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Tintín Naves: “La música me salvó de los infiernos más crudos”


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El popular músico de Comodoro Rivadavia abre las puertas de su casa a ETER Digital para hablar de su infancia, la profesión y su particular estilo de vida.


Avelino “Titín” Naves es uno de los músicos nativos de Comodoro Rivadavia, Chubut, con mayor vigencia. Su público lo quiere siempre en el escenario siempre, lo sigue, lo venera. Él se autodenomina “trovador” y sus letras dejan traslucir viejos  amores y heridas. Pero hay mucho más detrás de sus canciones, historias tan jugosas como dolorosas.

Titín vive en un terreno grande en la zona de chacras del km 17 de la ciudad patagónica. Sobre un lateral se ve la pequeña casa de adobe y al lado un invernadero. A través de la puerta abierta se escucha su voz, está hablando con su hijo Enzo.

Adentro hay una pequeña mesa contra la pared. Muy cerca una pava empieza a dar señales de que el agua para el mate está en proceso. Y comienza la charla.

¿Guardás alguna “foto mental” de tu infancia?

Yo vivía en el Pasaje Los Patos, por la loma. Juntarnos a jugar a la pelota era el disparador, recuerdo la complicidad con los chicos. A la escondida con las chicas y darse un beso en la mejilla. A la nochecita todo se acababa con el grito de las viejas: “¡A comer!”.

Titín, a la izquierda junto a la maestra (Fuente Oscar García)

Un amigo de tu infancia contó que siempre te gustó actuar, ¿es cierto?

Sí, cuando iba a la Primaria me ofrecía para los actos, sobre todo si venían a preguntar en la hora de matemática (se ríe). Yo levantaba la mano enseguida, quería zafar. Hice personajes que me gustaban: fui el soldado Cabral y otra vez el Tambor de Tacuarí. De grande leí y entendí la historia de otra manera. La de José de San Martín es inmaculada, es el único militar que me banco.El escenario era un escape para mí.

¿Un escape que sigue vigente hasta la actualidad?

Hoy ya no. Se trata del lugar donde más feliz soy en mi residencia terráquea, desde que me levanto hasta que me acuesto.

¿En qué escenario te sentís más cómodo, en el de la vida o en el de la música?

Sin dudas en el musical, es el estado de éxtasis más puro que he vivido en mi vida. Es un estado de amor nutritivo y curativo. Me salvó de los infiernos más crudos, es un remanso en toda esa turbulencia.

El ambiente es chico pero cómodo, una estufa rusa en el centro mantiene muy bien el calor. Titín no descuida el mate en ningún momento. Mientras se confiesa está atento a la yerba, al agua. Coloca nuevamente la pava al fuego hasta que silva. Y empieza a desempolvar su historia.

¿Qué otras cosas hiciste en tu vida fuera de la música?

Trabajé en el petróleo, fui mecánico dental, limpié los pisos en el área de psiquiatría y cociné para pediatría, así como también para comedores del barrio Moure. Además di clases de guitarra, construí veredas y fui fumigador. Hice un curso de Albanet y soy pintor profesional. En Astra fui diariero y vendía verduras casa por casa. Me acuerdo que cuando avisé en el barrio que dejaba de llevar los diarios, los viejos se pusieron tristes: “Cómo vas a dejar de traer diarios”, me decían.

¿Qué te pone mal?

Hay muchas cosas que mi corazón no soporta, como la avaricia, la envidia, la falta de empatía, no las entiendo. La falta de sentido común me vuelve loco, la profunda ignorancia y lo descorazonado de algunas personas. Yo no soy corruptible, no hay dinero que me compre, yo quiero estar tranquilo así como estoy acá.

¿Cómo fue la experiencia de construir tu propia casa?

La construí ladrillo a ladrillo, es muy lúdico, sanativo, mi casa tiene lo justo, la temperatura ideal para mi cuerpo, la humedad perfecta. Es cierto que todavía faltan cosas, pero voy despacio. Junto dinero y compro lo que necesito. También chatarreo y reciclo cosas. Cambié una guitarra rota por una alacena.

Mate en mano, Tintín asegura que en su casa tiene lo justo y necesario (Fuente Mariela Garolini)

¿Cuál es tu lugar preferido en la casa?

No tengo, siempre estoy con la guitarra, un libro y un bolígrafo por si baja la musa.

Vivimos en una sociedad de consumo, pero vos decidiste dejar eso de lado. ¿Cómo fue ese proceso?

Quise volver a las raíces, tengo mi huerta, consigo alimentos orgánicos, trato de no comprar en el supermercado, gestiono mi propia medicina. En mi patio crece el llantén y con eso hago tinturas naturales. Dejé de comer carne y siento muchos cambios. Yo antes tomaba opiáceos que tenían fentanilo, una droga recetada a la cual era adicto. La pastilla te hace olvidar solo por un rato lo malo que te pasó. El universo es caníbal y yo era todo de todo y debía dejarlo.

¿Cuándo comenzó ese cambio?

Hace 15 años más o menos. Me equivoqué feo a nivel corporal y sentimental, me hice daño, hice daño. Fue entonces que me di cuenta de que tenía que cambiar.

¿Cómo está compuesta tu familia?

Mi vieja es de Santa Cruz, mi viejo nació en Asturias. Hermanos tengo miles pero de sangre a Mirtha, que nos dejó en 2019. La vida la pasé medio complicada, tengo tres hijos y dos nietos, pero no nos vemos mucho.

Palabra va, palabra viene, pese a que la puerta de la casa sigue abierta adentro hace calor. Afuera se escucha el ladrido de los perros, adentro la pava avisa que es hora de otra ronda de mates. otra vez y Titín cambia la yerba.

Por lo que sugeriste antes parece que te gusta mucho cocinar…

Soy un increíble chef, cocino todo lo que puedas imaginar. Me gusta cocinarle a Enzo. Hago un pastel de papas vegano capaz de engañar a cualquier carnívoro. Mi condimento preferido es la pimienta negra y soy loco por la cúrcuma.

¿De dónde viene ese placer por la cocina?

Mis viejos laburaban mucho, así que un día tuve que hacer un guiso y me felicitaron. Pronto me pidieron repetir, y al año ya me exgían menú. Cocinar es un acto de amor también y flasheo cuando veo la cara de placer de la persona a la que le cociné.  Alguna vez tuve un emprendimiento de comida árabe, preparaba  shawarma y kebab.

¿En tu vida hay espacio para el amor de pareja?

Solo compañerismo, amistad con derechos y sin preguntas. Soy una persona nómade, hoy estoy acá y mañana me voy a Chipre.

El música de Comodor con los suyos (Fuente Titín Naves)

¿Qué piensa una persona con una sensibilidad especial sobre la cultura comodorense?

Acá hay mucha chatura, la gente se conforma con nada. Cuando nosotros éramos jóvenes nos drogábamos “desde la vagina hasta la tumba”, como decía un amigo. Pero leíamos Herman Hesse, Adolfo Bioy Casares. Le buscábamos la vuelta artística a la droga, ahora se drogan por drogarse. Lo único que les suena es el reggaetón. Es un sicariato sin balas, intelectual e institucional.  

Se nota que hablás de la música y te transformás…

Es que en el rock pasó lo mismo, lo último más lindo que hubo fueron los Babasónicos o Catupecu Machu, pero jamás apareció de nuevo un Flaco Spinetta. Estamos todos como un hámster en una rueda que gira y gira no va a ningún lado, hasta que un día se nos pare el corazón.

Tintín se dispone por grabar un disco de tango con la orquesta de Ricardo “Chiqui”  Pereyra: 10 clásicos del tango. También trabaja con los “113 eléctricos”: Dante Acuña, en batería; Francisco Carrizo y Gastón Alarcón, ambos en guitarra; para el saxo, trompeta, tenor y sopranos aparecen músicos itinerantes de otras bandas que van rotando. Pertenecen a los Cheremeques, Cosecha Especial y La 4370. Titin se luce en bajo, voz y toda la parte lírica.  Respecto a esta última producción la va a lanzar de un  tema.  “La gente está cansada, son tiempos rápidos, no escuchan 12 temas de un saque, cada uno va a ser una obra que tendrá una portada distinta”, revela el artista.

Tintín durante el evento de “La Pre-Estepa 2022” (Fuente Titín Naves)

Sobre el final de la charla, Avelino muestra unas fotos del “Evento de La Pre-Estepa” organizado por la Municipalidad de Las Heras, donde participó junto a Juan Carlos Baglietto, Lito Vitale, Marcela Morelo, Sandra Mihanovich y el Bahiano.

Su cara irradia felicidad, parece un nene. Un nene que creció, atravesó pesadillas y halló la salida. Que se refugió en la música y al que todos conocen como Tintín. ¿Por qué lo llamarán así? Una duda que seguramente será develada en algún otro encuentro.


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