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VILLA GENERAL MITRE: UN BARRIO Y UN CLUB QUE TRANSITAN EL MISMO CAMINO HACE MÁS DE 100 AÑOS


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La Liga de Fomento y Biblioteca Popular Villa General Mitre (su nombre oficial), fue fundada en 1908, el mismo año en el que se cambió el nombre del barrio Villa Santa Rita por el de Villa General Mitre, en homenaje a la muerte del general Bartolomé Mitre. Crónica de un club que mezcla amateurismo, profesionalismo, amistad y, sobre todo, sentido de pertenencia.    

Por Jorge Baldino (Twitter: @indiobaldino10 | Instagram: @indio_baldao)

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Gavilán 1540. Esa es la dirección exacta de Villa Mitre, como todos lo conocen. Se encuentra en el centro neurálgico del homónimo barrio. El color verde, con dos tonalidades (uno oscuro y  otro más claro), predomina en su fachada, en la que su nombre se exhibe con grandes letras blancas. Villa Mitre es un club que ofrece varias actividades: fútbol, gimnasia deportiva, artes marciales y hasta un gimnasio para musculación. Aunque el deporte que más socios y aficionados tiene es el básquet. En Mitre confluyen todos los días niños y adultos de diferentes estratos sociales y se realiza un trabajo comunitario que resulta vital para el desarrollo de los jóvenes y también del barrio.

“En el club, más allá de formar jugadores, se integra a todos los chicos y chicas que quieran aprender, divertirse, distraerse y compartir momentos y actividades”, explica Leonardo Martinez, entrenador de las categorías formativas de básquet, desde la escuelita hasta los pre infantiles. “Tengo muchos alumnos con diferentes grados de autismo, dificultad de concentración y/o atención, retrasos madurativos. La integración es uno de los principales trabajos sociales que hacemos”. Y remarca que su objetivo es, principalmente, ayudar a formar a los niños tal como el club lo hizo con él. “Llegué en 1996, con 11 años y jugué hasta el 2009, en la primera. Estoy hace 23 años ininterrumpidos acá. Disfruto mucho el día a día, el ambiente que hay y la función integradora y formativa que le brindamos a los chicos del barrio. Esta es mi segunda casa”

foto-2Hoy en día, el club tiene entre 40 y 50 socios por actividad: futbol, taekwondo y gimnasia, sin contar los abonados al gimnasio, que si bien está ubicado en el primer piso del club, esta concesionado. Cada socio activo abona una cuota que oscila entre $ 1000 y $1200, según el deporte que practiquen. Aunque en determinadas oportunidades (muchas más en los últimos años) hay niños o jóvenes que no pueden pagar la cuota social. En esos casos, el club los beca para que puedan seguir practicando el deporte que más les guste. Con el básquet, la ecuación es distinta, porque la cantidad de personas que lo practican aumenta al doble: hay casi 120 socios entre los más pequeños de escuelita, hasta los adultos que conforman el equipo de primera. En cuanto a los servicios públicos, en su mayoría comparten los gastos entre la gente a cargo del buffet, el gimnasio y el club. Solo reciben un pequeño subsidio del estado por la biblioteca que funciona allí y también es parte del nombre del club (en 2011, luego de la remodelación de la cancha de básquet, las tribunas y el buffet, la biblioteca quedó más pequeña)

“El dinero que se obtiene del pago de las cuotas sociales es el mayor ingreso de la institución. Sin socios, no hay club”, reflexiona Federico Carbone, una persona importantísima en la estructura de Villa Mitre: es entrenador hace más de 25 años. Comenzó en las categorías menores y luego fue, por mucho tiempo, quien llevó adelante las riendas de los equipos sub 23 y primera. Logró ganar varios torneos (dos con el sub 23, un ascenso al Torneo Federal con la primera). Ahora se desempeña como entrenador de los infantiles (chicos de entre 13 y 15 años), pero, básicamente, es el encargado de monitorear todo lo que ocurre en el básquetbol del club. ¿Una especie de Gregg Popovich de Villa Mitre? “No, para nada. Estoy convencido de que me quedé acá tanto tiempo porque en otro lado no me querrían”, contesta entre risas. Entre tantos desafíos que tuvo en su vida como entrenador, ahora le toca vivir uno distinto a cualquier otro: dirigir a su hijo, quien integra el plantel de los infantiles. “Es algo extraño, pero está bueno. A mí me encanta que venga a jugar. Aparte, acá todos saben quién es, lo quieren y eso es muy lindo. Eso lo generan los clubes de barrio, como Mitre o cualquier otro. Todos se conocen, crean vínculos que perduran en el tiempo y que ayudan al crecimiento de los jóvenes”, afirma. foto-3

Así como hay muchos que nunca se fueron, hay otros que si lo hicieron, pero sueñan con volver. “Mitre es mi casa, así de simple. Sé que, en algún momento, voy a volver. No tengo claro en que función, pero sí que voy volver. Tengo  un vínculo afectivo con el club que es muy fuerte. Mis mayores amistades o gente querida en mi vida, vienen de ahí”, rememora Guido Fabbris. En 2015 se fue a Obras Sanitarias, donde hoy se desempeña como asistente del técnico, Gregorio Martinez, en la Liga Nacional de Básquetbol. En Mitre, durante los casi 15 años que estuvo, no solo fue jugador, sino que también cumplió varios roles, tales como ser entrenador de las categorías formativas y asistente técnico de Federico Carbone en la primera. Muchas veces, hasta realizando todas estas tareas al mismo tiempo. “En muchas oportunidades hice un montón de cosas al mismo tiempo. Pero, realmente, fue con gusto. Si había que limpiar lo cancha lo hacía; si tenía que trabajar como preparador físico lo hacía (Fabbris también es profesor de educación física). Hoy en día, en mi club solo me ocupo de lo que me corresponde, que es trabajar con el plantel profesional y no tengo otras distracciones”. Obviamente, las diferencias entre ambos son muy grandes: “Son polos opuestos: Obras es una institución enorme, con una infraestructura gigante y Mitre es un club de barrio. Pero lo importante es que los dos cumplen una función que, a mi entender, es primordial: acercar a los chicos al deporte, mediante un trabajo social que los integre a la sociedad”.

foto-4 En sus más de 100 años de vida, Villa Mitre fue testigo de miles de anécdotas, victorias, derrotas, amistades, tristezas y muchísimas sensaciones más. Villa Mitre es más que un club: es la segunda casa de varias generaciones de familias que transitaron (y transitan) sus canchas, sus pasillos, su biblioteca o su buffet. Villa Mitre es el lugar de encuentro en el barrio, para niños, jóvenes y adultos en busca de ocio, deporte o distracción. Villa Mitre es el “Tifón de Gavilán” o el “Verde”, como lo llaman sus hinchas. Villa Mitre es, simplemente, un hermoso club de barrio.


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