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Vistage: terapia de grupo para millonarios


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Dentro del cinco por ciento de la población que pertenece a la clase alta hay una nueva generación de la burguesía nacional. Jefes, CEOs y altos ejecutivos que están dispuestos a compartir sus experiencias y abrir sus emociones a otros “número uno” con el fin de hacer crecer sus empresas. Tal vez a Kendall Roy (protagonista de Succession) un encuentro en Vistage le hubiese venido bien.

Después de mucho tiempo Damián se anima. Lo tiene enfrente y le dice a su padre todo lo que se vino guardando, se descarga, se quiebra. El padre no le responde. Porque en realidad quien está ahí no es su padre, sino un compañero con el que está haciendo un ejercicio terapéutico coordinado por un coach. Alrededor de ellos, sentados en ronda, hay dieciséis CEOS argentinos que observan y acompañan.

“La verdad es que no se como caí en este grupo, me la hicieron bastante fácil. Antes era muy difícil entrar a Vistage. Antes era solo por carta de recomendación”, dice el empresario Damián Gulari que es el protagonista del ejercicio del encuentro de este mes. Pero no es el único. En cada uno de estos encuentros, gestionados por la firma norteamericana, empresarios y altos ejecutivos (CEOs y dueños de empresas) se aconsejan financiera, estratégica y emocionalmente por una cuota mensual de 180 mil pesos.

“Es terapia de grupo para empresarios”, resume Gulari. Al igual que él, en Vistage hay más de 45 mil altos ejecutivos abonados a lo largo del mundo. Esta red, fundada en 1957 en Milwaukee, nació como una idea de Bob Nourse, un empresario que iba a charlas para ejecutivos y encontró más nutritivo lo compartido con sus pares que el contenido de los expositores. Al principio el proyectó se llamó “The Executive Committee”, que pasó por la abreviatura “TEC” hasta que en 2008 se renombró “Vistage”. Hoy tiene licencias vendidas en 35 países. Uno de los últimos en sumarse fue Uruguay, licencia llevada adelante por un colega y amigo de Gulari.

Ser parte de Vistage

Para ser uno de esos 45 mil, hay pasos específicos a seguir. No cualquiera puede ser parte. Poder pagar 90 mil pesos de membresía y 180 mil al mes por la terapia grupal no es suficiente. El primer paso es completar un formulario detallando el tamaño de la empresa, el cargo y la facturación (expresada en millones). Si eso está aprobado, ese jefe que desea encontrarse con otros como él, pasa a una entrevista. Y si esa entrevista es aprobada tiene que firmar el contrato de confidencialidad. Javier Kalfaian pasó por todo eso a principio de año y defiende la cláusula ya que le permite hablar sin miedo, por ejemplo, de cómo se siente cuando tiene que echar a alguien. “Todos los que participamos tenemos mucho compromiso. Porque todos los números de la empresa se abren y no te ocultan nada, tenemos mucha confianza”, confiesa. 

Una vez al mes, cada grupo se encuentra en la empresa de algún participante al que le toca ser anfitrión. A las ocho de la mañana ingresan, desayunan al estilo hotel cinco estrellas y comienzan el check in, primero de manera individual para después ponerlo en común. El check in consiste en puntuar como se encuentran del 1 al 10 en el ámbito profesional, personal y el estado de salud. Luego, cuando todo el grupo está listo para pasar a la ronda, comienza la parte terapéutica. Uno de los últimos casos que presenció Javier fue el de un compañero que está en crisis porque no sabe cómo tener más poder para renovar la empresa de su padre, que todavía no quiere dejar el cargo. Se escuchan, se aconsejan y se hacen preguntas.

Vistage está lleno de Kendalls, Romans y Shiobbans, los hijos de el mega magnate corporativo Logan Roy (personajes de Succesion, la última serie de HBO), pero en la versión empresarial argentina. Solo que en este caso, no están solos: “La idea es ayudarnos, se plantean problemas y entre 15 tenemos muchas más chances de resolverlos y dar ideas que uno solo”, cuenta Javier luego de sus primeros encuentros. Después del check in, de la puesta en común y del debate también puede haber charlas de expertos que proponga el chairman según la problemática del día. Así hasta el mediodía. Pero el momento de mayor vulnerabilidad y exposición es el siguiente:  después del almuerzo, el anfitriónexpone su empresa. Y para exponer también hay un reglamento. Aparte de la confidencialidad, los espectadores deben procurar no juzgar y pueden solo hacer preguntas sin opinión. Quien expone, por su parte, previamente recibe un formulario donde debe completar hitos importantes de su empresa y hacer públicos todos los números relevantes: la facturación, la rentabilidad y también cuál es la problemática que le gustaría solucionar o pulir de su negocio.

Los participantes

Jóvenes herederos de la pequeña burguesía nacional o emprendedores que hicieron su fortuna en la industria o en el mundo digital, los participantes de Vistage son un nuevo perfil de jefes. Una generación más alineada a las ideas de meritocracia moderna y menos celosa de su información. “Los gordos de la Unión Industrial no se abren a decir cuánto facturó su empresa, son otra onda”, sentencia Javier. Cabe aclarar que según el informe de Moiguer Consultora de Estrategia de este año el 93% del segmento de la clase alta en Argentina es crónico, es decir que viene el capital viene de generaciones anteriores. Vistage da respuestas a ese pequeño 7% que no nació de la clase a la que hoy pertenece. Y también le da respuestas a la base de la burguesía nacional que se siente sola. Según el mismo informe, publicado en BAE Negocios, hoy el mínimo para pertenecer a la clase alta es de $855.000 al mes y solo el 5% de la población nacional accede a esos ingresos. Dos mil individuos de ese exclusivo porcentaje están en Vistage. La minoría que al unirse obtiene “la posibilidad de superar el aislamiento, de crecer en base al conocimiento de los demás”, según explicó Alejo Canton, ex CEO de Vistage, para El Cronista. La minoría de esa minoría son las mujeres. Tanto en el grupo de Damián como en el de Javier no hay ninguna empresaria, ni jefa, ni alta ejecutiva. Y de los 102 chairman publicados en su web, solo 10 son mujeres.

Video institucional de la empresa publicado en sus redes sociales

Javier Kalfaian trabajó toda su vida en la distribuidora de sanitarios familiar, radicada en Mataderos. Se crió en Lugano y ahora vive en un barrio privado en zona oeste.Aunquesu trabajo fue por imposición y no por elección, hoy lleva junto a su hermano una empresa que quiere hacer crecer. Entrar a Vistage para él es apostar a renovarse. Dentro de poco cumple 60 años pero se siente mucho más cómodo con sus compañeros de esta “terapia grupal” que con empresarios de su edad. En su grupo todos tienen entre 35 y 45. “En mi grupo son toda gente que el 90 por ciento son jóvenes lindos y facheros. Todos se levantan a entrenar, se alimentan bien. Cuando nos encontramos a la mañana algunos faltan porque uno está corriendo la maratón de Nueva York, otro porque está haciendo el Ironman de Italia. Es un perfil así, vos los ves y decís que son modelos”, expresa el empresario.  Ahí, aunque le lleve 20 años de diferencia a la gran mayoría, su  empresa es la más pequeña de todas. Su distribuidora tiene 35 empleados y factura aproximadamente 150 millones de pesos al mes.

Damián Gulari, por su lado, proviene de una familia italiana, humilde y es hijo de un farmacéutico que él en la adultez reconoce que “era un cachivache”. Es vendedor desde los 14 años. Comenzó con alfajores en la calle, pasó por viajes de egresados y fundó sus propias pizzerías. En el 2001 desde el balcón de su casa miró el cacerolazo y lloró. El también se había fundido y tuvo que vivir por un tiempo de los ingresos de su esposa. Pero como se define como un “emprendedor serial” salió adelante trabajando en una fábrica que le pagaba cinco patacones a la semana. Cuenta que en esa época “se compraba los cigarrillos de a uno”, pero que en esa misma fábrica donde empezó haciendo un poco de todo, escaló y fundó un brazo comercial independiente de la empresa que nombró “TTC Comercializadora”.

La firma gestiona la comercialización de otras PyMEs de manera tercerizada y tiene una facturación promedio de 400 millones mensuales. Con “TTC” Damián se convierte en CEO y las puertas de Vistage se abren para él. El año pasado le dieron una mención por los cinco años de membresía y ganó el reconocimiento del empresario del año.

 La historia de Gulari es el ejemplo de la meritocracia, del millonario self made, del emprendedurismo en estado puro. “Pude sacar un montón de Vistage. Yo fui un empresario de lapicera en la oreja a lo verdulero, por emprendedor y por atrevido. Pero en Vistage me forme como empresario, con visión de empresario”, cuenta Damián que ahora quiere pasar al siguiente nivel: ser Chairman para poder resolver el gran problema que lleva la mayoría de los empresarios a sus grupos: dramas societarios.

Una empresa sin competencia

A diferencia de cámaras o uniones de empresarios, el paradigma de Vistage es distinto. “No hay nadie que haga exactamente lo que hacemos: algunos hacen algo similar, pero no es su core business; nuestro foco está puesto en armar grupos de líderes para que se ayuden entre sí y logren mejorar en su trabajo e incluso en sus propias vidas”, afirma para Infobae Guadalupe San Martín, CEO de la empresa en la Argentina. Damian Gulari cuenta que existe un formato parecido en el Parque Austral, y el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE) pero no funcionó. Y argumenta que “Vistage es como que tiene otra historia. Es tope de gama.” Luego de Estados Unidos, Argentina es el país con más abonados a Vistage en el mundo, con más de dos mil participantes.

Entonces: ¿Qué es Vistage?

En la actualidad el coaching, y coaching ontológico no son una práctica regulada acorde a lo que expresa la psicóloga Ayelén Mobilia. Esa es la formación que tienen gran parte de los 102 chairman detallados en la web de Vistage, aparte de su experiencia como líderes de empresas. Entonces llamar “terapia”, en términos de lo que entendemos por encuentros llevados adelante por gente autorizada por el Ministerio de Salud, es una falacia. Los encuentros en Vistage más que terapia, pueden ser un lugar de puesta en común que ayuda a empresarios. Pese a que en la puntuación inicial de cada encuentro los empresarios expresen su estado de salud y personal, no hay que olvidar que el gran motivo por el que se abona 10 veces más que una consulta con un psicólogo, es el aspecto profesional. Es decir, el objetivo primordial es buscar estrategias para aumentar los resultados de facturación y rentabilidad. Y esto lo expresó en El Cronista, el ex CEO de la firma, Alejo Canton. “Trabajamos con tres prioridades. Primero, que le vaya mejor a la empresa, es decir que crezca y facture más. Segundo, que la persona mejore sus habilidades de liderazgo. Al empresario toda la gente le dice que sí, porque es el jefe. Tercero, ayudar a mejorar la calidad de vida.” Que las prioridades tengan ese orden, no es al azar.


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