Academias, horas de entrenamiento, estudios a distancia, gimnasio, psicólogo y viajes por el país. La vida de los jugadores que buscan triunfar en el tenis profesional implica un gasto económico que no todos pueden afrontar, aunque tengan el talento. Dos ex tenistas como Juan Pablo Guzmán –miembro de la academia Monachesi&Hood Tenis– y Kurt Gattiker –hijo del capitán de las Copas Davis 1990 y 2002– dan un panorama acerca de cuán costoso es afrontar este deporte.
Por Diego Martín Coppari | @diegom_coppari
Martes, 16:30 horas. Juan llega a la casa y prende la computadora, tras una larga rutina de entrenamientos que lo dejó extenuado. Tiene que preparar una materia del secundario que cursa a distancia, pero al abrir el diario una noticia lo distrae: “Tras ganar el torneo de Shanghai el pasado domingo, Roger Federer se ubicó segundo en el ranking ATP a los 33 años y, según el diario suizo Blick, sus patrocinadores lo premiarían con cinco millones de dólares extra en caso de que recupere el ‘uno’. Además, según el sitio ESPN, con todo el dinero que Federer ganó en premios oficiales a lo largo de su carrera, el suizo podría comprarse 69.000 iPhones, un flamante estadio de fútbol de los inaugurados en el Mundial de fútbol Brasil 2014, o 200 Ferrari”. Juan, que podría llamarse Nacho, Pedro o Lucas, es uno más de los chicos que lucha por triunfar en el mundo del tenis y poder vivir de eso, aunque sea lejos de los números exorbitantes que maneja el suizo Roger Federer.
En la vida de todo chico que busca llegar a competir de forma profesional en los grandes circuitos, hay tres palabras con las que hay que aprender a convivir: sacrificio, dedicación y constancia. “Todos los jugadores de tenis pasan más de cuatro horas por día entrenando, tanto la preparación física como la práctica de tenis. Yo, en un momento de mi carrera, entrenaba siete horas por día”, cuenta Kurt Gattiker, quien jugó al tenis desde los ocho hasta los 24 años, aunque a partir de los 19 lo hizo con una beca en Estados Unidos, lejos del circuito ATP “por falta de talento para vivir del tenis”.
En el caso de quienes recién están comenzando su carrera, dedicarle esa cantidad de horas por día al perfeccionamiento del deporte implica, en la mayoría de los casos, priorizar el tenis por sobre otras cosas. “Muchos de los chicos que deciden practicar el deporte de forma intensiva hacen el colegio por internet. Hay, desde hace un tiempo, bastantes escuelas que permiten esa modalidad, y los chicos solo se presentan en la escuela para hacer los exámenes dos o tres veces por año”, cuenta Juan Pablo Guzmán. Por otra parte, los jugadores viajan cada dos o tres semanas durante todo un fin de semana, y en muchos casos tienen que invertir en psicólogos deportivos para trabajar el manejo de la presión.
El estilo de vida que se lleva dentro del tenis no es gratis. “Si bien los costos varían mucho dependiendo de la edad que tenga el chico, en la categoría Juniors se viaja, por año, por lo menos cinco o seis veces dentro del país, y si se clasifica a torneos internacionales los viajes al exterior se repiten en dos o tres ocasiones”, cuenta Juan Pablo. Para Kurt, el pasaje ida y vuelta en avión no es en lo único en lo que hay que pensar: “Los hospedajes también entran dentro de los gastos, al igual que el equipamiento (raquetas, encordados y ropa), que no es un gasto menor. Todo eso sin contar los costos de entrenamiento. Las academias son caras, aunque generalmente ofrecen preparadores físicos y, en menor medida, psicólogos”.
Todos esos gastos salen del bolsillo de los padres o de algún familiar que decida bancar el sueño del chico/a. La aparición de sponsors, según Gattiker hijo, es algo poco común. “Los jugadores que tienen sponsors son, generalmente, los dos o tres mejores del país por categoría. En esos casos, reciben el apoyo de la Asociación Argentina de Tenis (AAT) para viajar, además de algún contrato con marcas de raquetas y encordados”. De todas formas, los apoyos económicos por parte de sponsors privados se dan, aproximadamente, a partir de los 18 años o en edad de Juniors, y “en el caso de jugadores que tienen potencial pero no cuentan con los recursos necesarios para costear viajes”, tal como explica Guzmán. De todas formas, los casos en que esto ocurre son muy pocos.
Hasta la mayoría de edad, los chicos juegan torneos Juniors nacionales e internacionales. En el plano local, la categoría más alta a la que se puede llegar son los torneos G1, mientras que internacionalmente se compite en el COSAT, que es el circuito sudamericano de Juniors. Luego llegan los Futures –que son la entrada al profesionalismo– y, más adelante, los Challengers.
“En términos económicos, los gastos que tiene un tenista son difíciles de cubrir al principio de la carrera, por lo que obtener plata es complicado. Ganar un Future a los 20 años puede significar un premio de 1.500 dólares (en un torneo que reparte 10.000 dólares en premios). Pero, si se tiene en cuenta que el jugador viaja con un entrenador, y tiene gastos varios durante la estadía, el margen de ganancia es muy bajo en ese nivel”, aclara Kurt.
Los Futures se juegan por todo el país y se hacen aproximadamente 30 durante el año. De todas formas, muchos jugadores deciden ir a probarse en torneos disputados en otros países de Sudamérica porque los cuadros son más accesibles y, por lo tanto, es más fácil sumar puntos. El gasto económico de dicha apuesta, lógicamente, es más alto.
En Challengers, tal como afirma Kurt, el panorama no es tan distinto. “Es posible hacer una diferencia mayor, pero esos torneos suelen jugarlos aquellos tenistas que se encuentran dentro de los 500 primeros puestos del ranking, por lo que no es fácil llegar. Rara vez un jugador consigue jugar Challengers antes de los 20”.
La gran mayoría de los jugadores que llegan a vivir del tenis comienzan desde antes de los ocho o nueve años a competir y, salvo casos excepcionales, pocos empiezan a hacer dinero antes de los 20. Para Gattiker, el factor edad es importante: “Si te pones a pensar, un tenista a los 30 años es ‘viejo’, o sea que la vida útil en este deporte, ganando dinero por competir, es muy corta”.
Juan Pablo, por otra parte, deja claro que la regularidad en la competición tampoco es sinónimo de éxito económico. “Aun jugando Futures y Challengers durante todo el año, el chico que decide vivir del tenis no llega a cubrir sus gastos anuales, a menos que logre llegar a estar entre los primeros 100 del mundo, ya que los gastos que tiene son muchísimos, y más si viaja con entrenador”. Kurt, por su parte, agrega: “El tenis no es un deporte barato, por lo que muchos jugadores desisten de una carrera profesional por la falta de recursos”.
De todas maneras, generalmente los chicos que compiten en alto nivel conocen sus virtudes y limitaciones a partir de Juniors. “Gran parte de los tenistas argentinos de mi edad que hoy están en el circuito como Schwank, Mayer, o Del Potro, ya se destacaban desde los 13 o 14 años. Si para los 18 no tenes grandes resultados, hay que ser realista y ver qué opciones existen además del profesionalismo”. Las variantes de las que habla Gattiker, fundamentalmente, contemplan opciones como la de obtener una beca en Estados Unidos para estudiar una carrera, como hizo él, o bien irse a otros países, como Francia, a jugar Torneos de Interclubes y ganar plata.
El sueño de los chicos que juegan al tenis, por supuesto, no tiene que ver con lo económico sino con alcanzar la gloria deportiva. El camino que hay que transitar para lograrlo, en la realidad, no depende solo del esfuerzo, la dedicación y el talento. De todas formas, para Kurt, aun sin haber conseguido el éxito, la plata no es lo más importante.
“A un chico que recién empieza le diría que intentarlo es una experiencia y una enseñanza espectacular. Muchos aspectos que se enseñan en el tenis, como en otros deportes, son aplicables a cualquier situación de la vida. Que se llegue o no a ser profesional es circunstancial e impredecible, pero vale la pena intentarlo. Sin duda que es difícil, porque todos tienen el mismo objetivo que uno y solamente 200 ó 300 personas en el mundo llegan a vivir del tenis, pero hay que disfrutar todo lo que trae aparejado el deporte, como las amistades y la vida sana. El llegar a hacer plata con el tenis puede ser el objetivo, pero hay que valorar y disfrutar el camino”.
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