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“SABER LO QUE HAY MÁS ALLÁ”


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Ariel vivió como mujer durante 19 años. Fue lesbiana pero un día dijo: “No doy más” y comenzó su proceso de transformación.

Por Julieta Ibañez y Juan Carlos Panizo

Después de muchos años de pensarlo, un día Ariel Scuri juntó fuerzas y comenzó a averiguar, a través de Facebook, tratamientos hormonales y operaciones de pectorales y genitales. Hoy trabaja con su padre en un puesto de diarios, está de novio desde hace cuatro años y estudia Psicología en la Universidad de Bueno Aires (UBA).

-¿Cuándo decidiste el cambio?
-Fue a fines del 2015, siempre lo tuve en la cabeza. Pensaba en quienes se hacían el cambio de sexo y lo veía como algo inaccesible. Me preguntaba cómo sería y qué pasaría. Hasta que un día dije “no doy más”. Me senté a hablar con mi novia, con estoy hace cuatro años, y por suerte me apoyó; fue muy importante para mí.

-¿Fuiste a varios lugares?
-En San Fernando no sabían del tema y yo estaba medio sensible. Fue horrible, siempre llegaba llorando a casa. Dejé pasar un tiempo hasta que fui al Hospital Fernández, de Palermo, donde me trataron medio mal, fue chocante para ellos. Después terminé en el Hospital Ramos Mejía y ahí me trataron mucho mejor. Conocí a un montón de gente que estaba en mi misma situación y de las que ahora soy amigo.

-¿En qué consiste el tratamiento?
-En darte cada tres meses una inyección de testosterona. En el hospital me dan una receta nada más, después en cualquier farmacia las comprás y te la inyectás. Es un tratamiento de por vida.

-¿Fueron muy costosas estas operaciones?
-Hasta ahora me operé de los pechos nada más. Hay una ley de identidad de género que dice que, en realidad, las operaciones en hospitales públicos son gratis para chicos y chicas transexuales; eso te respalda. Pero yo igual decidí hacerlo particular.

-¿Pensás hacerte más intervenciones?
-Quiero hacerme la operación genital. En Argentina los resultados no son tan buenos, por eso pensaba irme a Chile. Me saldrá más de 50 mil pesos. Prefiero hacerlo afuera y saber que me va a quedar bien, ya que es una tremenda operación.

-¿Tu familia, cómo vive el cambio?
-Súper bien. Por suerte me tocó una familia abierta. Tengo un amigo que lo echaron de la casa y estuvo dando vueltas hasta se quedó conmigo unos días; ahora está con la hermana. Hay situaciones así o peor. Mi mama fue la primera enterarse y lo tomó bien. Me ayudó a contárselo a mi papa; están separados y fue un poco más difícil. Por último, la noche de navidad le mostré el DNI nuevo a mi hermano y le conté la noticia. Al principio no lo podía creer, y desde ese momento tenemos mejor relación.

-¿Tu novia también te apoyó de la misma forma?
-Sí. Es más, fue la primera persona en enterarse. La conocí cuando yo era mujer, ya que me asumí como lesbiana. Luego pensé que tenía que decidirme por alguno de los dos géneros, me sentía como en el limbo. Siempre me identifiqué por el género masculino, pero la realidad es que me miraba en el espejo y no era eso.

-¿Cuándo comenzaste a darte cuenta?
-Sé que en algún momento tuve algún noviecito de la infancia o veías que las otras chicas tenían novio. Yo pensaba que debía tenerlo, pero después de los 12 o 13 años aclaré mi cabeza y me di cuenta de que me gustan las mujeres. Pero el peor momento de esa decisión fue en la escuela secundaria.

-¿Cómo lo tomaron tus amigos?
-Mis amigos son lo mejor que tengo. Todos lo aceptaron re bien, tampoco les quise imponer presión. Cuando se los conté les dije que iba a hacer este cambio, pero “síganme tratando como antes”. Se tomaron su tiempo y ahora, por suerte, todos me llaman por mi nombre.

-¿Cómo ves la respuesta de la sociedad en cuestiones transgénero?
-La sociedad avanzó un montón, hoy se puede hablar mucho más del tema. Hace diez años atrás, no. Depende también del interés de cada uno en abrirse y saber lo que hay más allá.

-Por la ley de identidad de género, las personas transexuales pueden tener su documento. ¿Ya hiciste ese trámite?
-Lo primero que hice fue el documento, antes de empezar el tratamiento y todo lo demás. Fui al registro civil y en pocos días lo tuve en mi casa. Y lo primero que hice fue salir a bailar con el documento de hombre.


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