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“POCOS POLÍTICOS HAN HECHO ALGO POR MI VIEJO”


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Las huellas de la dictadura militar de 1976 parecen no borrarse con el paso del tiempo en algunos casos. Retroceder en ese camino sinuoso de los recuerdos, embarrarse, volver a pisar esas huellas, es para algunos una práctica diaria. Quizás sea porque algo haya quedado inconcluso.Bajo esa lógica funciona la vida de Ruben López, la de una película que se puso en pausa hace una década y todavía espera un final. Jorge Julio, su padre, desapareció por segunda vez en 2006, tras sus declaraciones en el juicio que condenó a prisión perpetua a Miguel Osvaldo Etchecolatz por crímenes de lesa humanidad. A 10 años, Ruben lo recuerda con un dejo de nostalgia y la ilusión latente.

¿Cómo fue la situación en tu casa ante la primera desaparición de tu papá, en 1976?

Mi vieja tuvo que salir a trabajar.  Era tejedora, trabajaba en casa. Más allá de que la familia nos ayudó,  ella empezó a trabajar limpiando en una panadería.

Cuando lo dejaron en libertad (en 1979), ¿cambió mucho el clima en tu casa?

No, en absoluto. Mi viejo Trató de que todo siguiera como si no hubiese pasado nada. Lo que vivió se lo tragó, y lo llevó de una manera en que nosotros no pudiéramos notar que a él le pasaba algo.

¿Cómo fue la segunda desaparición?

Todos pensamos que era algo emocional lo que le había pasado. Le iba a volver a ver la cara a Etchecolatz tras las torturas. Ese día eran los alegatos. Mi hermano, que vivía en la casa de mis viejos, se levanta para llevarlo al juicio. Como el baño está en el interior de la habitación y la puerta estaba cerrada, pensó que mi viejo estaba en ahí adentro. Pasó más de media hora, tocaron la puerta y se dieron cuenta de que no estaba. Nunca supimos qué hizo en el transcurso de las 12 de la noche a las 7 de la mañana, hay un vacío. Yo estaba en Capital trabajando ese día. Cuando me enteré de lo que pasó, cargué todo y me vine para La Plata.

¿Cómo estaba él antes de declarar en el juicio?

Yo veía que estaba ansioso por contar, pero estaba tranquilo. No se sentía nervioso, para nada amenazado. Era un tipo que no era demostrativo de sus emociones. Me parece que cuando fue al juicio quiso contar más lo que vio que lo que vivió. Tenía un compromiso con la justicia, esperaba que se juzgue a estos represores como corresponde, en el marco de una democracia y con derechos, no como le hicieron a él.

¿Asumiste de alguna manera un rol de vocero de la familia?

Mi hermano lo hizo los primeros días después de la segunda desaparición, pero no lo quiso hacer más. En la familia entendimos que alguien tenía que asumir esa responsabilidad.

¿Sentís que a tu papá no lo cuidaron cómo debían?

Todos no lo cuidaron, yo no di ningún nombre específico. Hay gente que se enojó y hasta dijo que yo quise hacer plata con lo de mi viejo. A lo largo de estos años demostré que eso era mentira, no es por plata. Incluso le podía haber hecho juicio al Estado. Hubo compañeros en la vida de mi viejo que asumieron no lo cuidarlo como debían. Llegado el momento, cada uno va a tener que asumir la responsabilidad. Todos creímos que con el devenir de la democracia esto no podía pasar.

¿Este año el reclamo tiene algo particular por la actualidad del caso Etchecolatz?

Sí,  parece que desde el 10 de diciembre cambió el pensamiento de los jueces, ahora leen las leyes de otra manera. Quieren dejar libre a un genocida que ha sido comparado con Hitler antes de que encuentren a mi viejo,  realmente me parece injusto. Por eso ahora me tengo que poner la camiseta y salir a militar. El que me quiera cuestionar que lo haga, no hay ningún tipo de problema. La justicia nunca investigó. Como yo busco a mi viejo y no al compañero López, parece que hay gente que está enojada conmigo. Si tengo que denunciar al Estado, lo voy a hacer. Esa es la diferencia que quiero remarcar. La justicia no se investiga a sí misma, ese es el problema. La causa fue archivada (el expediente sigue abierto, aunque casi no hay avances) tres veces porque nadie se hace cargo de la cagada de no haber cuidado a mi viejo.

Hablaste sobre “metamensajes” en el discurso del gobierno, ¿a qué te referías?

A (Darío) Lopérfido cuando discute la cantidad de desaparecidos, al Presidente avalándolo y hablando de ‘guerra sucia’, y a (Claudio) Avruj cuando dice que si estos genocidas son liberados es porque la ley los enmarca. El cambio de gobierno, su pensamiento y todos estos metamensajes son lo que a mí me llevan a involucrarme de la manera que lo estoy haciendo ahora.

¿Tuviste algún diálogo con el nuevo gobierno?

Después de chicanearlo en los medios, hablé el otro día con el secretario de Derechos Humanos de la provincia, Santiago Cantón. Le dije que hay que demostrar con hechos, no con palabras. No se puede decir que se está a favor de los derechos humanos y después decir que no van a apelar que este viejito buenito, como se lo quiere pintar, se vaya a su casa.

Se habla de Memoria, Verdad y Justicia como los tres pilares de los derechos humanos, ¿considerás que alguno se quebró con la posibilidad de la domiciliaria a Etchecolatz?

Los tres. No se tiene memoria que hace 10 años se lo condenó por genocida, y no se tiene memoria de que también los testigos vencieron el miedo de tener que testificar contra este tipo. No hay justicia, porque está condenado a cadena perpetua y la tiene que cumplir como todos. Entonces, no tenés ni memoria, ni verdad, ni justicia.

En estos 10 años, ¿creés que al poder político en general le avergonzó la desaparición de tu papá?

Totalmente, muchos políticos me han palmeado la espalda a lo largo de 10 años, pero pocos han hecho o dicho algo. No vi casi ningún político que le interesara hacer algo para que yo supiera lo que le paso a mi viejo.

¿Sentís que tu viejo desapareció en vano?

Fue en vano. Fue al pedo. Ponelo así textual si querés. ¿Para qué fue a testificar? ¿Para qué se guardó durante 30 años todo lo que sufrió? ¿Para que estos genocidas se vayan a su casa antes de que se sepa qué le paso a él? Parece como si todo hubiese sido invisible. Ahora lo único que falta es que instalen de nuevo la teoría de los dos demonios. Volvimos al ‘83 o antes. Vuelvo a lo mismo, salgo a militar porque no quiero que mi viejo haya desaparecido al pedo.


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