Muchos extranjeros que visitan el país apoyaron los argumentos de la huelga, pero se mostraron sorprendidos de que una central de trabajadores pueda parar un país. Opinan estadounidenses, suecos, israelíes, colombianos y brasileños, entre otros ciudadanos de distintas nacionalidades.
Por Andrea Roques Zeballos y Nicolás Marino
El #6A en Capital Federal mutó a lo largo del día hasta dejar como resultado un híbrido entre sábado, domingo y feriado. En los barrios más atractivos de la ciudad la mayoría de los locales gastronómicos trabajaron -como en cada paro nacional-, algunos negocios atendieron y circularon varios taxis. El turismo extranjero no tuvo inconvenientes para asistir a las visitas guiadas del Cementerio de la Recoleta, pasear por plaza Dorrego, Puerto Madero o avenida Corrientes, aunque sí para acceder a sus vuelos programados. De todos modos, la mayoría de los viajeros estaban familiarizados con la medida; algunos con disgusto, otros con empatía.
Este último es el caso de una pareja de jubilados de Richmond, Estados Unidos, que paseaban por el Cementerio de la Recoleta y se enteró del paro una semana antes de venir al país: “No sabemos por qué es la huelga, pero leímos que en marzo hubo manifestaciones masivas de los docentes por aumento del salario”. La pareja destacó que “en Argentina la unión de los trabajadores es muy fuerte” y que “en Virginia ya no existe ese enorme esfuerzo por organizarse que hacen acá”. Además se solidarizaron: “Nosotros somos muy empáticos con la protección del salario por parte de los sindicatos”. Además, se lamentaron por el nuevo gobierno de Estados Unidos.
Distinto es el caso de cuatro azafatas de una aerolínea de los Emiratos Árabes. Su partida se demoró, tuvieron un recorte de estadía en todas las escalas y, en consecuencia, también en sus horas de descanso entre un viaje y otro. Se quejaron: “No pudimos conseguir taxi y tuvimos que usar Uber”. Conocían la medida antes de llegar y además en las habitaciones del Sheraton les dejaron folletos con información. “En Dubai las huelgas están prohibidas, no podés decir lo que pensás”, aseguró una de ellas en un inglés cerrado y agregó que en Polonia, su país de origen, las manifestaciones más comunes están orientadas a conquistar derechos, entre ellos al aborto. Otra tripulante, Sudafricana, resaltó que mañana (por el 7 de abril) hay una movilización muy importante, según ella “la más grande en diez años”, convocada por los principales gremios de su país en contra del presidente Jacob Zuma del African Moderates Congress Party (AMC), producto de una serie de cambios en el gabinete de ministros.
Según turistas israelíes, neozelandeses y suecos consultados por Eter Digital, este tipo de medidas no son muy frecuentes en sus naciones, pero explicaron que cuando las hay son impulsadas por docentes, obreros y mujeres. En Plaza Francia, un señor del país oceánico que llevaba un pañuelo en la cabeza al estilo Keith Richards, dijo muy orgulloso en relación al 6A: “Nosotros no hacemos estas cosas, gracias a Dios”. No obstante, reconoció que “hay paros, pero son pequeños y no detienen a un país entero” y que “es más común el go slow”, un método de protesta que consiste en ralentizar el trabajo para disminuir la producción. Por otro lado, una asistente social israelí contó que “los sindicatos son muy fuertes y en general los reclamos son porque el salario no crece a la par de la inflación”, pero aclaró que la mayoría de las veces “se advierte que se va a hacer paro, el gobierno accede a negociar y se resuelve el conflicto antes de que se llegue a la medida”. También expresó fastidio porque Aerolíneas Argentinas canceló su vuelo. En cuanto a Suecia, dos de sus ciudadanos que caminaban por Vicente López y Uriburu dijeron que en su país “la última huelga masiva fue diez años atrás” y que “hay manifestaciones, pero no tan importantes como esta”. Además aseguraron que “los gremios son fundamentales y es necesario estar sindicalizado.”
En Latinoamérica, la protesta y las medidas de fuerza parecen estar arraigadas a la cultura popular. Un colombiano de 28 años contó que en su país “hay manifestaciones casi a diario porque los sindicatos y la población independiente viven inconformes con el gobierno de la U (Partido Social de Unidad Nacional)”. Además, vinculó a la oposición: “El ex presidente Uribe, con una parte muy grande de la población a su favor, le está haciendo mucha contraparte a Santos”. Contó que no asistió nunca a una movilización, describió al colombiano promedio como “muy de derecha” y calificó al gobierno actual de “centro derecha porque, aunque Santos haya terminado la guerra con las FARC, es un tipo de clase alta que no tiene esa cosa de asistencia a la población como el peronismo que se vive acá”. Si bien estaba al tanto de la medida, no tuvo problemas para trasladarse porque usó Uber y sentenció: “En este tipo de situaciones es cuando los servicios alternos se vuelven más famosos y le quitan parte del mercado a los servicios públicos”.
Tampoco tuvo problemas para trasladarse un grupo de brasileños, pero lo hizo después del mediodía porque “en el hotel Rochester dijeron que era peligroso salir antes” y contaron que participaron de una sola manifestación: aquella a favor del impeachment a Dilma Roussef. Una abogada carioca, dijo que “hay muchas movilizaciones en Brasil a causa de la crisis financiera” y expresó su disconformidad con la Coalición PT – PMDB: “Son todos ladrones y corruptos; Lula, Dilma y Temer. La misma cosa”. Además se lamentó por la dirigencia sindical en el país vecino: “Son muy ricos y no piensan en los trabajadores”. Uno de sus amigos aportó información: “En Brasil tenemos 13 millones de desempleados, un récord histórico”, dato acertado según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE). Otros dos jóvenes de Río de Janeiro esperaban el colectivo en Lavalle y Callao: “No estábamos al tanto del transporte, pensamos que no era de tal magnitud el paro”. Entendieron el reclamo, reconocieron que “la situación no es óptima” y esperan que pueda mejorar, pero se quedaron molestos por no poder usar el servicio público.
Ciudadanos argentinos e inmigrantes también dieron su opinión. En Almagro, un colombiano, que tenía puesta la camiseta de la selección de su país y vino a vivir a Buenos Aires hace dos años, confesó: “En Colombia no milité para ningún partido político y estoy a favor del paro para que el gobierno atienda las necesidades de la sociedad”. Es diseñador gráfico y está desocupado: “Entiendo la situación, no se pasa por un buen momento. Hay despidos, inflación y decisiones políticas que no fueron bien tomadas”. No obstante, aseguró que “si tuviera empleo, habría ido” porque su familia lo crió “con la cultura del trabajo”.
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