en el mundial de 1999 por Estados Unidos. El seleccionado campeón, Japón, logró obtener dos particulares récords. Las japonesas fueron, por un lado, las primeras, y hasta ahora únicas, campeonas en perder un partido, pero alzar el título. Por otra parte, son las campeonas con menos triunfos en una campaña ganadora, ya que vencieron solo en cuatro de sus seis encuentros, cayendo ante Inglaterra en fase de grupos e igualando en la final ante Estados Unidos por 2 a 2 para luego consagrarse desde los doce pasos.

En la séptima versión, el torneo vería un nuevo crecimiento, con ocho nuevos equipos sumados. Esta vez, UEFA sumó tres cupos, la AFC adhirió dos mientras que a CONMEBOL, CAF y CONCACAF se les agregó uno para cada una. En el primer certamen con 24 equipos, se estrenó un formato que constó de seis grupos compuestos por cuatro seleccionados, de los cuales los dos primeros de cada grupo y los cuatro mejores terceros accedieron a los cuartos de final. El certamen disputado en seis ciudades de Canadá también haría historia en todo el deporte, ya que sería la primera ocasión en la que un mundial, más allá del género de sus deportistas, se jugara sobre césped artificial.

Finalmente, llegamos a la última edición hasta la fecha, cuando Francia fue organizadora del certamen en 2019. Esta marcó la tercera participación de la selección argentina en un Mundial y, tal cual afirma el dicho, la tercera fue la vencida ya que significó sumar los primeros puntos en una competencia. Estos llegaron en el Grupo C, ante el clásico rival, Japón, tras igualar 0 a 0 en el Parque de los Príncipes. Luego, el plantel volvió a cosechar un punto igualando a 3 con Escocia, aunque no fue suficiente para acceder a las instancias finales. En esta edición, se rompió la marca por la mayor goleada. El nuevo acreedor del récord es Estados Unidos, que venció en su debut a Tailandia por 13-0, en el inicio del camino hacia la defensa del título.

En conclusión, con la próxima edición a semanas de iniciar, hay confianza de que el primer Mundial femenino con sede compartida siga construyendo sobre el éxito de las anteriores ediciones. Aún más teniendo en cuenta el enorme crecimiento de aforo, infraestructura y contratos televisivos que el deporte ha cultivado en las ligas más grandes del mundo. Basándose en estos pilares, la FIFA tomó la decisión de volver a incrementar el premio económico por salir campeón en el certamen a 150 millones de dólares, el triple de la suma obtenida por Estados Unidos en 2019. Hay esperanzas de que en Australia-Nueva Zelanda 2023 se cumpla el famoso dicho: los récords fueron hechos para romperse.


Compartir

Agregar comentario

Clic acá para dejar un comentario